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El uso de suspensiones coloidales de plata para tratar diferentes infecciones y enfermedades está en auge en varios países de Europa. Sin embargo, científicos en Estados Unidos han demostrado recientemente que nanopartículas de plata se disuelven bajo las mismas condiciones ácidas del estómago, produciendo iones de plata potencialmente peligrosos para la salud. Estos descubrimientos podrían explicar los efectos asociados a la ingesta prolongada de plata coloidal como la coloración de piel, conocida como argiria.
El uso de plata en sus diversas formas ha sido frecuente desde la antigüedad para tratar infecciones y todo tipo de enfermedades. Así, los fenicios ya utilizaban recipientes de este material para almacenar agua y vino. Ello se debe a las propiedades bactericidas de los iones de plata (Ag+), los cuales son capaces de matar bacterias a concentraciones suficientemente elevadas.
Aunque su popularidad decreció a partir de los años 40 del siglo XX gracias al auge de los antibióticos modernos, desde los años 90 del siglo pasado la plata se ha popularizado de nuevo también en su forma más pequeña: la plata coloidal. Este término designa suspensiones de partículas metálicas de plata en agua, con tamaños del orden de nanos hasta micrómetros.
Unos de los defensores más entusiastas de la plata coloidal en Alemania, Josef Pies y Uwe Reinelt, han llegado a definirla como "nuestro segundo sistema inmunológico". Estos, como también otros autores, han sugerido que la ingesta de plata coloidal puede ser útil para tratar y prevenir un gran número de enfermedades, incluidos el cáncer y el sida.
Contrariamente, las autoridades sanitarias advierten de los potenciales riesgos para la salud de la ingestión de plata coloidal. Por ejemplo, la Food and Drug Administration (FDA) no la considera segura desde 1997. Sin embargo, preparados de plata coloidal, así como generadores para fabricar las suspensiones en casa, se pueden comprar en varios países de Europa.
Las advertencias de las autoridades sanitarias acerca del peligro asociado a la ingestión de plata coloidal se basan en la falta de evidencias científicas que sustenten su eficacia terapéutica, así como en los estudios que demuestran su toxicidad
En resumen, la situación actual es la siguiente: la plata nanoscópica se utiliza y se acepta, de momento, como segura para su uso externo (tejidos, recubrimientos) mientras que existen serios recelos por parte de la comunidad científica acerca de su seguridad por vía oral.
Los intensos esfuerzos realizados en los últimos años por los toxicólogos para evaluar los peligros asociados al uso en general de nanopartículas podrían, sin embargo, dar un drástico vuelco a esta concepción. Hasta el momento, el principio que regía la evaluación de los riesgos para la salud y el medio ambiente de nuevos materiales era el de "seguro hasta que se demuestre lo contrario".
Sin embargo, en los últimos años se está imponiendo el principio de precaución: un material no puede ser declarado seguro hasta que se demuestre este hecho.
La aplicación de este nuevo principio ya ha llevado a algunas instituciones alemanas a postular que la industria debería abstenerse de fabricar materiales que contengan plata nanoscópica hasta que se demuestre que los productos resultantes son seguros.
Principio de precaución
Volviendo al caso concreto de la plata coloidal, es decir, la plata suspendida en agua, el autor de este artículo tuvo la posibilidad, no hace mucho, de hablar con un convencido consumidor de este producto en Berlín. En el escaparate de su tienda se podían encontrar los libros de Pies y Reinelt, los defensores de la plata coloidal.
La persona llevaba quince años consumiendo este tipo de preparados y estaba convencido de su eficacia. Mi acompañante aquel día no entendía una palabra de alemán, pero me comentó: "Este señor no tiene muy buena cara". Yo le respondí: "No conozco el estado de salud de este señor pero, ¿sabías que una ingesta excesiva o prolongada de plata puede llevar a que tu piel cambie de color?".
Y no estaba bromeando. Si ustedes, como mi acompañante, tampoco me creen, lean la literatura científica existente al respecto. Y si aun así, siguen sin creerme, piensen, por favor, en el principio de precaución.
Guillermo Orts-Gil es doctor en química física por la Universidad Técnica de Berlín (TUB) e investigador del Instituto Max Planck de Coloides e Interfases (MPIKG). Combina sus actividades investigadores con la divulgación científica.