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Sarah Harper, experta en envejecimiento

“Animar a las mujeres a que tengan más hijos es un error”

Cada vez somos más longevos y el impacto de nuestras largas vidas en la sociedad será enorme. La forma de organizar la educación, el trabajo y la jubilación va a cambiar de manera radical, según la fundadora del Instituto de Envejecimiento de la Población de Oxford.

Sarah Haper en los jardines de la Fundación Ramón Areces. / Alejandro Amador

La británica Sarah Harper es una de las mayores expertas del mundo en tendencias demográficas, en particular, en el envejecimiento de la población y en su impacto económico, político y social. Actualmente, asesora al gobierno de su país sobre cómo afrontar los retos que supone tener ciudadanos cada vez más viejos.

Esta profesora de Gerontología en la Universidad de Oxford es fundadora y codirectora del Instituto de Envejecimiento de la Población. Hablamos con ella durante una reciente visita a Madrid, donde participó en una jornada sobre envejecimiento organizada por la Fundación Ramón Areces.

“El aumento de la longevidad va a modificar profundamente la sociedad a lo largo de este siglo”

¿Cuáles son los principales retos de una población cada vez más envejecida?

Creo que una cuestión muy importante que hay destacar es que estamos viviendo un cambio muy significativo en la edad media de nuestra población. Calculamos que dentro de una década la mitad de la población de Europa occidental tendrá más de 50 años. Así que habrá que afrontar que el 50 % de nuestra población tenga una edad entre 50 y 100 años. ¿Cómo lidiaremos con estas vidas tan largas? Si vamos a vivir hasta los 100 años, habrá que pensar en hacer una reasignación de recursos y ayudar a las generaciones futuras a planificar sus vidas. Va a cambiar la forma en la que segmentamos nuestra existencia en fases: educación, trabajo y jubilación.

¿De qué forma?

Probablemente tendremos unas vidas más fluidas dentro y fuera del trabajo. Podríamos recibir educación continua a lo largo de los años para adaptarnos a los cambios. También habrá más flexibilidad en los ciclos laborales y en los de los cuidados. Tal vez decidamos dejar de trabajar cuando tengamos hijos y luego regresemos a la vida laboral... Será todo más fluido.

Además, el contrato generacional, que es aquel que implica que como adultos criamos a los hijos y luego estos cuidan a sus padres cuando se convierten en dependientes, está siendo muy cuestionado, ya que habrá una cohorte muy grande de adultos mayores y muy pocos niños. Así que este contrato generacional implícito no se podrá mantener. Y también afectará a la herencia intergeneracional.

¿En qué sentido?

Estamos acostumbrados a la idea de que los activos, el poder, la riqueza, los trabajos y las casas pasen de generación en generación. Pero si vamos a tener adultos activos, sanos y trabajando hasta bien entrados los sesenta y setenta años, significa que la gente joven va a tener que esperar para heredar. El impacto en la sociedad del aumento de la longevidad va a ser enorme. No solo se trata de pensiones y cuidados, es mucho más complicado. Va a modificar profundamente las sociedades en las que vivimos y esto va a ocurrir a lo largo de este siglo.

Sarah Harper durante su intervención en la jornada sobre el envejecimiento en Madrid. / / Alejandro Amador

“Si aumentamos la natalidad para compensar el envejecimiento, pasarán 20 años hasta que esos niños puedan trabajar y tendremos una sociedad más dependiente”

¿Y qué podemos hacer?

Lo más importante es no entrar en pánico y pedirles a las mujeres que tengan más hijos. Vivimos en un planeta que está muy sobrecargado. Vamos a pasar de una población de 7.000 millones de personas a 10.000 millones a mediados de siglo y posiblemente a 12.000 millones a finales.

Es decir, que no hay recursos para todos.

Efectivamente. Si en los países de altos ingresos y elevado consumo alentamos a las mujeres jóvenes a tener más hijos, estaremos ejerciendo mucha más presión sobre los recursos del planeta. La pirámide normal a que estamos acostumbrados [dibuja un triángulo en un papel] con muchos jóvenes en la base y pocos viejos en la cima, va a cambiar a la forma de un rascacielos [dibuja un cilindro alargado], donde la mayoría de las personas que nacen van a vivir una vida larga y saludable probablemente durante casi 100 años.

Así que en este siglo, si intentamos tener muchos hijos para compensar el envejecimiento de la población, pasarán 20 años hasta que puedan trabajar. Lo que ocurrirá es que tendremos una sociedad en la que la dependencia habrá aumentado drasticamente en los dos extremos –niños y ancianos– y la situación empeorará.

