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Este descubrimiento sugiere que la aterosclerosis no es una enfermedad reciente e indica la posibilidad de que haya que mirar más allá de los factores de riesgo actuales para entender las dolencias cardiovasculares.
Los resultados del estudio aparecen en la última edición de la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) y se presentan hoy en las Sesiones Científicas de la Asociación Americana del Corazón en Orlando, Florida (EEUU).
La placa de inscripción del Faraón Merenptah (c.1213-1203 a. C.) del Museo de Antigüedades Egipcias dice que, cuando murió a la edad aproximada de 60 años, padecía aterosclerosis, artritis y caries. Intrigados por el hecho de que la aterosclerosis pudiera haber estado extendida entre los antiguos egipcios, un equipo de cardiólogos de Egipto y Estados Unidos, al que se unieron expertos en egiptología y conservación liderados por Gregory Thomas, investigador y profesor clínico de cardiología de la Universidad de California en Irvine (EEUU) seleccionaron 20 momias del Museo de Antigüedades Egipcias para una exploración con escáner.
El estudio analizó todo el cuerpo de las momias y se centró especialmente en su sistema cardiovascular. Los investigadores descubrieron que 9 de las 16 momias que todavía tenían corazones o arterias identificables en sus cuerpos tras el proceso de momificación presentaban calcificación en la pared de la arteria o en la trayectoria donde debería haber estado la arteria. Algunas momias presentaban calcificación en hasta 6 arterias diferentes.
“La aterosclerosis está omnipresente en los humanos actuales y, a pesar de las diferencias en los estilos de vida actuales y antiguos, descubrimos que era bastante común en los antiguos egipcios de alto nivel socioeconómico que vivían hace unos tres siglos”, afirma Thomas.
Los resultados detectaron un endurecimiento de las arterias en momias egipcias, algunas con 3.500 años de antigüedad, lo que indica que los factores que causan los infartos y los derrames cerebrales no son sólo recientes, sino que también afectaban a los pueblos antiguos.
Todas las momias cuya identidad se pudo determinar eran de un alto nivel socioeconómico y generalmente servían en la corte del Faraón, o eran sacerdotes o sacerdotisas. Comer carne de vacuno, de pato y de oca era frecuente en estos tiempos aunque no se pudo determinar la dieta de ninguna momia.
Mediante un análisis osteológico, el equipo conservacionista y de egiptología pudo estimar la edad de la muerte de todas las momias, así como los nombres y profesiones de la mayoría. De las momias que habían muerto con más de 45 años, 7 de 8 presentaban calcificación y por tanto aterosclerosis, mientras que tan sólo 2 de las 8 que murieron a una edad más temprana presentaban calcificación. Asimismo, se observó calcificación vascular tanto en las momias de hombres como de mujeres.
La egipcia más antigua aquejada de aterosclerosis es Lady Rai, niñera de la Reina Ahmose Nefertiti, que vivió alrededor del 1530 a. C, unos 300 años antes de los tiempos de Moisés y 200 años antes del Rey Tutankhaten, hasta una edad estimada de entre 30 y 40 años .
“Aunque no sabemos si la aterosclerosis causó la muerte de alguna de las momias del estudio, podemos confirmar que la enfermedad estaba presente en muchas de ellas”, asegura Thomas.
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