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"Mi mayor dificultad para trabajar con Programas Marco es conservar a los investigadores”

Presentamos una charla con María Teresa Arredondo Waldmeyer. La catedrática de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid trabaja con los Programas Marco desde que éstos se crearon, y tiene una dilatada experiencia en proyectos internacionales.

Teresa Arredondo

Segura de sí misma, María Teresa Arredondo asegura no tener miedo a la competencia y que le encantan los retos y dificultades, aunque reconoce que hay un obstáculo contra el que no puede luchar: la falta de estabilidad de su personal investigador. Se emociona al comprobar cómo muchos de sus proyectos son ya hoy una realidad en el ámbito de la sanidad. Toda una vida liderando proyectos de investigación avalan una trayectoria brillante que todavía sigue dando sus frutos.

¿Cuál es tu experiencia con los programas marco?

Soy investigadora en el área de la aplicación de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones en la salud, y trabajo en proyectos europeos desde los comienzos de los programas marco.

Al principio tuvimos dificultades para entrar en los proyectos europeos. En los primeros años, los programas marco eran una herramienta que permitía a investigadores y empresas de distintos países aprender a trabajar juntos a través de un lenguaje común. Era un modo de entendimiento entre distintas culturas.

Desde 1988 hasta 1995, las convocatorias de los programas marco tenían una estructura muy concreta, en la que se definían los objetivos y se detallaban las especificaciones funcionales de los desarrollos que se iban a hacer. Preponderaba el papeleo, había que escribir muchos documentos en los que se especificaban los objetivos de los trabajos a desarrollar.

¿Y cuál era el papel de España en esos inicios?

Debemos reconocer que la primacía fue de los ingleses y de los países de habla inglesa, porque al principio existían dificultades de carácter lingüístico. A medida que la gente aprendió a trabajar en el Programa Marco, el perfil se transformó y se hizo mucho más científico, tecnológico. Las exigencias también han ido creciendo hasta ahora. El Sexto Programa Marco ha sido muy científico y en el Séptimo se van a aplicar esos criterios científicos para conseguir mayores niveles de excelencia.

Una de las metas de estos proyectos es conseguir que las grandes empresas se impliquen en los mismos y en la explotación de los resultados obtenidos.

Siempre ha sido muy complicado entrar en los programas marco y aún más difícil mantenerse, no es cierto el mito de que una vez que entras es fácil mantenerte. La lucha es muy complicada y al principio éramos pocos, pero ahora somos muchísimos más y la competencia es feroz. En la actualidad, todo el mundo es capaz de escribir buenos proyectos, presentarlos y constituir consorcios. Así, las posibilidades de éxito se reducen muchísimo, sobre todo cuando compiten unos 90 consorcios por dos proyectos finales.

Según tu experiencia, ¿qué es necesario para adentrarse en los programas marco?

Es fundamental tener antecedentes adecuados en el campo de la investigación. Además hay que constituir consorcios adecuados a los objetivos que se persiguen. Es decir, si se persigue un desarrollo con un alto contenido científico, dentro del consorcio habrán de estar entidades con experiencia dentro de ese ámbito. Si se pretende hacer una buena explotación comercial de resultados deben estar las mejores empresas de Europa.

Mi experiencia me dice que no se puede hacer una propuesta escrita entre muchos, la tiene que coordinar y escribir una sola entidad, y requiere mucha disciplina y esfuerzo.

Durante tu carrera has trabajado en 52 proyectos europeos ¿cómo recuerdas el primero? ¿Qué dificultades te encontraste?

El primero se llamó 'Telemedicine', empezó en 1988 y era un proyecto muy teórico, con muy pocos desarrollos comparado con los actuales, pero contaba sin embargo con muchos socios y participaba Telefónica de España. La voz cantante la llevaba claramente el grupo británico. En este proyecto, se gestaron los servicios de telemedicina que se desarrollaron en los años noventa. Investigamos sobre el hospital sin hilos y sobre ideas que actualmente son ya una realidad habitual en el ámbito sanitario. Estos resultados se implementaron seis o siete años después de finalizar los proyectos.

