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Los castores europeos convivieron con los primeros europeos en Atapuerca (Burgos) desde hace 1,4 millones de años, según demuestran los abundantes fósiles hallados por un equipo de la Universidad de Zaragoza. Sin embargo, no existen pruebas de aprovechamiento de la carne o la piel de estos animales por parte de los neandertales, como hicieron posteriormente los europeos hasta la Edad Media. El trabajo evidencia que estos animales no deberían tratarse como una especie invasora.
Las evidencias más modernas arqueo-paleontológicas, encontradas en Castilla (Atapuerca), Aragón (Bilbilis, cerca de Calatayud) y en Cataluña (Gavá), confirman la convivencia del castor europeo (Castor fiber) con los hombres españoles en la época romana. Aparte de las evidencias fósiles, hay referencias escritas, sobre castores en el Ebro hasta época musulmana, aunque estas citas carecen de evidencias arqueológicas o paleontológicas.
Ahora, un estudio publicado en Quaternary International demuestra que el castor europeo convivió junto con los neandertales en las comunidades cántabra, navarra, las dos Castillas, Madrid y Valencia, así como con los primeros Homo sapiens que pisaron el territorio correspondiente a las dos Castillas, Navarra, Aragón, Cataluña, Andalucía y Portugal.
Sin embargo, "no existen pruebas de aprovechamiento de la carne o la piel de los castores por parte de estos humanos en Atapuerca, como posteriormente sí hicieron los europeos hasta la Edad Media", asegura Gloria Cuenca Bescós, autora principal del trabajo y paleontóloga del grupo Aragosaurus del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza, para quien estos animales no deberían tratarse como una especie invasora.
Castores, mamíferos muy sociables
Las familias de castores están formadas por los padres y las crías del primer y segundo año, que viven en el grupo familiar hasta que se independizan. Los “hermanos mayores” ayudan a sus padres a cuidar y alimentar a los más jóvenes. Además, aunque se hagan independientes, las crías forman su nueva familia en las cercanías de su lugar de origen, si el hábitat y la disponibilidad de territorios son los adecuados.
Los castores, al igual que los humanos, modifican su territorio. Por su forma de vida y especialmente por su habilidad para la construcción de diques y presas hechos de troncos y ramas de árboles, donde se refugian en invierno, crían a su prole, creando pequeños embalses. Según científicos estadounidenses y europeos, los castores son una especie esencial de los ecosistemas acuáticos, “ingenieros” en ríos de tamaño medio, que ejercen una influencia positiva en la recuperación de sus orillas y especialmente de los humedales asociados a los ríos, que favorecen el asentamiento de numerosas aves, especialmente las acuáticas.
El castor es además un gran mamífero adaptado a la vida acuática, lo que lo hace único. Su particular modo de vida, ligado al agua y al bosque, proporciona información reveladora del paisaje y del clima. Su historia evolutiva en España se remonta a rocas del Mioceno donde se encontraron los primeros fósiles, cuando el ser humano aún no había aparecido. Restos fósiles de la familia de los castores se han encontrado en localidades aragonesas como Peñalba (Huesca).
Referencia bibliográfica:
Cuenca-Bescós, G. Rossell, J., Morcillo-Amo, A., Galindo-Pellicena, M.A., Santos, E. Moya-Costa, R. 2015. "Beavers (Castoridae, Rodentia, Mammalia) from the Quaternary sites of the Sierra de Atapuerca, in Burgos, Spain". Quaternary International. QUATINT-D-15-00656. JQI5652.
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