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J. I. Pérez Iglesias, coordinador de la Cátedra de Cultura Científica UPV/EHU

“Las decisiones se toman con más criterio si se tiene suficiente conocimiento científico”

Dani y Fiti es la serie que acaba de estrenar la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad el País Vasco en YouTube. Esta producción audiovisual narra las situaciones más insospechadas en las que pueden surgir dudas científicas. Sinc habla con el coordinador de esta cátedra, el biólogo y experto en fisiología Juan Ignacio Pérez Iglesias, sobre estas y otras iniciativas que pretenden difundir una cultura científica “apta para todos”.

Juan Ignacio Pérez Iglesias, biólogo y experto en fisiología. / UPV/EHU

“-–Hay una movida que me tiene taladrao. —dijo Dani-– Tú sabes que las personas venimos del mono, entonces, ¿por qué hay monos?”

“-–Eso tiene que estar investigao —contestó Fiti”.

Este es uno de los diálogos de una serie protagonizada por dos amigos que plantean, en tono de humor, cuestiones científicas “porque hay muchas cosas en ciencia que merece la pena conocer”, apunta Juan Ignacio Pérez Iglesias, coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que se encarga de la realización.

¿Cómo son Dani y Fiti, los protagonistas de la nueva serie para web que acaba de estrenar la UPV/EHU?

Son un tanto peculiares. No tienen ni idea de ciencia pero precisamente lo que buscamos es que a partir de ese contraste entre conceptos como evolución o cosmología, y dos personajes que no saben nada, se genere una situación paradójica que anime a pensar que en ciencia hay cosas por las que merece la pena interesarse.

El primer capítulo se desarrolla en un campo de fútbol. ¿Por qué unir deporte y ciencia en una misma propuesta?

En realidad, toda la parafernalia que hemos organizado con el fútbol y la ciencia tiene que ver con el hecho de que los personajes están sentados en un banquillo, pero no están combinados ambos conceptos. La serie consta de seis episodios de humor científico, en los que dos futbolistas aficionados tienen un diálogo bastante surrealista sobre algún tema científico. Desde ahora y hasta dentro de dos meses y medio o tres, vamos a publicar en YouTube y en el blog de la cátedra uno de los sketches con una frecuencia quincenal.

¿A quién puede interesar su contenido?

"Hay que llegar más allá de las fronteras de la universidad, de la comunidad autónoma y de España"

Este es un trabajo que ha hecho José Antonio Pérez, que es muy conocido por su blog Mi mesa cojea. La cátedra ya había colaborado con él anteriormente en la serie ‘Escépticos’. Un día hablando le comenté que quería preparar material audiovisual de contenido científico que nos ayude a llegar a la gente que no llegamos y nos pusimos a ello. Me interesaba ir más allá de ese público ya interesado, llegar a personas con un perfil diferente.

¿Es el humor una forma de llegar a esas personas?

José me dijo: ‘Mira, solo hay dos cosas con las que tienes garantizado llegar a la gente: el sexo y el humor’. Y yo no estoy preparado mentalmente para promocionar unos vídeos de sexo y ciencia, así que había que pensar en el humor.

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¿Qué importancia tiene que la sociedad posea cierto nivel de cultura científica?

Hay una razón que es fundamental: la cultura científica es parte de la cultura. Si consideramos que tener un bagaje cultural es importante, creo que no se puede excluir de ese conjunto a la ciencia que, como dice Pedro Echenique, ‘es la mayor obra cultural colectiva de la humanidad’. Otra razón es que las decisiones se toman con más criterio si se tiene suficiente conocimiento de cultura científica. Y esta es, en definitiva, la manera en que funciona una ciudadanía democrática consciente.

En este sentido, ¿qué papel juega la Cátedra de Cultura Científica que usted coordina?

La cátedra en su momento nace con la idea de ayudar a la difusión de la cultura científica en la sociedad. Cumple tres funciones: difunde conocimiento científico, es decir, ayuda a satisfacer una demanda de ciertos sectores de la sociedad interesados por la ciencia. Por otro lado, sus actividades también consiguen que haya personas que, por casualidad, accedan a alguna publicación y que se acaben interesando por el tema. Y, por último, construye un discurso público favorable a la ciencia. Creo que este último es uno de los efectos más positivos.

Otra de sus últimas iniciativas ha sido el blog Mapping Ignorance, ¿en qué consiste?

Mapping Ignorance es el tercero de los blogs de la cátedra y está escrito en inglés porque hay que llegar más allá de las fronteras de la universidad, de la comunidad autónoma y de España.

"Queremos expresar la idea de que cartografiamos la ignorancia, identificamos las áreas en las que todavía nos falta mucho por saber"

¿Quiénes son los autores de los contenidos?

La mayor parte de los autores son investigadores. El objetivo es ayudar a que se divulgue y se difunda el conocimiento y la actividad de los propios científicos de la Universidad del País Vasco y de los españoles, tanto de los que están en España como de los que están en el extranjero.

¿Son los mismos autores de las investigaciones los que escriben sobre su proyecto?

No necesariamente, aunque a veces sí. En algunos casos son personas que hacen esta actividad divulgativa por su cuenta.

¿Está abierto entonces a todo aquel quiera participar?

Lo enfocamos a aquellas personas interesadas en escribir de ciencia con un cierto nivel divulgativo, porque está pensado para lectores que ya tienen conocimiento científico. Está comprobado que la divulgación que se basa en artículos de investigación hace que estos tengan más impacto.

Quizá si todos los investigadores supieran esto se volcarían más en dar a conocer su trabajo.

Creo que en el mundo de la investigación, y yo lo he vivido desde dentro, se tiene poca conciencia de la importancia que tiene divulgar el propio trabajo, difundirlo.

¿Por qué ese nombre, Mapping Ignorance? Puede chocar un poco que el blog quiera aportar conocimiento haciendo referencia a la ignorancia.

El científico es un explorador, se mueve en la frontera del conocimiento. Queremos expresar la idea de que cartografiamos la ignorancia, identificamos las áreas en las que todavía nos falta mucho por saber y esto solo se puede hacer adquiriendo conocimiento, investigando, generando ciencia.

En ese sentido la ignorancia sería entonces algo positivo, porque nos impulsa a intentar saber lo que no conocemos.

Efectivamente. La ignorancia más improductiva es aquella de la que no eres consciente, desconocer lo que desconoces.

Fuente: Sinc
Derechos: Creative Commons
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