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Tras el brote de casos de meningoencefalitis provocados por el virus del Nilo Occidental en Andalucía han surgido diversas incógnitas, en particular sobre las especies de mosquitos implicadas. Culex perexiguus y Culex pipiens, autóctonas de España, son los principales vectores de este virus, que reside en muchas aves e infecta a caballos y humanos. El Aedes japonicus, aunque tiene capacidad de transmitirlo, no está en el sur de España ni parece ser el responsable del brote de esta semana.
La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía confirmó este jueves la existencia de doce casos de meningoencefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental en los municipios sevillanos de Coria del Río y La Puebla del Río, situados en las marismas del Guadalquivir.
Este virus (WNV, por sus siglas en inglés) es un agente infeccioso del género Flavivirus, que es también responsable de otras enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue y el Zika. Se descubrió en la década de los 40 del siglo pasado, en la cuenca ugandesa del Nilo Occidental, y fue identificado más tarde en Egipto (1942) e India (1953), según detalla Manuel Peinado en The Conversation.
Estas son algunas claves a destacar de este agente patógeno que ha generado esta semana un brote de casos en Andalucía.
El responsable de Entomología de Mosquito Alert y miembro del Servicio de Control de Mosquitos del Consell Comarcal del Baix Llobregat, Roger Eritja, explica a SINC que los vectores más habituales de este virus en el sur de España son el Culex perexiguus y el Culex pipiens, este último más conocido como mosquito común y uno de los enemigos de las noches de verano de los humanos.
“[El mosquito común] es el vector principal. Está en las habitaciones, pica de noche, espera que la gente se vaya a dormir y revolotean, estropean el sueño y pican”, detalla este experto, agregando que en España hay un total de 62 especies autóctonas de las que muchas tienen capacidad de transmitir el WNV. “Pero en Andalucía, los vectores son el perexiguus y el pipiens”, aclara.
Eritja advierte que se está identificando erróneamente al Aede japonicus o mosquito japonés como el responsable de estos casos de WNV. Aunque sí es cierto que puede transmitir el virus, este insecto no se encuentra en el sur de España, aparte de que en Andalucía “ya hay especies suficientes para transmitirlo sin necesitar de ninguna especie exótica”.
Esta especie, identificada por Mosquito Alert hace dos años en Asturias, se encuentra principalmente en bosques caducifolios de zonas húmedas frescas de montaña, “lo cual tiene muy poco sentido encontrarlo en el sur. Es como pensar que hay jirafas en el Pirineo”, ejemplifica.
El virus del Nilo Occidental puede producir una infección a humanos, caballos y otros mamíferos. Según la Organización Mundial de la Salud, el virus no presenta síntomas en un 80 % de las personas infectadas. El 20 % restante puede desarrollar la fiebre del Nilo Occidental, una enfermedad que se caracteriza por fiebre, cansancio, dolores de cabeza y corporales, náuseas, vómitos y en menor medida erupciones cutáneas en el tronco y agrandamiento de ganglios linfáticos. El periodo de incubación suele durar entre tres y 14 días.
En los casos más graves, que se dan en una de cada 150 personas infectadas, se puede desarrollar una enfermedad neuroinvasora, como la encefalitis, meningitis o poliomielitis del Nilo Occidental. Los síntomas de esta última son dolores de cabeza, fiebre alta, rigidez de nuca, estupor, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis.
Aunque estas afecciones pueden presentarse en personas de cualquier edad, los mayores de 50 años y personas con inmunodeficiencia tienen mayor riesgo.
El WNV es un virus de las aves, principales reservorios y también víctimas de las enfermedades que provoca, “con una importante mortalidad y a veces de forma súbita”, detalla Eritja.
Así, los mosquitos vectores adquieren el virus picando a las aves para, posteriormente, atacar a humanos y en menor medida a caballos, completando así la transmisión. Estos pájaros, agrega el experto, pueden ser autóctonos y traer el virus en su migración.
El entomólogo aclara que el virus, una vez llega a una persona –o a un caballo–, se encuentra con un callejón sin salida: “Ninguno de ellos resulta infectivo, ni siquiera con un mosquito de por medio”, subraya.
Por lo tanto, un mosquito que pica a una persona enferma no adquirirá suficientes virus para transmitir a otra persona que puede picar después, al tiempo que ni los humanos –ni los caballos– tienen capacidad para transmitirse el virus entre sí.
Tanto los mosquitos como los virus son sensibles a las condiciones ambientales, esto es, a las temperaturas: “Este tipo de eventos se van a dar en verano, por mucho que haya mosquitos en invierno en alguna zona”, afirma Eritja.
Así, lo que necesita el WNV para transmitirse es: una gran cantidad de aves, que estas porten una suficiente carga de virus y un importante número de mosquitos para que, por probabilidad, puedan ser vectores de este virus a los humanos.
El investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y especialista en WNV, Jordi Figuerola, ha apuntado en una entrevista a la Agencia EFE que, durante los meses de confinamiento por la pandemia de coronavirus y gracias a las abundantes lluvias primaverales en Andalucía, las poblaciones de mosquitos transmisores de este virus han podido aumentar de manera inusual.
Roger Eritja, además de ver muy favorable esta hipótesis y otorgarle “credibilidad total” al experto de Doñana, recalca que desde Mosquito Alert están observando qué influencia tiene la disminución de la movilidad humana en la dispersión de los mosquitos, como el Aedes albopictus o mosquito tigre.
Por otro lado, cree que durante los meses de confinamiento los focos de cría que la gente puede tener en su segunda residencia –a la que estaba prohibida acudir durante los meses de fuerte aislamiento nacional– habrían quedado desatendidos, aumentando así las poblaciones de mosquitos en verano.
El tratamiento para el WNV en humanos consiste en mitigar los síntomas, sin que haya medicamentos o antivirales específicos para la enfermedad.
No hay una vacuna humana para el virus, aunque sí se han elaborado vacunas veterinarias para los caballos. La mejor prevención ante el virus es evitar las picaduras de mosquito.
El método más eficaz para luchar contra el mosquito común es limitar su población antes de alcanzar su etapa adulta, que es cuando los insectos tienen la capacidad de picar. “Desde que apareció nuestro servicio [Control de Mosquitos del Baix Llobregat] en 1983, se hace un control con insecticidas a gran escala en el campo con buenos resultados”, señala este experto, agregando que esta es una tarea que está normalmente asignada a la administración local, pese a ser un problema que desborda el ámbito municipal.
Si esto ya no es posible, la prevención pasa por la protección con mosquiteras o repelentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, agrega a estas recomendaciones el uso de ropas de color claro, prendas de manga larga y pantalón y evitar actividades al aire libre en las horas de más picor de mosquitos, es decir por la noche.