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La misión Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea realiza esta semana una maniobra de asistencia gravitatoria en nuestro planeta de camino hacia su objetivo final, el Sol. Durante esta etapa la nave cruzará dos nubes de basura espacial en uno de los sobrevuelos “más arriesgados hasta ahora para una misión científica”.
La sonda Solar Orbiter se prepara para comenzar su misión científica principal de exploración del Sol, pero antes deberá regresar y hacer un sobrevuelo de la Tierra, durante el que tendrá que atravesar las nubes de desechos espaciales que rodean el planeta.
El sobrevuelo, que “será el más arriesgado hasta ahora para una misión científica”, se producirá el próximo día 27. A las 04.30 h (hora GMT) la nave estará en su aproximación más cercana, a solo 460 kilómetros sobre el norte de África y las españolas islas Canarias, casi tan cerca como la órbita de la Estación Espacial Internacional, según informó la Agencia Espacial Europea (ESA), quien lidera la misión en colaboración la NASA.
La maniobra es esencial para disminuir la energía de la sonda y alinearla para su próximo paso cerca de nuestra estrella, aunque existe “un pequeño riesgo de colisión” con algún resto de basura, por lo que el equipo de operaciones controlará la situación de cerca y alterará su trayectoria en caso de peligro.
La nave debe atravesar dos regiones orbitales, cada una de las cuales está poblada de desechos espaciales. El primero es el anillo geoestacionario de satélites a 36.000 kilómetros y el segundo es la colección de órbitas terrestres bajas (a unos 400 kilómetros), por lo que existe un riesgo de colisión en cuatro puntos de la trayectoria.
El regreso a las cercanías de la Tierra ofrece a Solar Orbiter una “oportunidad única” para estudiar su campo magnético, que es “la interfaz de nuestra atmósfera con el viento solar”, la corriente constante de partículas emitidas por el Sol.
Solar Orbiter fue lanzada en febrero de 2020 y desde el pasado julio está en fase de crucero. La sonda ya ha hecho su primera aproximación al Sol, a 77 millones de kilómetros y ha proporcionado datos activando parte de sus instrumentos.
Uno de los que ya está en acción es el Detector de Partículas Energéticas (EPD), cuyo investigador principal es astrofísico de la Universidad de Alcalá (Madrid) Javier Rodríguez-Pacheco, que ha estado tomando medidas del viento solar y otras condiciones alrededor de Solar Orbiter.
Aunque la sonda no está aún en la fase de la misión que permite un modo de ciencia completa, ya ha generado mucha información, y se prevé que en diciembre vean la luz más de cincuenta artículos con su resultados.
De ellos, una veintena usan datos del EPD, que ha demostrado ser uno “de los instrumentos más fiables” y sus datos, unos de los más utilizados por la comunidad científica, destacó Rodríguez-Pacheco.
Tras el sobrevuelo terrestre, Solar Orbiter volverá a poner rumbo a la estrella y, en marzo, realizará un segundo paso cercano, a solo 50 millones de kilómetros, un tercio de la distancia entre el Sol y la Tierra.
Ese nuevo acercamiento proporcionará nuevas imágenes y datos, por ejemplo, de las enigmáticas “fogatas” que Solar Orbiter detectó durante su primer sobrevuelo por las proximidades del Sol
Esas fogatas podrían contener pistas sobre por qué la atmósfera exterior de la estrella tiene una temperatura de millones de grados, mientras que en la superficie es solo de miles, lo que aparentemente desafía la física.