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Investigadores de la Universidad de Huelva han comparado dos medios de cultivo de las fresas: el tradicional sobre suelo y otro sin él, colocando las plantas en bolsas rellenas de fibra de coco. Los resultados del estudio destacan que la plantación sobre este nuevo sustrato mejora la eficiencia y la calidad de la cosecha. Además, aporta otros beneficios económicos, nutricionales y ambientales.
Investigadores de la Universidad de Málaga han modificado el genoma del fruto para conseguir que perdure más tiempo sin reblandecerse tras la recolecta. En concreto, han ‘silenciado’ un gen responsable de los cambios en la pared celular, propiciando así una mayor conservación.
Investigadores del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica han constatado que gran parte de la capacidad antioxidante del fruto se encuentra en el aquenio o pepitas. Para conocer su repercusión, los científicos han realizado una simulación in vitro de lo que sucede durante el proceso de digestión en el organismo.
Por la cantidad relativamente baja de vitamina C en el tomate, uno de los frutos de mayor consumo en la dieta mediterránea, investigadores andaluces han aumentado por primera vez esa proporción en un 15% y lo han logrado gracias a técnicas de ingeniería genética. Según el estudio, los científicos transfirieron el gen de la fresa, que tiene mayor contenido en este nutriente, a la planta del tomate para crear un producto con aporte extra de vitamina C y una mayor capacidad antioxidante.
El experimento revela que el extracto de fresa protege a las células de la piel de la radiación ultravioleta. Imagen: SINC.
Un experimento ha demostrado que el extracto de fresa aplicado sobre un cultivo de células de la piel actúa como protector frente a la radiación ultravioleta, además de aumentar su viabilidad y reducir el daño en el ADN. El estudio, desarrollado por investigadores italianos y españoles, abre la puerta a la creación de cremas fotoprotectoras de fresa.
La fresa no es del todo lo que parece. Aunque se le considere comúnmente una fruta, en realidad es un racimo. Agrupados en una estructura carnosa llamada eterio, se distribuyen los verdaderos frutos de la planta, los aquenios. Corresponden a los pequeños puntos obscuros que sobresalen en la estructura roja de forma de peonza. Sobre la fresa suele haber unas pequeñas hojas verdes que no son comestibles. Se trata de un subproducto al que los científicos y tecnólogos de los alimentos tratan de darle valor.
El centro tecnológico Itagra de Palencia investiga la efectividad del ozono, un gas con gran capacidad oxidante, en la desinfección de suelos agrícolas. Como detalla Alberto Sanz, coordinador de I+D del centro, el proyecto surge como alternativa al problema de saneamiento de estos suelos, ya que “casi todos los compuestos que se utilizan se están prohibiendo tanto por su peligrosidad para el medio ambiente como para la persona que lo aplica”.
Un equipo de ingenieros y profesores de la Universidad de Valladolid ha desarrollado un sistema para la extracción de resina. Se trata de una fresa especial que, acoplada a un taladro mecánico, permite mejorar las condiciones de trabajo del operario resinero en el pinar.