¿Entonces cree que la clave es mantenerse en forma en la vejez?

Todo está relacionado con la salud. Si te vuelves frágil a los 50 o 60 años y luego vives otros 40 años más, ahí es cuando la dependencia se convierte en un problema, pero si te mantienes en forma y cuidas tu mente, podrás trabajar más tiempo, ser independiente, dedicarte al cuidado, hacer voluntariado, etc. Necesitamos políticas que fomenten la formación a lo largo de toda la vida para que la gente pueda seguir activa durante más años. Es realmente importante.

“Necesitamos políticas que fomenten la formación a lo largo de toda la vida para que la gente pueda seguir activa durante más años”

Ya, pero todo esto que usted dice ocurre en un mundo ‘ideal’. En Europa ha habido una crisis y los sistemas públicos de salud han sufrido grandes recortes.

Básicamente se trata de decisiones políticas. La razón por la que tenemos tanta presión en los servicios públicos de salud no se debe solo al envejecimiento. Han coincidido intervenciones médicas mucho más avanzadas y nuevos fármacos que pueden ser muy caros. Es decir, el que haya más gente anciana con múltiples enfermedades ha coincidido con una sociedad cuyo cuidado médico es más caro.

Desde el punto de vista de la salud pública habrá que establecer prioridades y tomar decisiones sobre la mejor manera de financiarla.

Usted ha liderado una revisión prospectiva del Gobierno de Reino Unido sobre las poblaciones en proceso de envejecimiento. ¿A qué conclusiones ha llegado?

Sí, hemos hecho una gran revisión del envejecimiento de nuestra población, poniendo gran énfasis en mantener a la gente saludable y formada. También hemos visto la necesidad de cambiar los lugares de trabajo para que se adapten a las necesidades de la gente con más años y promover el trabajo flexible.

Dices que es un mundo ideal o ficticio, pero los gobiernos ya están trabajando en esta dirección, retrasando la edad de jubilación, simplemente por los cambios demográficos que estamos viendo.

Pero esto de lo que usted habla sucede en occidente. ¿Cuáles serán los efectos del envejecimiento en los países en vías de desarrollo?

Efectivamente, muchos de los grandes problemas vendrán de los países en vías de desarrollo. Nosotros en occidente hemos tenido tiempo para ajustarnos al envejecimiento con el establecimiento de sistemas de pensiones, cuidados a largo plazo… Este no es el caso en algunos países de Asia y Latinoamérica, en los que en una generación han pasado de tener una población joven a una envejecida, debido a que las mujeres, que antes tenían muchos hijos y solían venir de familias numerosas, ahora tienen uno o ningún hijo, lo cual ha sido un choque para el sistema. Muchos de estos países han decidido no seguir el patrón occidental y repensar las cosas en torno a la responsabilidad individual: cada uno tendrá que organizarse con seguros y ahorros e intentar mantenerse en forma y saludable.

Como decía, en países de altos ingresos en cierta medida podremos adaptarnos, pero cuando miramos al mayor continente en cifras, que es África, con una población enorme que también está envejeciendo... ahí sí tendremos una gran presión para afrontar el envejecimiento.

“Hay quien dice que el envejecimiento derribará gobiernos, sociedades y el sistema público. No lo creo, pero podría llevar a una enorme desigualdad que afecte más a los pobres”

Y además no tienen sistemas públicos de salud.

No tienen nada. El peso está puesto en la familia. La gente dice que el envejecimiento derribará gobiernos, sociedades y todo el sistema público. Yo no creo que lo haga, pero podría llevar a una enorme desigualdad y las personas mayores pobres van a sufrir este cambio de manera muy acusada. Los ricos van a poder comprar seguros de salud y asistencia social privada, van a tener pensiones para vivir de manera independiente o en muy buenas instalaciones, pero la desigualdad en la vejez será realmente el problema.

¿En qué proyectos está trabajando ahora?

Estamos trabajando en dos áreas. Una de ellas es la transición de la fertilidad y de la maternidad en África subsahariana. Tratamos de ayudar a las mujeres que todavía tienen un gran número de hijos para que gestionen y controlen su maternidad. Para fomentar el desarrollo económico en estas sociedades africanas, es preciso que las mujeres ajusten el número de hijos.

Otra gran área que estamos tratando de entender –ya en general– es lo que llamamos el ‘curso de la vida’: qué podemos hacer en salud, trabajo y educación durante nuestra existencia para tener vidas largas y buenas.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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