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Nubes volcánicas, homínidos fósiles y musarañas venenosas

Un nuevo estudio publicado por un grupo de investigadores del Institut Català de Paleontología en la revista Journal of Vertebrate Paleontology nos devela los pecularies hábitos alimenticios de una musaraña venenosa que vivió hace cinco millones de años.

Reconstrucción de la musaraña venenosa, Beremendia fissidens.  Autor de la reconstrucción: Oscar Sanisidro
Reconstrucción de la musaraña venenosa, Beremendia fissidens. Autor de la reconstrucción: Oscar Sanisidro.

Las nubes de ceniza volcánica representan la imprevisibilidad. Los europeos, a día de hoy, lo tenemos muy presente gracias a los atípicos cambios atmosféricos de los últimos dos meses. Pero los imprevistos provocados por el vulcanismo han afectado a nuestros antepasados desde siempre. También cuando hace casi 2 millones de años, pisaron por primera vez Europa. Así lo demuestran las capas de ceniza volcánica del yacimiento paleoantropológico de Dmanisi (Georgia). Por aquel entonces, la erupción de un volcán cercano no se traducía en la cancelación de un vuelo, sino en algo más grave: la escasez de alimento en las inmediaciones. Y aunque nos parezca menos evidente en la actualidad, tal y como pasa siempre, estos fenómenos no sólo afectan a los humanos, sino a todos los demás animales de la zona.

Un grupo de paleontólogos ha dado respuesta a cómo se las ingeniaba una musaraña venenosa que vivió en el periodo comprendido entre los 5 millones y 500.000 años atrás, para sobrevivir a las adversidades ambientales. Sus capacidades venenosas fueron descubiertas hace 3 años por investigadores de Atapuerca, pero interpretadas como una adaptación a la caza de grandes presas, tal y como ocurre en muchos de los pequeños animales que poseen glándulas de veneno. Gracias a los fósiles de Dmanisi (Georgia) y Almenara-Casablanca (Castellón), se ha demostrado que este pequeño mamífero extinto se alimentaba de invertebrados como caracoles o escarabajos. En este contexto, el veneno que producían no era útil como arma letal, sino más bien como anestesiante. Algunas musarañas actuales utilizan un mecanismo parecido, aunque mucho menos sofisticado, para dormir a sus presas y mantenerlas vivas hasta el momento de ingestión. Esto aseguraba que sus madrigueras siempre contasen con una despensa de "alimentos frescos" en forma de animales paralizados, posibilitando la supervivencia ante la incertidumbre del medio, bien fuera por las inclemencias del tiempo, bien por lluvias de cenizas volcánicas o por cualquier otro fenómeno imprevisto.

Todo un ejemplo a seguir como especie previsora. Quizás como usuarios de las aerolíneas europeas deberíamos plantearnos también 'incorporar' alguna nueva adaptación que nos permita sobrellevar tanta imprevisibilidad, dados los tiempos que corren.

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Referencia bibliográfica:

Furió M., Agustín, J., Mouskhelishvili, A., Sanisidro, Ó. & Santos Cubedo, A. 2010. The Paleobiology of the extinct venomous Shrew Beremendia (Soricidae, Insectivora, Mammalia) in relation to the Geology and paleoenvironment of Dmanisi (Early Pleistocene, Georgia). Journal of Vertebrate Paleontology, 30 (3): 928-942.

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Fuente: Institut Català de Paleontologia
Derechos: Creative Commons
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