Recuerdo que teníamos largas discusiones para tratar de llegar a un consenso. Entonces, afloraban muy tímidamente las opiniones de los países del sur de Europa, donde en esa época no existía un claro liderazgo. Las cosas han cambiado ahora y en las tecnologías de las comunicaciones las discusiones son mucho más técnicas, de un 90% se centran en la implementación de tecnologías base. Las reuniones de “management” se limitan a una o dos al año y en ellas se tratan cuestiones de organización, pero el resto de encuentros son de trabajo puro y duro. Hemos pasado de hablar a trabajar, a construir y a concretar asuntos.

¿De todos los proyectos que has llevado a cabo, cuáles destacaría por su importancia, por su proyección al futuro?

Destacaría varios. En primer lugar 'Héctor', que fue el primer gran proyecto sobre emergencias sanitarias en Europa. Participaron la mayor parte de las empresas de emergencias sanitarias europeas, con socios suecos italianos, suecos, griegos, británicos, franceses y españoles. Comenzó en 1995 y sentó las bases de los sistemas de emergencias actuales en cuanto a la transmisión de datos del paciente desde la ambulancia, y los protocolos de recepción de los pacientes. Además, impulsamos la informatización de los datos de los enfermos. Fue un proyecto fantástico porque tuvo unos resultados que se han proyectado en el tiempo. Sirvió para consensuar los protocolos de trabajo en los servicios de emergencia sanitaria y para establecer pautas que permitieron mejorar la implementación tecnológica de los servicios.

Otro proyecto que me parece importante es 'Atract', que sentó las pautas para los servicios de telemedicina en el hogar a través de la videoconferencia de banda ancha. La implementación de esos servicios era muy complicada porque en esa época las conexiones de banda ancha entre el hospital y los hogares eran malas. “Atract” demostró la importancia de la telemedicina en el hogar y del servicio del médico en casa a través de la imagen de la televisión. Se demostró especialmente su eficacia en mayores de 65 años y sentó las bases de un futuro muy importante en el campo de la sanidad. Ese proyecto terminó en 1999 y fue muy exitoso.

Por último, recuerdo el proyecto 'My Heart' del 6º Programa Marco, liderado por el departamento de I+D de Philips en Agfen (Alemania). La investigación se centraba en los cuidados necesarios para pacientes con insuficiencia cardiaca e incluía la prevención de enfermedades crónicas y cardiovasculares. Ha servido de base para crear desarrollos desde el punto de vista de la inteligencia ambiental, como la ropa inteligente y nuevas tecnologías móviles para la mejora de la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. Ha servido para prevenir riesgos para los pacientes con enfermedades cardiovasculares.

También trabajamos activamente para favorecer la inclusión social de las personas con discapacidad, lo que en la Unión Europea se denomina e-inclusion. Trabajamos en busca de diseños con vistas a que todas las personas con algún tipo de discapacidad puedan acceder al uso de las tecnologías y así propiciar que tengan una vida independiente. En este campo existe una corriente actual denominada Ambient Assisting Living (ambientes asistidos para la vida), dentro de la cual nosotros tenemos una trayectoria muy importante de proyectos, como “Hole” y “Efight”.

En este sentido, trabajamos también con ropa inteligente que incorpora sensores, que transmite datos de los pacientes al médico.

Un grupo de investigación que se plantee entrar en una convocatoria del PM ¿qué dificultades se puede encontrar?

Para mí la dificultad más importante es mantener a los investigadores jóvenes dentro del ámbito de la investigación. Llevo trabajando como docente de toda la vida, tengo más de 30 años de antigüedad en este campo y para mí la mayor dificultad no estriba en entrar a trabajar en los proyectos, porque en ello tengo mucho éxito, como así lo indica la lista de proyectos en los que trabajamos. Para mí lo más difícil en estos últimos 30 años ha sido conservar a los investigadores. En este momento, mi grupo de investigación está formado por 25 personas y mi tarea más complicada es transmitirles la ilusión y la esperanza de que seguir trabajando en esto es posible.

