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Investigadores de la Universidad de Extremadura han comprobado que los niveles de polen de ciertas plantas, como las gramíneas o las cupresáceas, se pueden disparar antes o después del momento álgido de la floración. La “resuspensión” del polen y su dispersión a largas distancias están detrás de este fenómeno, de gran interés para predecir las alergias.
“Por supuesto que existe una relación muy estrecha entre el momento de la liberación del polen de las plantas y los datos que recogen los captadores usados para cuantificar los granos, pero no siempre es así”, explica a SINC Rafael Tormo, botánico de la Universidad de Extremadura y coautor de la investigación.
Su equipo ha detectado retrasos o anticipaciones de hasta una semana entre la presencia de polen en el aire de especies alergénicas de gramíneas (hierbas de géneros como Poa, Agrostis, Bromus o Avena) y de cupresáceas (cipreses y arizónicas) respecto a los de su época de floración.
Según el estudio, que publica el International Journal of Biometeorology, estas diferencias probablemente se deban al fenómeno de la “resuspensión” de los granos, favorecida por el viento y por el transporte desde fuentes de polen distantes.
“Ahora, por ejemplo, en Extremadura todavía no han florecido las encinas y sí lo han hecho en Andalucía, pero si llegara viento del sur los captadores extremeños ya podrían detectar polen de encina”, indica Tormo, quien destaca la relevancia de conocer la fenología en la floración de las plantas para elaborar pronósticos precisos sobre polen para las personas alérgicas.
En la Península Ibérica y en el resto de Europa, las floraciones se desplazan de sur a norte, de tal forma que los captadores “anticipan la floración” si el viento viene del sur. Por el contrario, si el viento procede del norte, pueden registrar polen procedente de latitudes más septentrionales, aunque en el territorio donde estén situados ya haya acabado el periodo de polinización.
Captadores y visitas al campo
Para realizar el trabajo, los científicos han medido desde 2007 las concentraciones de polen con un captador aerobiológico situado en Badajoz. El equipo también se ha desplazado a los parques y campos de los alrededores de la ciudad para verificar in situ el desprendimiento de polen en las plantas, mediante la agitación de las inflorescencias y los conos masculinos.
“La observación directa supone una herramienta muy útil para conocer qué plantas están en flor y evaluar su abundancia, lo que facilita una valiosa información complementaria a los datos de los captadores”, destaca Tormo.
A pesar de los datos de gramíneas y cipreses, los resultados del estudio confirman que para la mayoría de especies arbóreas (encinas, alcornoques, olivos, y plátanos de sombra), así como para las herbáceas como los plantagos, coincide el periodo de floración con los registros de los captadores.
En el caso de las gramíneas, además, se ha observado que la mayor parte del polen presente en el aire procede de unas pocas especies de esta familia, como Dactylis glomerata, Trisetum paniceum, Lolium rigidum, Phalaris minor o Vulpia geniculata.
El grupo de investigación dispone también de captadores en Plasencia (Cáceres) y Santa Eulalia (Badajoz), y planea instalar otro en el sur de Extremadura. “Es como los datos meteorológicos: cuantas más estaciones y años de observación se dispongan, más valiosa será la información”, concluye el investigador.
Referencia bibliográfica:
Rafael Tormo, Inmaculada Silva, Ángela Gonzalo, Alfonsa Moreno, Remedios Pérez y Santiago Fernández. “Phenological records as a complement to aerobiological data”. International Journal of Biometeorology 55 (1): 51–65, 2011. DOI 10.1007/s00484-010-0308-2.
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