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Los peces gambusia (Gambusia holbrooki), también conocidos como peces mosquito, son una de las 100 especies más invasoras del mundo. Para entender su expansión por Europa desde España, donde se introdujo en los años 20, un grupo de investigadores españoles ha analizado por primera vez los cambios evolutivos de estos animales a través de sus genes. Según el estudio, la variabilidad genética les ha permitido adaptarse y expandirse por su nuevo entorno.
El análisis de 897 ejemplares de diversas especies de animales confirma con datos contrastados la creencia popular de que el pez grande se come al chico. El estudio de la Universidad de Oviedo, publicado en la revista Ecology, concluye que en el gran valle submarino asturiano los depredadores pesan entre 1.000 y 4.000 veces más que sus presas.
Un equipo de investigadores, que cuenta con la participación de la Universidad de Alcalá, ha analizado las diferentes reglas que siguen los árboles en los bosques para establecer la competencia entre unos y otros. Según el estudio publicado en Nature, existen tres criterios funcionales: la densidad de la madera del tronco de los árboles, la altura máxima que consiguen y la relación entre el peso y el grosor de las hojas, que sirven para medir la capacidad competitiva de unos árboles frente a otros.
Un estudio de la Universitat de València ha demostrado que las placas solares fotovoltaicas, más allá de un elemento físico que acumula microorganismos del aire o del polvo, también pueden alojar comunidades microbianas ricas, activas y adaptadas, con una gran variedad de bacterias y hongos. El Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva ha constatado la alta resistencia de algunas bacterias y su capacidad de adaptarse y colonizar entornos extremos.
La alta montaña mediterránea atesora una gran biodiversidad de plantas pero su persistencia está seriamente amenazada por el cambio climático. Al estudiar las interacciones de la vida vegetal, un equipo de la Universidad de Valladolid ha descubierto, a partir del estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, que la sabina rastrera (Juniperus sabina L.) favorece el crecimiento de otras plantas de muy diversas formas y a distintos niveles. El trabajo aporta información de gran interés para la conservación de este ecosistema.
Científicos del Trinity College de Dublín en Irlanda han descubierto que una mutación genética en una sola especie puede desencadenar cambios drásticos en comunidades biológicas enteras. Estos cambios pueden ser tan importantes como los causados por la extinción de un depredador.
Un equipo científico ha analizado los restos fósiles de comida regurgitada de búhos –que incluye trozos de huesos, pelo y dientes sin digerir de pequeños mamíferos– para determinar los cambios en el ecosistema de la Gran Cuenca de EE UU durante los últimos 13.000 años. Según sus conclusiones, el proceso de calentamiento iniciado en el siglo XIX está ocasionando la perdida de la resistencia natural de los habitats, ya que las especies que han desaparecido no han sido sustituidas por otras nuevas.
Para dotar a los agricultores y demás agentes de una herramienta para evaluar el impacto de sus prácticas agrícolas sobre la salud de sus cultivos y suelos, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario NEIKER-Tecnalia ha creado las nuevas ‘Tarjetas de Salud de los Ecosistemas Agrícolas-TSEA’. Estos manuales son una versión mejorada de las tarjetas creadas en los años 80 por el departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los erizos de mar, la almeja japónica y el cangrejo verde son bioindicadores adecuados para evaluar la calidad ambiental de las aguas. Según un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz, por su alta sensibilidad a la contaminación, estos organismos actúan como un sistema de alerta temprana al detectar sustancias emergentes como medicamentos.
Entender cómo respondieron las comunidades animales a cambios climáticos en el pasado puede ayudar a prever cómo van a reaccionar en el futuro. Una investigación de la Universidad Complutense y el Museo de Ciencias Naturales (CSIC), que publica la revista Scientific Reports del grupo Nature, ha estudiado el registro fósil de los roedores de la península ibérica y Francia del Mioceno para determinar los cambios en el paisaje y en el clima asociados a la fauna.