La lucha contra los incendios ha dejado de centrarse exclusivamente en la extinción. Hoy se plantea desde una óptica más ambiciosa y estructural, en la que la innovación tecnológica, la participación ciudadana y la gestión territorial son imprescindibles.
Al pie del cañón en temporada de incendios están los brigadistas, que se exponen directamente al peligro con consecuencias físicas y emocionales. Sin embargo, la salud mental en estos entornos sigue siendo una asignatura pendiente.
Imagen de los incendios que rodearon Atenas el 12 de agosto de 2024. / Copernicus Sentinel / ESA
El día de los atentados de las Torres Gemelas murieron 343 bomberos. Desde entonces, otros 200 han fallecido debido a enfermedades relacionadas con la Zona Cero, un riesgo que comparten con policías y trabajadores de servicios de emergencias. Problemas respiratorios, hepáticos, cáncer, depresión y trastornos relacionados con el estrés son algunos de los males que sufren estos veteranos casi dos décadas más tarde.
Los incendios forestales juegan un papel fundamental en muchos ecosistemas terrestres. Sin embargo, no se conocen muy bien cuáles son los factores principales que determinan los incendios en regiones altamente humanizadas. Esto hace que el impacto que tienen en estas zonas sea difícil de predecir.