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Investigadores de la Universidad de Granada han determinado el área del cerebro que interviene directamente en la aversión a ciertos alimentos dañinos. Los resultados obtenidos en animales de laboratorio sientan las bases para nuevos estudios sobre aprendizaje del gusto y conducta alimentaria. Además, abre las puertas a posibles aplicaciones terapéuticas en alteraciones frecuentes después del tratamiento con quimioterapia y otros desórdenes relacionados con la comida.
La amígdala, una región del cerebro tradicionalmente asociada al miedo, posee neuronas encargadas de responder y transmitir información relacionada con hechos agradables. Así lo indica un nuevo estudio, publicado en Neuron, que afirma como la mayoría de las neuronas de la amígdala participan en el circuito de recompensa cerebral.
Cada vez que nos permitimos decir una pequeña falsedad, nuestro cerebro se hace insensible a las emociones negativas que genera la falta de sinceridad. Así es como la repetición de esta conducta anima a engañar más aún en el futuro, según una investigación llevada a cabo en la University College de Londres.
Por primera vez, un equipo internacional de científicos ha demostrado que la amígdala cerebral humana es capaz de extraer información de manera ultrarrápida sobre posibles amenazas que aparecen en la escena visual. Con el estudio de amígdalas de pacientes que tenían implantados electrodos en estas regiones para diagnosticar epilepsia, los expertos han conseguido nuevos datos sobre cómo viaja la información entre el circuito visual y el emocional.
¿A quién no le gustaría poder modificar un mal recuerdo? Aunque todavía la ciencia está lejos de conseguirlo en humanos, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts han identificado el circuito cerebral que los vincula a los sentimientos y han conseguido revertir, en ratones, los malos recuerdos en buenos.
La amígdala y otras estructuras cerebrales que influyen en la toma de decisiones también determinan la expresión inconsciente del prejuicio racial y su control social. Investigadores de la Universidad de Nueva York (EE UU) han revisado 18 trabajos basados en técnicas de neuroimagen.
La oxitocina es conocida como 'la molécula del amor' porque se segrega en grandes cantidades durante el parto y la lactancia, y se cree que refuerza las relaciones sociales. Ahora, científicos de Lausana afirman que cuando esta hormona actúa sobre la amígdala cerebral, inhibe algunas respuestas al miedo, como la paralización del individuo ante una situación temerosa.
Un estudio internacional, publicado hoy en la revista Nature, revela que las personas que han nacido y viven en áreas urbanas tienen un mayor riesgo de sufrir desórdenes de ansiedad y estrés. La investigación señala que la vida en la ciudad afecta a dos regiones cerebrales reguladoras de las emociones.
Una investigación europea revela que las reacciones humanas ante las situaciones injustas se producen de manera automática debido a un aumento de la actividad de la amígdala cerebral. Según el estudio, los hombres muestran una mayor agresividad que las mujeres ante este tipo de situaciones.
Estudios realizados durante los últimos 50 años han revelado que la amígdala desempeña una función crucial en la generación de reacciones de miedo en distintos animales, desde las ratas hasta los monos. Basándose en el estudio detallado del caso de una mujer sin amígdala, una nueva investigación, publicada en la revista Current Biology, afirma lo mismo de los humanos.