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Los intentos de fraude en una prueba de paternidad modifican el protocolo de actuación en pruebas de ADN

La detección de un intento de fraude en la toma de muestras de saliva para un análisis de ADN está modificando el protocolo de actuación de los forenses: se empieza a incluir la obligación de que el donante se enjuague ante un testigo. El intento de fraude se produjo en una prueba de paternidad, cuando el donante mezcló su saliva con la de otra persona. El caso ha sido descrito en un artículo publicado en la revista de la American Academy of Forensic Sciences.

El profesor José Antonio Lorente Acosta. Foto: UGR.

Investigadores de todo el mundo vienen realizando habitualmente pruebas de paternidad. Las muestras se toman normalmente de las células de la boca y saliva, a partir de las cuales se hacen los análisis de ADN.

El equipo del doctor José Antonio Lorente Acosta (director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada) realiza estos estudios forenses por encargo de los tribunales de justicia en casos de pruebas de paternidad, para la identificación de posibles delincuentes o para elaborar bases de datos de ADN (como se hace en el caso de familiares de desaparecidos).

La detección de un intento de fraude en un caso de prueba de paternidad realizado en 2007 está cambiando la forma de actuar de los equipos forenses en casos similares. El equipo del doctor Lorente tropezó con un caso extraño: el análisis de la saliva (células epiteliales del interior de la boca) tomada de una persona sometida a una prueba de paternidad daba un resultado incongruente, un ADN que no podía ser del hombre al que se había realizado la prueba.

La revisión del análisis mostró que se había seguido el trámite habitual: el sospechoso se había lavado la boca y después se habían tomado las muestras con un hisopo de algodón. Tras la repetición de los análisis, sólo era posible una conclusión: en la boca de ese señor había ADN de dos personas. Descartadas, pues, otras posibilidades, la cuestión era, ¿cómo era esto posible? Citamos a la persona, le mostramos el resultado y le explicamos que sospechábamos que había manipulado las muestras, algo que -por tratarse de un proceso en investigación judicial- podría traerle consecuencias graves. Ante las evidencias, reconoció que, poco antes de que se le tomasen las muestras, se introdujo en la boca saliva de otra persona que llevaba guardada en un botecito.

Se trataba de un intento de eludir la responsabilidad en un caso de demanda de paternidad extramatrimonial, reconoció que al mezclar su saliva con la de otra persona pretendía engañar a los expertos en genética forense y, a través de estos, al juez. Tras repetir la prueba quedó comprobado que era el padre biológico en ese caso de investigación judicial (probabilidad mayor del 99.999998%).

Consecuencias

El caso referido tiene especial importancia porque es la primera vez que se ha descrito la mezcla de muestras de saliva con el fin de alterar unas pruebas de ADN; antes se habían descrito intentos de manipulación de muestras de sangre (con transfusiones antes de que se tomen las muestras, por ejemplo).

"Hay que destacar" –señala Lorente- "que la alteración de pruebas de ADN es prácticamente imposible sin que sea detectado por expertos forenses, pero este caso llamó el interés de la comunidad científica tras su publicación en la revista de la American Academy of Forensic Sciences. Y la razón de ello es obvia: plantea la necesidad de tomar medidas especiales para evitar el error de los expertos y que el crimen o el fraude se produzcan, o queden sin castigo. A partir de esta publicación, muchos protocolos de toma de saliva para análisis forenses (casos de paternidad, sospechosos de delitos, bases de datos de ADN) incluyen la obligatoriedad de que el donante de saliva se enjuague la boca con agua delante de un testigo, inmediatamente antes de que se introduzca el hisopo para tomar las muestras de saliva".

Este caso fue estudiado por expertos del FBI (EE UU) interesados en evitar posibles intentos de manipulación de las pruebas, uno de ellos, el doctor Bruce Budowle, es co-autor del trabajo.

Fuente: UGR
Derechos: Creative Commons
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