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Un estudio de los libros de lectura obligatoria en Primaria y en la ESO analiza cómo interaccionan el aspecto moral y el narrativo en la literatura infantil y juvenil. Los conflictos de los personajes respecto a su identidad y las relaciones familiares son el principal vehículo para la construcción del discurso moral.
Mediante la literatura, niños y jóvenes conectan con otras experiencias, enriquecen su capacidad de razonamiento y desarrollan el pensamiento crítico. La investigadora de la UPV/EHU Garbiñe Salaberria entiende que la construcción ética forma parte de la narrativa, y que está constituida por valores y por acciones moralmente orientadas (tales como el modo en que los personajes eligen los valores, las imágenes que se reflejan del mundo o las aspiraciones éticas presentes en el discurso literario). La investigación ha servido para conocer y explicar con mayor profundidad dicha construcción ética.
Falta de concordancia
La verosimilitud ético-emocional es limitada en la narrativa, porque la realidad se muestra de forma simplificada. En muchas de las obras estudiadas existe una falta de concordancia entre los sentimientos narrados y la profundidad de los sentimientos que realmente están implicados en las escenas éticas propuestas. Por eso, Salaberria afirma que la imaginación ética no está a la altura de la imaginación literaria.
Por otra parte, para plasmar esa imaginación ética, se caracteriza el espacio narrativo mediante estos ejes: imágenes del mundo, valores y problemáticas morales. Asimismo, en la composición de todo elemento ético intervienen tres parámetros esenciales: unos indicadores temáticos predominantes para cada etapa educativa (cabe destacar que en la narrativa dirigida a primaria los personajes están en el núcleo básico del problema, mientras que en la ESO se muestra una ética más de fondo, generalista y difusa); unos contextos sociales de aprendizaje a los que se adscriben; y experiencias recurrentes de los personajes relacionadas con áreas de significado específicas.
Se aprenden, se comparten, se viven
En los contextos narrativos, se recurre a la simplificación moral y a la polarización para representar lo correcto y lo incorrecto. Los valores se aprenden, se comparten y se viven; este es el hilo conductor. Bajo esta premisa, se trata de integrar los intereses individuales con la cooperación, mostrando desenlaces positivos y esperanzadores. Asimismo, cada contexto de interacción articula unas prioridades en cuanto a valores se refiere; se intenta enseñar de forma práctica cuáles son los valores que legitiman las conductas de los actores sociales, así como qué se espera de estos.
Los conflictos de los personajes respecto al ámbito de la identidad y de la relación familiar son el principal vehículo para la construcción del discurso en las problemáticas morales. Dichos conflictos inducen a la progresiva superación de la infancia y a la integración en el mundo adulto. En cuanto a la relación de los personajes con las normas, se comunican los diferentes registros éticos (motivaciones, intencionalidad, consecuencias) implicados en la evaluación de las acciones.
Mediante las lecturas analizadas por Salaberria, el lector puede adentrarse en el aprendizaje ético desde diferentes puntos de vista, como son la evaluación de lo significativo de los valores en sí o el código ético adoptado por tal o cual personaje. Ahora bien, el impacto de la percepción y la formación ética en el lector no siempre es igual: varía según los contextos sociales en los que se realiza la interacción.