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Un estudio español analiza el impacto del turismo en la fauna de la Antártida

Según la International Association of Antartica Tour Operators (IAATO), 46.000 personas visitan este continente cada año. La preocupación por mantener esta zona es cada vez mayor, puesto que su conservación es fundamental para mantener el equilibrio ecológico de la Tierra. A la espera de una cvaloración precisa de las consecuencias ambientales del turismo antártico comercial, un estudio español lanza ahora las primeras un conclusiones: los visitantes oficiales suponen sólo el 30% del impacto real.

Pablo Tejedo, del IE Universidad, participa en el estudio.
Pablo Tejedo, del IE Universidad, participa en el estudio.

Determinar hasta qué punto el turismo afecta al equilibrio ecológico de este continente y conocer los cambios que genera en él la presencia del ser humano es el objeto de la investigación dirigida por Javier Benayas, científico de la Universidad Autónoma de Madrid, en la que ha participado Pablo Tejedo.

En una primera toma de contacto, los investigadores pasaron tres semanas en el continente de hielo, evaluando los efectos del turismo. Una de sus primeras conclusiones es que los datos facilitados por la Organización Internacional de Tour Operadores (IAATO, por sus siglas en inglés) se quedan muy cortos y que los 46.000 visitantes oficiales suponen sólo el 30% del impacto real.

“Teníamos cierta confianza, pero hemos comprobado revisando los datos y contrastándolos con los de otros investigadores y gestores de las bases antárticas que podríamos estar hablando de 70.000 personas, porque no se han contabilizado ni todos los barcos ni las visitas de los propios guías ni de la tripulación. Aunque no sean turistas que han pagado por ello, son personas que bajan a tierra e impactan”, explica Tejedo.

Aunque de momento estos investigadores no se encuentran en situación de asegurar que el turismo afecta gravemente a las colonias (existen estudios que certifican que las visitas son inocuas en los éxitos reproductivos de las especies antárticas), ya han registrado algunos cambios poblacionales en algunos grupos que han sido visitados por turistas.

“Ahora mismo estamos desarrollando varios estudios para comprobar si es un fenómeno generalizado o puntual, pero estamos hablando de unos determinados niveles de turismo. Si cada año se va incrementando, podríamos hablar de un problema más serio y más grave”, puntualiza el investigador.

Los lugares en los que es posible bajar a tierra son muy reducidos, y casi todos los cruceros suelen hacer los mismos recorridos deteniéndose en zonas en las que se desarrolla una parte importante del ciclo vital de la fauna. “Es lo que nosotros llamamos oasis antárticos. Zonas que se quedan libres de hielo en verano, que son ocupadas por los pingüinos, por las focas, por los elefantes marinos para reproducirse”.

Otro de los peligros que conlleva el turismo antártico es la posibilidad de accidentes catastróficos, poco habituales hace unos años, pero en progresión. Esto se debe, además de al mayor número de buques, a que el cliente cada vez quiere una visita más exclusiva y obliga a los operadores turísticos a diseñar visitas más arriesgadas. La Antártida está declarada Patrimonio de la Humanidad, además de ser un continente dedicado a la Ciencia y la Paz. Cualquier cambio que se produce permanece mucho tiempo.

Turismo sí, pero regulado

Para que el turismo en la Antártida sea sostenible el primer paso es la regulación del sector y la limitación del número de cruceros y de impactos. “Nosotros no estamos en contra del turismo, es algo muy difícil de evitar, y que además no es deseable evitar”. Por el contrario, para el equipo de investigación en el que participa Tejedo, este estudio “es una oportunidad para gestionar mejor un tipo de turismo y hacer que no sea impactante”. Para ello proponen certificar a los guías, controlar mediante otros barcos las rutas de los cruceros turísticos y evitar que desembarquen en zonas prohibidas.

Esta investigación forma parte de la campaña antártica española 2008/2009. Es uno de los 25 proyectos desarrollados por científicos españoles que están financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación en el marco del Año Polar Internacional. Aunque los primeros pasos se remontan a 2002, fue en 2007 cuando presentaron una acción complementaria; un proyecto de un año para diseñar una investigación a más largo plazo.

El objetivo ahora es “proponer un estudio a cinco años para elaborar un plan de seguimiento del impacto de los turistas centrado en Isla Decepción, una zona que está en el top ten de los lugares más visitados por turistas” y en con la que España siente un cierto compromiso, puesto que la base Gabriel de Castilla lleva instalada allí desde 1989.

Durante las primeras tres semanas los investigadores han realizado entrevistas con otros científicos, guías, tour-operadores, además de colectivos locales. También han realizado mediciones a nivel de suelo, cambios físico biológicos e indicadores microbiológicos, que actualmente están tratando. “Ahora estamos trabajando en una batería de indicadores que luego podamos cruzar”, en las posibles expediciones a la Antártida.

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
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