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El trabajo estudia 31 yacimientos de Atapuerca

La actividad agrícola desplaza el 90% de las piezas arqueológicas

La búsqueda y la interpretación de piezas arqueológicas que explican la actividad del ser humano en la Prehistoria pueden estar distorsionadas si los asentamientos se ubican en espacios arados. Investigadores españoles acaban de publicar en la revista Geoarchaelology un trabajo de referencia que concluye que la agricultura expande el área de los yacimientos y reduce su densidad ocultando el 90% de las piezas.

Mapa de la Península Ibérica que muestra el área de estudio. Figura: SINC / Marta Navazo.

La distorsión del registro arqueológico por el arado es uno de los obstáculos que encuentran los arqueólogos cuando estudian asentamientos al aire libre, ya que la actividad agrícola entierra entre el 80 y el 90% de las piezas de los yacimientos. Para aproximarse a la realidad arqueológica de las superficies aradas y conocer los cambios que sufren los objetos, investigadores de la Universidad de Burgos han estudiado los movimientos verticales y horizontales de las piezas, así como las alteraciones que sufren los patrones originales. Las conclusiones aparecen en el último número de la revista Geoarchaeology

Marta Navazo y Carlos Díez, ambos investigadores en la Universidad de Burgos, introdujeron 50 piezas en un metro cuadrado de dos campos agrícolas, Los Zarzales (más llana) y El Cuadro (con pendiente), para estudiar cómo la maquinaria agrícola dispersa las piezas arqueológicas. “De las 50 piezas tan sólo cinco eran visibles una vez sembrada la tierra, lo que supone que sólo el 10 % de las piezas de nuestro asentamiento se pudieron registrar mediante la inspección directa del terreno”, señala a SINC Navazo, autora principal del estudio.

Además, la maquinaria agrícola desplazaba las cinco piezas de la superficie a una distancia de 2,9 metros a 110 metros, en la misma dirección que el arado. “Una distancia que deforma el registro original y la interpretación que los arqueólogos hacen de las piezas en un contexto del uso del suelo prehistórico”, explica Navazo.

El estudio demuestra también que los asentamientos aumentan su extensión original cuando se mueven las piezas. El metro cuadrado que simulaba un yacimiento pasó a tener 731 m2.

Para medir los movimientos verticales los investigadores cribaron el sedimento de un asentamiento de Paleolítico medio y del Holoceno situado en un espacio agrario. La investigadora concreta lo observado: “Se ha producido un traslado de objetos de la superficie entre 30 y 40 centímetros de profundidad, destruyéndose la estratigrafía del mismo y mezclando conjuntos de edades diferentes”.

Los científicos han confirmado que las piezas arqueológicas se mueven independientemente de sus dimensiones, sin relación clara con el tamaño. Según el experimento, éstas se mueven en la misma dirección que las máquinas de arado, alejándose entre ellas y dificultando el trabajo de los arqueólogos. A esto se añade la fuerza con la que trabajan las máquinas, que ocultan en profundidad los objetos más pequeños.

Nuevos asentamientos en campos agrícolas

En sus trabajos, los investigadores identificaron 31 asentamientos del Paleolítico medio en 31.400 hectáreas de páramos, terrazas fluviales, orillas de lagos, y laderas de los valles del río Arlanzón y Vena.

De los 31 yacimientos, 23 están localizados en campos de arado agrícola cuya actividad ha modificado las características originales de los asentamientos y la posición de las piezas arqueológicas.

La región, en la que vivía una gran diversidad vegetal y animal, presenta abundantes recursos, como afloramientos de sílex y cuarcita, que atrajeron a los neandertales que pasearon por la Sierra de Atapuerca hace 80.000 años.

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Referencia bibliográfica:

Navazo, Marta; Díez, Carlos. “Redistribution of archaeological assemblages in plowzones” Geoarchaeology 23(3): 323-333 MAY-JUN 2008

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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