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En 2020 las navidades serán diferentes. El Gobierno limita las celebraciones a diez personas, fija toques de queda y pide evitar las reuniones con los no convivientes. Si estas se hacen, los expertos proponen autoaislarse días antes, hacer encuentros breves sin gritar, ventilar al máximo, mantener grupos burbuja y no olvidar las medidas básicas: lavado de manos, mascarilla y distancia.
Es el tema de conversación en cualquier chat familiar, en el trabajo o con los amigos: “¿Cómo vas a pasar estas navidades?”. Un virus que ha acabado con la vida de millones de personas y ha puesto patas arriba a todos los países va a cambiar también una de las tradiciones más arraigadas en el mundo occidental.
Aunque estos días festivos son muy esperados y celebrados por una buena parte de la población, también hay personas para las que son fechas duras por recordarles a quienes ya no están o porque ahondan en su soledad.
“Este año con el coronavirus van a ser fechas aún más complicadas porque a esta situación se le añaden los duelos por las pérdidas”, indica a SINC Aurora Gómez Delgado, psicóloga en Corio Psicología. Y añade: “Muchas familias en todo el mundo vamos a tener sillas vacías por primera vez este año y el reencuentro podría ayudar a cerrar etapas del duelo”.
Sin embargo, los reencuentros deberían hacerse extremando la prudencia. En España, el Gobierno ha acordado un plan de obligado cumplimiento con la mayoría de las comunidades autónomas que limita las celebraciones a diez personas, restringe la movilidad entre comunidades autónomas del 23 de diciembre al 6 de enero salvo para visitar a un familiar o allegado, y fija el toque de queda a las 01:30 horas el 24 y 31 de diciembre.
Con motivo de las fiestas navideñas, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés) ha publicado un informe en el que advierte del peligro de levantar las medidas restrictivas, pues nos enfrentaríamos a una tercera ola de la pandemia. El ECDC ha evaluado el impacto potencial en las tasas de hospitalización si las medidas de los países miembro de la Unión Europea, incluido Reino Unido, introducidas en los meses de octubre y noviembre se levantaran por completo el 21 de diciembre o el 7 de diciembre.
Según el organismo, si las medidas se levantaran el 21 de diciembre, el aumento de las hospitalizaciones por covid-19 empezaría en la primera semana de enero. Si las restricciones se quitaran el 7 de diciembre, el incremento de las hospitalizaciones empezaría antes del 24 de diciembre.
Los expertos consultados por SINC coinciden en que, si tenemos planeados encuentros navideños, el riesgo cero no existe. “Si se quieren hacer celebraciones siempre va a haber un riesgo que hay que asumir”, recalca a SINC Jesús Molina Cabrillana, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH). Su recomendación es no celebrar las navidades “como ninguna de las festividades y celebraciones de este año 2020 tan atípico”. “Pero no es realista”, lamenta.
Por su parte, Elisa Calle, profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que disminuimos el riesgo cuando seguimos las medidas de control y prevención. Por eso, considera “indispensable” seguir las normas que ya conocemos, como usar las mascarillas de forma adecuada, lavarnos frecuentemente las manos a unos 40 ºC con jabón frotando bien durante unos segundos, y estar a una distancia de dos metros de otra persona, evitando permanecer de frente.
También ventilar las habitaciones (sacudiendo cortinas, ropa de cama y alfombras), limpiar las superficies con lejía diluida y alcohol si el material lo permite y fregar los suelos exactamente igual. “Cumpliendo todas estas normas estaríamos disminuyendo razonablemente la probabilidad de contagio y, por tanto, más seguros”, sostiene.
A pesar de los riesgos de este tipo de celebraciones, hay personas dispuestas a correrlos. Una encuesta realizada por el Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) revela que casi dos de cada cinco encuestados probablemente asistirán en estas fiestas a reuniones con más de diez personas y un tercio no les pedirán a sus invitados que usen mascarillas.
¿Qué ha ocurrido con celebraciones previas? En la víspera del día de Acción de Gracias que tuvo lugar el pasado 26 de noviembre, más de un millón de pasajeros se desplazaron en avión por EE UU, según informa The Washintong Post a partir de los datos oficiales. Aunque el año pasado la cifra fue más del doble, se trata de una de las más altas registradas en los aeropuertos estadounidenses durante esta crisis sanitaria.