¿Qué opinas de la participación española en el pasado 6º Programa Marco?

Se ha incrementado mucho, no puedo hablar de mi caso particular porque nosotros somos un grupo muy exitoso en ese ámbito, pero creo que en España se ha avanzado de forma exponencial en los últimos años.

¿Cuáles son los principales retos de la investigación española de cara al futuro?

Hace falta bastante más inversión. Competimos en todos los campos y en este último año hemos sido muy exitosos en la consecución de ayudas, fundamentalmente europeas, pero también ministeriales. Ahora hemos obtenido ayudas para el programa “Avanza”, que busca hacer un laboratorio viviente sobre aspectos de inteligencia ambiental aplicados a la salud y a la inclusión social.

En general, el campo de la investigación es complicado y sacrificado y creo que hemos dado un gran salto y sigue mejorando la situación.

Repito que lo que más me preocupa es la estabilidad del personal investigador. Creo que hay problemas especialmente en el área de la ingeniería. Es muy sencillo que un biólogo o un físico teórico se queden en la universidad a investigar, pero es extremadamente difícil que lo haga un ingeniero porque no es para nada competitivo, las posibilidades de alcanzar una cierta estabilidad seria son terroríficas.

¿Cuál ha sido el momento más gratificante de estos casi 20 años de trabajo en Programa Marco y el momento más complicado?

Los momentos más difíciles y terribles para mí son cuando se va una persona de mi grupo antes de leer su tesis o a mitad de camino porque piensa que el medio no le ofrece la estabilidad y el futuro que busca.

Que no me concedan un proyecto o no triunfar en una competición es una incidencia y eso a mí no me afecta porque es parte de la lucha diaria, pero cuando se va una persona es como si se cortara una rama de un árbol que fuera a dar muchas hojas. Mi mayor felicidad sería saber que aunque me muera va a haber gente que va a seguir trabajando en estas líneas de investigación con la misma ilusión de crear un mundo mejor.

Para mí lo más gratificante a lo largo de todos estos años ha sido ver a la gente feliz con su propio trabajo y ver a la gente con ilusión, ver que creen que están construyendo algo.

Has hablado de la necesidad de fomentar una estabilidad en la carrera investigadora ¿Qué medidas propondrías para favorecer este objetivo?

No es problema de dinero. Este año hemos tenido una financiación fundamentalmente basada en fondos europeos. Nunca he tenido problemas para pagar los sueldos a todo mi personal, pero sucede que la gente piensa que su futuro está ligado a mi continuidad como directora del grupo de investigación.

Propongo que aquellas personas que han seguido una carrera con unos determinados años tengan la posibilidad de superar un examen o concurso para que pasen a ser plantilla de la universidad o del ministerio. Esta carrera consistiría en estar unos años como becario pregraduado, dos años como becario predoctoral y una vez acabado el doctorado un contrato de doctorado pagado por los investigadores.

Actualmente, esta posibilidad no existe. Uno puede intentar convertirse en profesor, pero los cargos son limitados y esa vía es muy complicada.

Según están las cosas, si no has estado en un centro de investigación extranjero no tienes posibilidades de lograr una cierta estabilidad en tu carrera investigadora, por eso, creo que se debe reconocer la excelencia que ha trabajado continuadamente siguiendo la misma línea en un centro de investigación español de reconocida solvencia y que acredite un alto grado de excelencia. Muchas veces, dos años en el extranjero significa un retroceso porque no siempre el centro en el que se hace la estancia en el extranjero es bueno. Hay gente que vegeta durante dos años en otro país y luego tiene a acceso a un cargo fijo antes que una persona que se ha quedado en España trabajando muchísimo. Mi propuesta es, por tanto, que exista una línea de excepción que permita a las personas que continuadamente han estado en un grupo en la excelencia poder acceder a cargos de plantilla.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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