El magnetógrafo IMaX, un instrumento desarrollado íntegramente en España, ha desvelado cómo se forman y evolucionan los tubos de flujo en el Sol, considerados los ladrillos del magnetismo solar y cuya existencia se había demostrado solo de forma indirecta debido a su reducido tamaño. Este instrumento ha viajado a bordo de SUNRISE, un telescopio de que observa el Sol desde un globo estratosférico en el Ártico.
Nebulosa Cabeza de Caballo captada por el observatorio espacial Herschel. / ESA
Nanda Rea, investigadora del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC), ha sido galardonada con la Medalla Zeldovich. La científica recibe este premio por su contribución al estudio de las estrellas de neutrones, y en particular por descubrir que estas estrellas pueden tener bajos campos magnéticos e ir variando su intensidad en contra de lo que se creía previamente.
Impresión artística del cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko. / ESA
Señales modo B captadas por BICEP2. / BICEP2
Los científicos de BICEP2, que en marzo anunciaron haber detectado las ondas gravitacionales de los ecos del Big Bang, han publicado sus resultados en la revista Physical Review Letters precedidos por la polémica: en estos meses, la comunidad de físicos ha expresado sus dudas sobre su validez. La propia revista reconoce la posibilidad posibilidad real de que sea fruto de polvo polarizado más que de efectos primordiales.
Cumbres del monte Aeolis en el cráter Gale, donde se observan morfologias lobulares y lineales generadas por el movimiento de hielo glaciar en el pasado. A la derecha, glaciar Breiðamerkurjökull de Islandia. / CTX-MRO-NASA/Google maps
Hace 3.500 millones de años el cráter marciano Gale, por donde ahora se mueve el rover Curiosity, estuvo cubierto de glaciares, sobre todo en su montaña central. También discurría agua líquida muy fría por los ríos y lagos de las zonas más bajas, en paisajes parecidos a los que hoy se pueden encontrar en Islandia o Alaska. Así lo refleja un análisis de las imágenes tomadas por las naves que orbitan el planeta rojo.
El ión OH+, esencial para la formación de agua, se encuentra en los ardientes restos de estrellas de tipo solar en sus últimas etapas. Dos trabajos han sacado a la luz este hallazgo, uno de ellos liderado por un miembro de ASTROMOL y llevado a cabo con datos del telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea.
Universidad Libre de Ámsterdam/NASA/ESA