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Kirk Bloodsworth fue el primer prisionero en ver revocada su pena de muerte con pruebas de ADN. Condenado en 1985, no salió en libertad hasta 1993. Métodos matemáticos desarrollados por investigadores estadounidenses indican que si todos los sentenciados a muerte de EE UU estuvieran bajo amenaza de ejecución de forma indefinida, al menos un 4,1% de las penas serían revocadas.
Un equipo de expertos de derecho, bioestadística y medicina de las universidades de Michigan y Filadelfia han desarrollado un modelo matemático que revela que la mayor tasa de exoneración en cárceles estadounidenses se produce cuando los sentenciados a muerte están bajo amenaza de ejecución.
Ha habido casos muy mediáticos de condenados a muerte que luego fueron liberados, como el recientemente fallecido Rubin Hurricane Carter, un exboxeador que pasó 19 años en la cárcel por tres crímenes que no cometió; o Kirk Bloodsworth, el primer prisionero en ver revocada su pena de muerte con pruebas de ADN. Fue condenado en 1985 por la violación y asesinato de una niña de nueve años y no salió en libertad hasta 1993.
Se ha dicho con frecuencia que el índice de condenas erróneas en Estados Unidos es prácticamente imposible de calcular. Sin embargo, los autores del trabajo que se publica hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), observaron que la proporción más alta de revocación de condenas se producía en los casos en los que los acusados estaban sentenciados a la pena capital.
En el estudio, liderado por Samuel Gross, de la escuela de Derecho de la Universidad de Michigan, se ha utilizado el dato de las exoneraciones en el corredor de la muerte para estimar el índice global de falsas condenas entre los sentenciados.
Tasa alta en el corredor de la muerte
“La alta tasa de exoneración de los condenados a muerte parece estar impulsada por la amenaza de ejecución, pero la mayoría de estos reos son retirados de los corredores de la muerte y condenados de nuevo a cadena perpetua, después de lo cual la probabilidad de exoneración cae bruscamente”, explica Gross.
Los investigadores han utilizado datos de las cancelaciones de condena a muerte en el periodo que va desde 1973, cuando se estableció la forma moderna de pena de muerte en Estados Unidos, y 2004. La información fue aportada por el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, una organización sin ánimo de lucro que estudia las exoneraciones entre condenados a la pena capital en EE UU.
El autor principal señala que en el modelo han utilizado la función de supervivencia Kaplan Meier, un estimador no paramétrico utilizado habitualmente en epidemiología. “Calculamos que si todos los sentenciados a muerte en Estados Unidos estuvieran bajo una amenaza de ejecución de forma indefinida, al menos un 4,1% sería exonerado. Y creemos que es un cálculo muy conservador de la proporción de falsas condenas entre sentencias de muerte en nuestro país”, concluye el investigador.
Referencia bibliográfica:
Samuel R. Gross, Barbara O Brien, Chen Hu y Edward H. Kennedy. “Rate of false conviction of criminal defendants who are sentenced to death”. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 27 de abril de 2013.