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Crónica de un impacto en Júpiter

El pasado 19 de julio un objeto desconocido impactó cerca del Polo Sur de Júpiter, y rápidamente cientos de astrónomos de todo el mundo dirigieron hacía allí sus telescopios. El Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco ha sido uno de los equipos internacionales que ha participado en las mediciones de este raro evento planetario. Ésta es la crónica de una ajetreada semana astronómica.

Mancha dejada en Júpiter tras el impacto, e imagen de la Tierra para comparar el tamaño. Imagen: Telescopio Keck II - Paul Kalas (UCB), Michael Fitzgerald (LLNL/UCLA), Franck Marchis (SETI Institute/UCB), James Graham (UCB).

“Mira el correo, Santiago. Algo ha sucedido en Júpiter”. Fue lo primero que escuchó Santiago Pérez-Hoyos, miembro del Grupo de Ciencias Planetarias (GCP) de la Universidad del País Vasco, cuando llegó el lunes por la mañana al laboratorio. El aviso venía del director del grupo, Agustín Sánchez Lavega, que ya trabajaba a un ritmo frenético.

El GCP coordina el nodo atmosférico del International Outer Planet Watch (IOPW), una red internacional de astrónomos aficionados que observan constantemente los planetas gigantes del Sistema Solar. Uno de sus integrantes, Anthony Wesley, había detectado el domingo 19 de julio desde Canberra, en Australia, una gran “cicatriz” o mancha oscura cerca del Polo Sur de Júpiter. Wesley enseguida comunicó el hallazgo por mail a toda su red de contactos, y desde ahí se extendió a toda la comunidad astronómica internacional.

“A mí me llegó el correo del colaborador catalán Josep María Gómez, del Grup d'Estudis Astronomics, que el propio domingo ya se había enterado del suceso”, comenta Pérez-Hoyos. El investigador y el resto del equipo no pararon durante todo el lunes. Lo primero que hicieron fue establecer la posición de la mancha, seguir sus movimientos, y calcular los mejores momentos de observación, teniendo en cuenta que Júpiter rota sobre sí mismo cada 10 horas.

Las reacciones llegaban desde todo el mundo. Casualmente el coordinador general del IOPW, Glenn Orton, se encontraba trabajando en el Observatorio W.M. Keck de la cima del Mauna Kea en Hawai (EE UU) y no tardó en dirigir uno de los telescopios hacia el sur de Júpiter.

Las imágenes proporcionadas por Orton, científico del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, confirmaron que algo extraordinario había sucedido en el planeta más grande del Sistema Solar. Al principio los astrónomos no se pusieron de acuerdo en la naturaleza de la “cicatriz”, y hubo dudas de si se trataba de un fenómeno atmosférico inusual o del impacto de algún gran objeto. Sánchez Lavega contactó con Orton, y ambos científicos apostaron con fuerza por la hipótesis del impacto. “No hemos visto nada que choque contra Júpiter, pero la huella que ha dejado es claramente de un impacto”, asevera Pérez-Hoyos.

Justo hace 15 años, entre el 16 y 22 de julio de 1994, los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 (el nombre es un homenaje a sus descubridores, el matrimonio Shoemaker y D.Levy) impactaron sobre Júpiter. Muchos investigadores veteranos que participaron en aquellas observaciones, como Heidi Hammel (Instituto Tecnológico de Massachusetts), Amy Simon-Miller (Laboratorio de Sistemas Planetarios de la NASA) o José Luis Ortiz (Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC), coincidieron con Sánchez Lavega y Orton en que lo que se observaba ahora era un impacto parecido.

Despejadas las dudas iniciales los astrónomos vascos y el resto de los grupos de la red IOPW solicitaron imágenes y planificaron las observaciones. Durante esta semana ya han recibido imágenes del telescopio IAC-80 del Instituto Astrofísico de Canarias y otras enviadas desde el Observatorio Astronómico Hispano-Alemán de Calar Alto, en Almería.

Los investigadores también han pedido tiempo de observación a los responsables del telescopio espacial Hubble (NASA-ESA) y ya han obtenido la concesión de dos programas para usar el Very Large Telescope, gestionado por la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO).

No es fácil acceder a estos telescopios, aunque en casos excepcionales como éste se pueden interrumpir los programas regulares y aplicar procedimientos especiales, como el target of opportunity (objetivo de oportunidad) o el "tiempo discrecional del director", para poderlos usar de forma rápida, compensando después a los científicos perjudicados.

Un objeto desconocido más pequeño que la Tierra

Con las imágenes obtenidas hasta ahora los astrónomos han calculado que la gran mancha mide unos 5.000 kilómetros de diámetro y que el objeto que la generó podria tener un tamaño de entre medio y un kilómetro, aunque todavía desconocen su naturaleza. “Desde luego no impactó un objeto del tamaño de la Tierra, como erróneamente recogieron muchos medios de comunicación españoles al principio”, aclara Pérez-Hoyos.

La prioridad de los científicos ahora es medir el movimiento y expansión de la mancha, que en las próximas semanas se disipará lentamente, y estar pendientes por si se producen nuevos impactos, como ocurrió con los fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9. Más adelante se estudiarán en detalle los espectros de radiación, los restos del cuerpo impactado, y las partículas de la zona de la atmósfera afectada.

El Grupo de Ciencias Planetarias es uno de los referentes mundiales en el estudio de la atmósfera de Júpiter. El año pasado una investigación sobre dos gigantescas tormentas desencadenadas en la corriente en chorro más potente del planeta le valió una de las portadas de la revista Nature. Una de los miembros del grupo, Naiara Barrado-Izagirre, también describió en la revista Icarus las características de las nieblas ondulantes que cubren las regiones polares, justo donde hace unos días se zambulló el objeto desconocido.

“Siendo estudiante traté de observar con mi telescopio de aficionado el impacto del Shoemaker-Levy, pero desgraciadamente ocurrió en la cara oculta de Júpiter, y ahora, 15 años después, parece mentira estar viviendo esta gran experiencia dentro de un grupo internacional de alto nivel”, confiesa Pérez-Hoyos entusiasmado antes de empezar otra intensa semana de observaciones astronómicas.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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