Antes de la celebración, uno de cada tres padres y madres afirmó que los beneficios de reunirse con la familia durante las fiestas compensaban el riesgo de propagar o contraer el SARS-CoV-2. Así lo revela una encuesta sobre salud infantil realizada por el Hospital Infantil C. S. Mott de la Universidad de Michigan (EE UU) a más de 1.400 progenitores de menores de 12 años antes de Acción de Gracias. El 88 % iba a pedir a los familiares con síntomas que no asistieran a la reunión, mientras que dos tercios no iban a invitar a miembros de la familia que no tomaran precauciones, como el uso de mascarillas.
Para proteger a los mayores, tres cuartas partes de los padres y madres iban a tratar de limitar el contacto entre los niños y los ancianos o personas de alto riesgo. Los autores del estudio admiten la dificultad de llevar a la práctica todas estas medidas y proponen en su lugar hacer celebraciones virtuales, llamadas o compartir recetas entre la familia.
En España, el ministro de Sanidad, Salvador Illa hacía hincapié en este mensaje: “En navidades, en casa”. En una rueda de prensa celebrada el 2 de diciembre, Illa informaba del acuerdo “de obligado cumplimiento” que habían consensuado con un amplio número de comunidades autónomas en cuanto a movilidad, número de personas en las reuniones familiares y toques de queda. Más adelante se actualizaron las restricciones con normas adoptadas por cada comunidad, que se pueden consultar aquí.
En general, los ciudadanos que regresen a sus casas deberán limitar al máximo los contactos los diez días anteriores de su regreso y, una vez en el destino, reducirlos también.
Se recomienda planificar las compras navideñas con antelación para evitar aglomeraciones. El protocolo también desaconseja celebrar las cabalgatas de Reyes salvo que sean estáticas.
En restaurantes y hoteles se seguirán las normas de aforo de cada comunidad autónoma, igual que las ceremonias religiosas, en las que se recomienda no cantar.
Las medidas de prevención que deben primar se resumen en las 6M: mascarilla (todo el tiempo posible), manos (lavado frecuente), metros (distancia física), maximizar ventilación y actividades al aire libre (ventanas y puertas abiertas), minimizar el número de contactos (preferiblemente siempre los mismos) y “me quedo en casa si tengo síntomas, diagnóstico o contacto”.
Si, a pesar de ser consciente de que el riesgo cero no existe, se quiere celebrar estas fechas con personas no convivientes, es importante tener en cuenta algunas recomendaciones más, empezando por los villancicos. Cantar estas canciones o cualquier otra, sin olvidar los gritos que se suelen dar en reuniones familiares, es el caldo de cultivo ideal para que el coronavirus se extienda entre los comensales. Los culpables son los famosos aerosoles y gotículas.
“Siempre es mejor evitar proyectar la voz, ya que cuando hablamos alto, gritamos o cantamos, el número de partículas que emitimos es mucho mayor y, por tanto, mayor la probabilidad de que si estamos contagiados, eliminemos gran número de partículas virales”, recuerda Calle.
Para evitar que estas partículas que pueden estar contaminadas permanezcan suspendidas en el aire mucho tiempo, y dada la dificultad de cenar al aire libre debido a las bajas temperaturas de esas fechas en buena parte de la península, es fundamental ventilar la estancia en la que nos encontremos, aunque haga frío.
“La ventilación es muy importante para dispersar y eliminar precisamente los aerosoles que llevan partículas virales”, afirma la experta. Y no vale con abrir una ventana, en SINC recogimos una serie de recomendaciones para ventilar las aulas y oficinas. Para casas, lo ideal es conseguir una ventilación cruzada —abrir varias ventanas de lados opuestos— y que haya varias renovaciones del aire cada hora —con tres se renovaría el 95 %—.
Si disponemos de un aparato que mida la concentración de CO2 como indicador de la tasa de renovación del aire, podemos utilizarlo, teniendo en cuenta que en el exterior su concentración suele ser de 420 ppm (partes por millón), por lo que podemos usar ese valor como referencia.
La mascarilla tendremos que llevarla puesta en todo momento si estamos con personas no convivientes, salvo en el momento que vayamos a comer o beber. “Es lo deseable”, señala Molina, aunque recuerda que el pasado verano esta medida no se cumplió. “La anterior desescalada puso de manifiesto que es muy difícil hacer vida normal y mantener a raya al virus”, asegura.
