José Manuel Fernández–Real, experto en enfermedades metabólicas

“La microbiota nace y madura con nosotros: es única para cada persona”

José Manuel Fernández–Real es endocrino e investigador en el Instituto de Investigación Biomédica de Girona. Sus estudios pioneros han demostrado que el exceso de hierro y una microbiota irregular agravan la obesidad y la diabetes tipo 2. Estos hallazgos le han valido el Premio de la Fundación Lilly 2025.

“La microbiota nace y madura con nosotros: es única para cada persona”
José Manuel Fernández en su laboratorio. / Fundación Lilly

Aunque parezcan órganos lejanos, el cerebro y nuestra flora intestinal se transmiten información constantemente. Afecciones como la diabetes tipo 2, el hígado graso y otras como la depresión o la adicción a la comida pueden tener origen en la forma en la que se establece dicha comunicación.

Esta es la hipótesis del galardonado con el Premio Fundación Lilly de Investigación Biomédica Clínica 2025, José Manuel Fernández-Real; quien ha confirmado con evidencia biológica que una microbiota alterada induce a enfermedades metabólicas y de la mente.

Actualmente, este científico trabaja en la Sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Dr. Josep Trueta de Girona, además de colaborar en el Instituto de Investigación Biomédica de la misma ciudad. 

¿Qué le llevó a estudiar la relación entre el intestino y el cerebro?

Ya hace más de 30 años que estudio sobre la inflamación crónica de bajo grado, y de hecho, en mi grupo de investigación somos de los primeros que la describimos originalmente. Nos preguntábamos por qué había tanta prevalencia de esta afección en pacientes con patología metabólica y empezamos a mirar la microbiota.

Hemos podido demostrar que una alta presencia de proteobacterias se asocia a una mayor inflamación, lo que tiene efectos negativos sobre órganos y tejidos, incluido el cerebro

José Manuel Fernández-Real, premiado por la Fundación Lilly de Investigación Biomédica Clínica 2025

Con los años, hemos podido demostrar que una alta presencia de proteobacterias se asocia a una mayor inflamación, lo que tiene efectos negativos sobre órganos y tejidos, incluido el cerebro. Para comprobarlo, en 2015 hicimos un estudio preliminar en humanos y vimos que una microbiota rica en actinobatecterias tenía una función protectora para el cerebro. Esto nos llevó a seguir tirando del hilo.  

¿Por qué es tan importante la microbiota para la salud?

La microbiota nace y madura con nosotros: es única para cada persona. A mí me gusta parafrasear a Ortega y Gasset y decir: Yo soy yo y mi microbiota, porque para cada una es diferente. De hecho, es una especie de sistema inmunitario vital para nuestra supervivencia porque que nos protege de la entrada de otros microorganismos.

¿Influye lo que comemos en nuestra microbiota?

En efecto, y aunque se ha estudiado que la composición microbiana está determinada genéticamente, lo cierto es que solo explica una pequeña parte. Lo que sí que tiene un gran impacto sobre ella es el sistema inmunitario, además de la dieta que consumimos, ya que los microrganismos del intestino son capaces de adaptarse si ingerimos proteínas, carbohidratos o grasas.

Por ello, es fundamental saber qué tipo de alimentación favorece un sistema digestivo más saludable. Se ha demostrado que la dieta mediterránea o algunas de tipo vegetal tienen beneficios, aunque todavía no existe una definición científica clara de lo que significa tener una “microbiota sana”. Además, parece que hay muchos tipos diferentes de microbiotas y aún estamos perfilando los criterios que nos permitan entenderla con precisión.

¿Cuál es su relación con la inflamación?

La inflamación es una respuesta protectora. Si la miramos de manera superficial parece que es mala, pero lo verdaderamente peligroso de ella es su cronificación. Cada día nos inflamamos al movernos o al comer. De hecho, cualquier actividad desemboca en una actividad reparadora que después llamamos inflamación.

Cuando hay un estímulo potente y prolongado a lo largo años se genera una inflamación persistente

hemos podido demostrar que una alta presencia de proteobacterias se asocia a una mayor inflamación, lo que tiene efectos negativos sobre órganos y tejidos, incluido el cerebro

Por ejemplo, si nos damos un golpe en la mano, minutos después se pone roja. Ese rubor, color y forma son los síntomas clásicos de la inflamación como respuesta del organismo para reparar el tejido dañado. El problema aparece cuando no se repara y se cronifica. Cuando hay un estímulo potente y prolongado a lo largo años se genera una inflamación persistente. Esto puede aparecer, por ejemplo, cuando llevamos una alimentación basada en grasas y ultraprocesados.

