Un estudio de la Universidad de Uppsala en Suecia muestra que, si se interfiere en la memoria del miedo en el momento justo y estos recuerdos son recientes, se puede debilitar su impacto en el cerebro. Este hallazgo ya se había probado en ratones.
¿Han intentado alguna vez cazar una mosca con la mano? ¿O parar un remate como lo hace Víctor Valdés? Ambas cosas son difíciles. La mosca tiene neuronas especializadas que detectan objetos que se acercan, y generan un reflejo. Muchas especies, como por ejemplo insectos, pájaros o mamíferos, tienen este tipo de neuronas. Los humanos también las tenemos para evitar colisiones o coger objetos en movimiento como pelotas de fútbol. A pesar de que estas neuronas cumplen las mismas funciones, no estaba claro si funcionaban del mismo modo en especies diferentes.
La revista Nature presenta esta semana un nuevo mapa cerebral, cuyos gráficos registran la expresión génica a través de diferentes regiones del cerebro humano. Los autores esperan que esta caracterización proporcione información importante para comprender el impacto de los trastornos genéticos en este órgano.
Colin Blakemore es provocativo, lo sabe y le gusta. En los ‘60 dijo que el cerebro de los mamíferos era “plástico”, cuando aún nadie había empleado ese término. El dominical británico The Observer lo coronó como uno de los científicos más poderosos de Reino Unido, donde durante años organizaciones animalistas le amenazaron por sus experimentos. Blakemore ha hablado con SINC sobre los dilemas éticos de la investigación científica.
La capacidad del cerebro para aprender y adaptarse se puede estudiar a través de los videojuegos. Es lo que hace Daphne Bavelier, cuyos trabajos prueban que los jugadores de videojuegos de acción –y no de los sociales o de estrategia–, perciben los detalles importantes más rápidamente y toman decisiones más precisas. Ha presentado sus resultados en el octavo congreso de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia.
Eiling Yee, investigadora del Centro Vasco sobre Cognición, Cerebro y Lenguaje, ha demostrado que cuando pensamos en un objeto, el cerebro da más importancia al color si este fue el foco de atención en una actividad anterior.
Un equipo del Instituto de Investigación Vall d'Hebron (VHIR) ha desarrollado un modelo genético que reproduce fielmente los síntomas de la enfermedad de McArdle. El modelo permite profundizar en la búsqueda de nuevos tratamientos que mejoren la calidad de vida de las personas afectadas.
Un equipo del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa ha establecido la relación existente entre dos mecanismos neuronales asociados al daño cerebral agudo: la pérdida de colesterol en la membrana neuronal y la hiperestimulación sináptica. Este conocimiento supone un avance que podría ser útil en el tratamiento de traumatismos craneoencefálicos, infarto cerebral, epilepsia y alzhéimer.
Investigadores del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad del País Vasco han diseñado un programa denominado Mírate bien. Se trata de una herramienta para aprender a querer el cuerpo y rostro propio. Este tipo de iniciativas ya se aplican de manera habitual en los centros educativos, pero este caso, a los alumnos no se les exige que efectúen ninguna actividad física específica. Se trata de ejercitar la parte cognitiva.
El Parque de las Ciencias prepara una semana muy cerebral para todos los que se acerquen al museo. Arrancará con la conferencia ‘Los engaños de la mente: cómo los trucos de magia desvelan el funcionamiento del cerebro’ y se extenderá hasta el 18 de marzo con un intenso programa que incluye visitas guiadas, talleres y un curso de formación para el profesorado, entre otros. Con esta propuesta, organizada conjuntamente con el Instituto Federico Olóriz de la Universidad de Granada, se celebrará una nueva edición de la Semana Mundial del Cerebro y se abrirán los actos diseñados con motivo del Año de la Neurociencia, declarado en 2012.