También es aconsejable sentarse lo más separados posible —lo ideal serían dos metros— y por núcleos familiares si coinciden varios. Además, los encuentros deberían ser lo más cortos posible, para disminuir el tiempo de exposición a un posible entorno contaminado. Es una de las recomendaciones de Francis S. Collins, el director de los Instituto Nacionales de Salud de Estados Unidos, que plantea reuniones virtuales como primera opción.
En cuanto a la posibilidad de hacernos un test para saber si tenemos la infección, este es obligatorio para los viajeros internacionales que vengan a España procedentes de países de riesgo. En concreto, deben presentar a las autoridades los resultados de la PCR realizada en las últimas 72 horas antes de llegar a España.
Hay quienes se plantean la posibilidad de realizarse un test de antígenos para poder mantener reuniones familiares con tranquilidad. Pero si no se tienen síntomas, un resultado negativo en estos test es poco fiable.
“[Los negativos de los test de antígenos] pueden dar sensación de falsa seguridad. Tenemos que ser conscientes de las limitaciones que tienen todas las pruebas”, recordaba a SINC Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid) y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Por eso, con independencia de los resultados de este tipo de test, no hay que bajar la guardia con las medidas de prevención.
Algunos expertos nacionales e internacionales también han propuesto al menos diez días previos de autoaislamiento para quien tenga previsto reunirse con personas no convivientes.
¿Qué nivel de riesgo tendremos a finales de diciembre? Según el sistema de semáforos que aprobó el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud el pasado mes de octubre, en función de indicadores como la incidencia acumulada de casos covid-19, la positividad global, la ocupación de camas de hospitalización o la ocupación de camas de cuidados críticos, cada comunidad estará en alguno de los cuatro niveles de alerta contemplados.
A la espera de saber qué nivel de riesgo tendremos, es importante recordar que la amenaza de una tercera ola es demasiado real como para celebrar una navidad normal.
El primer paso para evitar apatía o tristeza porque vayan a ser unas celebraciones diferentes es asumirlo y pensar en las del año que viene. “Lidiar con la frustración será la mejor enseñanza de esta época. Las navidades son rituales adaptados a estar juntos, pero si las circunstancias cambian, debemos encontrar maneras de sentirnos conectados con la gente que queremos”, plantea Gómez Delgado. Algunas propuestas de la psicóloga son:
Cambiar los rituales por otros: es decir, buscar formas alternativas de mantener la comunicación aunque no pueda ser presencialmente. “Por ejemplo, realizar cada uno en nuestras casas la mítica receta de la tarta de la abuela y compartir el proceso”, propone Gómez Delgado. También hacer partidas de juegos de mesa online, enviar una lista de canciones para compartirlas o escribir cartas a nuestros seres queridos recordando buenos momentos y los que tenemos por delante.
Tomar perspectiva y recordar por qué este año tiene que ser diferente: cuando sintamos esa frustración por no poder celebrar las fiestas como otros años, la psicóloga propone escribir una lista con los motivos por los que no podemos hacerlo, en positivo. Por ejemplo: “Este año no nos reunimos para que otros años sí podamos hacerlo”.
Verbalizar el cariño: en terapia, la psicóloga suele trabajar con sus pacientes que mucha gente no suele expresar el cariño. “No le han dicho “Te quiero” o escuchado “Te quiero” de su entorno cercano, aunque lo sepan y lo sientan. Y tienen medio de que mueran sin haberles dicho te quiero”, cuenta. Ahora es un buen momento para hacerlo.
Imaginar el futuro: si la ansiedad hace mella, la especialista aconseja hacer el pequeño ejercicio de imaginar cómo estaremos dentro de cinco, diez y veinte años, “cuando el dolor se haya aposentado y pase a ser una historia más”, comenta.
Centrarnos en la gente que está más sola: la psicóloga pide que estas navidades prestemos más atención a quienes están más solos y con quienes haga mucho tiempo que no hablamos. “La gente que ya estaba mal antes de la pandemia ahora puede estar más aislada todavía. Descolgar el teléfono y hablar media hora con ellos puede suponer una gran diferencia”, recomienda.