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La Comisión Europea (CE) aprobó en los años ’90 una serie de medidas de gestión para evitar la sobreexplotación de los recursos pesqueros. Un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) demuestra ahora que la Política Pesquera Común en Europa ha promovido la extensión de la flota europea hacia ecosistemas más vulnerables como las aguas profundas. No obstante, la próxima reforma de la política pesquera podría revertir la tendencia y alcanzar la sostenibilidad de los recursos marinos.
“La regulación de los recursos pesqueros y de la flota comunitaria no han alcanzado los resultados esperados”. Así lo confirman dos investigaciones españolas que se publican en el último número de la revista Marine Policy y que actualizan todos los datos disponibles en materia de recursos pesqueros europeos.
“La Política Pesquera Común ha reducido de forma drástica la pesca artesanal en las principales comunidades costeras europeas, y ha subvencionado el crecimiento de las flotas de mayor envergadura que faenan en aguas comunitarias, en terceros países, pero sobre todo en pesquerías de aguas a profundidades mayores de 400 metros”, señala a SINC Sebastián Villasante, autor de los estudios, que son fruto de la tesis doctoral dirigida por María do Carme García-Negro, directora del Grupo de Investigación en Economía Pesquera y Recursos Naturales de la USC.
Sólo un número reducido de los stocks de los caladeros comunitarios se habrá recuperado en 2015. “El resto se encuentra en situación de sobreexplotación y declive”, puntualiza el experto en economía pesquera.
La laxitud de los controles, los progresos tecnológicos de las embarcaciones, y “la escasa voluntad de los Estados miembros por reducir su capacidad pesquera” son algunas de las razones por las que la política común ha sido ineficaz. “Esto ha generado una situación de gran fragilidad tanto de los ecosistemas marinos como de la propia industria pesquera”, apunta Villasante.
“La gestión no cooperativa, el elevado volumen de descartes y pesca ilegal, las ‘malas’ subvenciones a la industria por parte de los gobiernos, la búsqueda de la rentabilidad económica a corto plazo, y los ineficientes mecanismos de gobernanza” del mar se suman a la lista de problemas, según el investigador.
Una amenaza para la biodiversidad marina
En los últimos años la flota europea ha experimentado una expansión geográfica y batimétrica “sin precedentes”, que ha afectado sobre todo a especies de elevada longevidad, crecimiento lento y baja fecundidad. Por eso “se requiere extremar las medidas de conservación”, se solicita en el estudio.
Para Villasante, con la creciente demanda del mercado comunitario, la Política Pesquera Común “no ha sido capaz de reducir la importación de productos pesqueros procedentes de países en vías de desarrollo, y también se ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria de comunidades costeras en África, Asia, en América del Sur”.
“Asistimos a una era de globalización económica de la industria pesquera, pero también a una globalización de los efectos sobre los océanos y las comunidades costeras. Ante esto, también es preciso una respuesta global por parte de la comunidad científica y de los gobiernos”, detalla el científico.
Más reservas marinas y nuevas regulaciones
Los resultados de la conferencia sobre la reforma de la Política Pesquera Común celebrada en La Coruña los pasados 2 y 3 de mayo en general son “positivos”, según el experto.
“Se están creando mecanismos de discusión e intercambio de opiniones necesarios entre expertos, industria y administraciones, aunque estos resultados no son vinculantes a efectos de la próxima reforma de la política pesquera común”, advierte el investigador, quien considera que la próxima reforma se presenta como “una inmejorable oportunidad aunque tardía ya que la UE no cumplirá con los compromisos internacionales asumidos en la Cumbre de Johannesburgo para 2015”.
El eje central de la próxima reforma de la política pesquera común será crear más reservas marinas, y “adoptar nuevos mecanismos de reparto de los recursos pesqueros que garanticen la recuperación de los stocks y el mantenimiento del empleo, así como establecer medidas de incentivos a los pescadores para que participen en el proceso de toma de decisiones”, declara el experto.
Para lograr la sostenibilidad pesquera, Villasante propone nuevos objetivos biológicos, ecológicos y económicos para 2020. “Es preciso eliminar los subsidios que incentivan la sobrecapacidad pesquera, establecer mecanismos de protección de la pesca artesanal, crear áreas marinas protegidas según la intensidad pesquera y vulnerabilidad de las especies, y adoptar un régimen de sanción de prácticas no sostenibles de pesca”, concluye el investigador.
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Referencias bibliográficas:
Villasante, S (2010) “Global assessment of the European Union fishing fleet: An update” Marine Policy 34(3): 663-670. doi:10.1016/j.marpol.2009.12.007
Villasante, S., Sumaila, R. (2010) “Estimating the effects of technological efficiency on the European fleet” Marine Policy 34(3): 720-722. doi:10.1016/j.marpol.2009.12.007
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