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Un trabajo de investigadoras de EE UU sugiere que las mujeres practicaban la caza en la mayoría de poblaciones de recolectores de todo el mundo. Las autoras han analizado los datos disponibles de los últimos cien años en más de 60 comunidades de América del Norte y del Sur, África, Australia, Asia y la región oceánica, que coinciden con los hallazgos arqueológicos datados del Holoceno.
Hay un mito sobre los roles de género en las sociedades en las que sus miembros obtenían sus alimentos mediante la caza, la pesca y la recogida de plantas silvestres. Acerca de estas comunidades humanas en las que aún no se practicaba la agricultura se ha dicho históricamente que los hombres eran los cazadores y las mujeres, las recolectoras.
Ahora, el análisis de los datos provenientes de docenas de sociedades de cazadores-recolectores en todo el mundo revela que las mujeres cazaban en al menos el 79 % de ellas, lo que se opone a la idea extendida de que únicamente los hombres salían a cazar mientras las mujeres recogían raíces y frutos.
Los resultados de este trabajo de investigación, presentados por un equipo científico de la Universidad Seattle Pacific y la Universidad de Washington (Estados Unidos), se publican esta semana en la revista PLOS ONE.
Frente a la creencia generalizada de que en las sociedades de cazadores-recolectores los hombres y las mujeres se dedicaban a tareas excluyentes y diferenciadas, estas investigadoras presentan evidencias arqueológicas que sugieren que los roles en la mayor parte de esas poblaciones eran flexibles. De hecho, las pruebas que cuestionan este paradigma en la forma de obtener alimentos proceden de la historia y la prehistoria de la humanidad, según la presentación del estudio estadounidense.
Nuestros resultados muestran que en la mayoría de los grupos de recolectores, tanto mujeres como hombres practican la caza
"Nuestros resultados muestran que en la mayoría de los grupos de recolectores, tanto las mujeres como los hombres practican la caza", declara a SINC Cara Wall-Scheffler, autora principal del artículo.
La otra constatación crucial es que las mujeres cazan independientemente de su condición de madres.
La investigadora añade que les sorprendió “la cantidad de información disponible que corrobora que las mujeres cazan voluntariamente y no solo de forma ocasional”. Por ejemplo, en el caso de algunas de estas comunidades se han encontrado los restos de mujeres enterradas junto a utensilios destinados a la caza mayor.
Asimismo, estudios arqueológicos recientes han demostrado que las mujeres no solo cazaron, sino que además fueron a la guerra durante todo el linaje de Homo Sapiens.
Algunos investigadores han sugerido que el papel de la mujer como cazadora se limitaba al pasado, y que las sociedades más recientes seguían el paradigma del hombre como cazador y la mujer como recolectora. Para investigar esa posibilidad, el equipo científico evaluó datos de los últimos 100 años en el ámbito de 63 sociedades de recolectores de todo el mundo, incluidas comunidades de América del Norte y del Sur, África, Australia, Asia y la región oceánica.
Los registros del último siglo corroboran los hallazgos arqueológicos datados del Holoceno que muestran que las mujeres de una amplia gama de culturas cazaban intencionadamente para subsistir.
“Para este estudio hemos revisado toda la bibliografía etnográfica en la que se recogen detalles de expediciones de caza”, advierte Wall-Scheffler. En la mayoría de los grupos de recolectores, son personas de ambos sexos quienes “practican la caza”, enfatiza la investigadora.
Otra de las conclusiones que se desprende del estudio es que, en muchas de estas sociedades cazadoras de animales, las mujeres no solo eran expertas sino que además desempeñaban un papel decisivo en esta tarea, debido a la destreza con que se manejaban. De hecho, las mujeres participaban asimismo de forma activa en la enseñanza de estas actividades, y solían emplear mayor variedad de armas y estrategias de caza que los hombres.
Además, más del 70 % de la caza realizada por las mujeres parece ser intencionada, en contraposición a las oportunidades para cazar animales que se les presentaban mientras ejecutaban otras actividades. Concretamente, esta práctica femenina deliberada parece haber tenido como objetivo a animales de todos los tamaños, sobre todo las especies de caza mayor.
No obstante, las responsables de este trabajo señalan que precisamente los estereotipos históricos habrían influido sobre estudios precedentes, dado que, por ejemplo, algunos investigadores se habrían mostrado reacios a interpretar como herramientas de caza los objetos localizados junto a los restos óseos de mujeres.
Hay evidencias alrededor de todo el mundo que demuestran que las mujeres participan en la caza con el fin de sobrevivir en la mayoría de las culturas
Por ello, las científicas piden una reevaluación de esos datos, a fin de evitar aplicar erróneamente la idea segmentada de los hombres como cazadores y las mujeres como recolectoras. “Hay evidencias alrededor de todo el mundo que demuestran que las mujeres participan en la caza con el fin de sobrevivir en la mayoría de las culturas”, refuerza Wall-Scheffler.
Entretanto, la autora adelanta que continuarán indagando sobre otros aspectos de la asignación de roles de género en sociedades tradicionales. “Ahora estudiamos temas como la movilidad de las mujeres desde una perspectiva evolutiva, para describir cómo las mujeres han evolucionado para ser excelentes caminantes de larga distancia", relata. Asimismo, detalla, "hay colegas que están recopilando información sobre la frecuencia con la que las mujeres cargaban a los bebés en sus fulares a la espalda, durante las cacerías".
Referencia:
Wall-Scheffler C. et al. “The Myth of Man the Hunter: Women’s contribution to the hunt across ethnographic contexts”. PLoS ONE (2023)