Hemos hablado de la relación entre el intestino y el cerebro pero, ¿al revés existe comunicación?

Por supuesto, es una relación bidireccional. Cada vez hay más evidencias al respecto. El nervio vago es la principal autopista de contacto entre el cerebro y el intestino. ¿Por qué una autopista? Porque es amplia y permite la entrada y salida de muchísima información. El cerebro, a través de conexiones nerviosas y multitud de transmisores y sustancias, consigue modular la microbiota.

¿Cómo afecta la microbiota a la adicción a la comida?

Esto es algo que hemos estudiado en los últimos dos años, y para ello usamos cuestionarios cada vez más sofisticados, como el Yale Food Addiction Scale.

Primero, evaluamos hasta qué punto una persona es adicta a determinados alimentos. Luego, analizamos su microbiota y vimos que carecían de un género de bacterias llamado Blautia. Este mismo experimento también se realizó en ratones en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Analizamos la microbiota de personas adictas a la comida y vimos que carecían de un género de bacterias llamado ‘Blautia’

Cuando hay un estímulo potente y prolongado a lo largo años se genera una inflamación persistente

La pregunta era clara: si la presencia de esta bacteria era menor en personas con adicción a la comida y en los modelos animales, ¿por qué no les damos Blautia y vemos que pasa? Aunque pareciera sencillo, llevarlo a cabo no lo fue. Tras probarlo en ratones, la presencia de Blautia hizo que disminuyera la adicción a la comida de estos roedores.

Sin embargo, todavía no lo hemos probado en humanos. Lo que hicimos en otro estudio fue dar la ramnosa y lactulosa —unos prebióticos— a estos roedores para demostrar que podían incrementar los niveles de esta bacteria beneficiosa.

¿La ‘Blautia’ es difícil de encontrar en alimentos?

Por ahora no he encontrado alimentos que tengan este microorganismo, pero en nuestra microbiota aparece de forma constante, según los estudios que se han hecho hasta ahora. Podemos decir que la ‘Blautia’ nos hace humanos, aunque sea una especulación salvaje.  

¿Qué es la ferritina y cómo afecta nuestro organismo?

Cuando ingerimos hierro en su forma hemo —como el que lleva la carne— el cuerpo la absorbe con mucha facilidad. Pero, al hacerlo, nuestro organismo reacciona produciendo ferritina, una proteína que encapsula el hierro como un mecanismo de protección. Este proceso es necesario porque es un potente oxidante y puede dañar a los órganos y otros tejidos.

Hay personas que tienen la ferritina alta debido a trastornos de control del hierro como la hemocromatosis, pero desde hace 30 años se ha visto también en personas sanas. Esto podría deberse a la asociación entre los niveles de glucosa en sangre y ferritina.

Pero, ¿qué significa tenerla alta?

El hierro en exceso o en déficit es perjudicial. Si hay poco, puede haber problemas de replicación celular y anemia. Pero, si hay demasiado, el hierro libre oxida tejidos y órganos, por lo que el equilibrio aquí es fundamental.

El exceso de ferritina deteriora la acción de la insulina, genera resistencia y puede llevar a desarrollar diabetes de tipo dos.

analizamos su microbiota y vimos que carecían de un género de bacterias llamado Blautia

En nuestros estudios, hemos visto que el exceso de este metal se acumula en tejidos como el músculo, el hígado y en el tejido adiposo. Esto deteriora la acción de la insulina, genera resistencia y puede llevar a desarrollar diabetes de tipo dos.

¿Cuál es su relación con la inflamación crónica?

Al estudiar las causas que explicaban los niveles de ferritina alta, vimos que en la mitad de los casos también se debía a la inflamación. Es decir que, cuando existe una inflamación aguda importante los niveles de esta proteína pueden subir de manera notable, independientemente del hierro disponible.

¿Cuáles son tus próximos pasos a partir de ahora?

Ya en la parte clínica del estudio hemos visto es que los prebióticos pueden tener efectos beneficiosos en personas con adicción a la comida. Una de las cosas más interesantes que hemos descubierto es que la propia depresión también parece estar asociada a la microbiota.

En este sentido, la dieta aquí tiene un papel clave, sobre todo cuando el consumo de proteína es muy alto. El consumo constante y elevado de proteína se relaciona con el desarrollo de estados depresivos. Para el futuro querríamos ver si podemos evitar o frenar esos mismos procesos.

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons
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