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Morosos de la biodiversidad

Un proyecto denominado BioRes analiza la responsabilidad real de la Comunidad Autónoma Vasca con los países del sur, los cuales son explotados para la obtención de recursos materiales.

Leire Urkidi con David Hoyos, compañero de Ekopol, en el campus de Sarriko de la UPV/EHU. Ambos trabajan en el proyecto BioRes.
Leire Urkidi con David Hoyos, compañero de Ekopol, en el campus de Sarriko de la UPV/EHU. Ambos trabajan en el proyecto BioRes. Imagen: Luis Jauregialtzo / Argazki Press.

La Comunidad Autónoma Vasca (CAV) cubre mediante importaciones el 83% de su demanda de materiales, lo que tiene un gran impacto en el medio ambiente y la situación social de los países proveedores. En relación a esto, varios investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) participan en un proyecto en el que han analizado la responsabilidad de la economía vasca en la pérdida de biodiversidad a nivel mundial, y su objetivo es ahora apelar a la conciencia social.

Leire Urkidi, doctora en Ciencias Medioambientales y profesora del Departamento de Geografía, es una de las participantes de esta iniciativa denominada BioRes, y ha recalcado que la CAV tiene una gran dependencia de materiales externos: “Aparentemente, la polución de nuestra agua y nuestro aire ha mejorado mucho durante los últimos veinte años, pero lo que esto esconde es que los materiales y producciones con grandes niveles de contaminación se hacen fuera, que hemos externalizado nuestros males”.

Urkidi es investigadora del grupo Ekopol de la UPV/EHU, que estudia la economía ecológica y la economía política. Pero, además de economistas, participan en él expertos en ciencias medioambientales, ingeniería o ciencias políticas. Asimismo, varios integrantes de Ekopol trabajan conjuntamente con la asociación Ekologistak Martxan, financiados por el Fondo de Cooperación y Ayuda al Desarrollo del Gobierno Vasco.

La CAV recibe mucho más de lo que da

"El 85% de nuestras empresas pertenecen al sector financiero o energético. Provocan grandes conflictos sociales y medioambientales en estos países"

“El objetivo era estudiar la deuda ecológica de la CAV. Es decir, las relaciones actuales de nuestra economía con otros países, y cómo les perjudican nuestras actividades e importaciones a nivel medioambiental y social”, dice Urkidi. Para ello, han analizado los flujos materiales e importaciones de la CAV, así como su origen, y han clasificado las principales en seis grupos: las extractivas (minerales y energía), los agrocombustibles, la pesca, la agricultura y ganadería, la madera y el comercio de especies.

“Hemos observado cómo afectan nuestras importaciones a la biodiversidad, y también qué inversiones y daños realizan en estos lugares las empresas con domicilio fiscal en la CAV. Además, hemos estudiado el impacto de la cooperación al desarrollo llevada a cabo por el Gobierno Vasco: si la cooperación se efectúa en zonas de gran biodiversidad, si este es un factor que se tiene en cuenta o no es así", señala.

Las conclusiones extraídas muestran claramente que la CAV recibe mucho más de lo que da, y muy frecuentemente de los países del sur, los más empobrecidos: petróleo y gas de Nigeria, agrocombustibles de Indonesia, minerales de Mozambique o Bolivia, atún de Kenia y las islas Seychelles (mientras la vecina Somalia sufre una terrible hambruna).

Entre estas importaciones, cabe destacar la extracción de recursos energéticos (hidrocarburos, petróleo y gas), ya que el 90 % de la energía consumida en la CAV viene de fuera. Y, por encima de esto, los minerales (estaño, níquel, aluminio): por una parte, porque se importa en grandes cantidades, y por otra, porque los procesos en cuanto a este material respecta provocan enormes daños en los países donde se originan.

Además, según explica la propia Urkidi, la inversión directa exterior de ninguna manera equilibra la balanza: “El 85 % de nuestras empresas pertenecen al sector financiero o energético. Provocan grandes conflictos sociales y medioambientales en estos países”.

Urkidi y el resto de compañeros de BioRes han explicado, en las primeras conclusiones del proyecto, la paradoja que todo esto supone: los recursos naturales no aportan riqueza a los países del sur, sino que los empobrecen más, tanto a sus habitantes como a su biodiversidad. Según dichos investigadores, esto es achacable a las condiciones actuales de intercambio internacional, a la “impunidad” con la que actúan muchas transnacionales y a la “complicidad” de las autoridades. De la misma manera, muestran su preocupación por la gran dependencia externa de la CAV en cuanto a materias primas, y remarcan que es necesario implantar políticas para producir más en casa.

Documental que relata varios casos de importación

"Tres investigadores viajamos a estos lugares, para estudiar de primera mano el impacto y el daño provocado por estas actividades"

Todo este trabajo de investigación fue llevado a cabo por BioRes en 2011, y, para completar el proyecto, están dedicando el 2012 a la divulgación de estos datos y a la concienciación social. A raíz de esto, entre otras cosas, han creado un documental con tres casos de importación que han estudiado más a fondo.

Por una parte, la producción de biocombustibles, y principalmente aceite de palma, en Indonesia. Por otra, la explotación de minerales en Bolivia; sobre todo del estaño, importado en cantidades ingentes para la producción de la cobertura del corcho en las botellas de vino de Rioja Alavesa. Y finalmente, la pesca en Kenia y en las islas Seychelles, a raíz del impacto de los atuneros vascos en la explotación del Océano Índico.

Tal y como explica Urkidi, “tres investigadores viajamos a estos lugares, para estudiar de primera mano el impacto y el daño provocado por estas actividades. Filmamos estos tres análisis allí, y así es como hemos creado el documental.

Además de esto, las tareas de divulgación del proyecto BioRes se completan con diversas jornadas y cursos. Prevén publicar un informe realizado mediante evaluación externa.

Fuente: UPV/EHU
Derechos: Creative Commons
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