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Entre 2019 y 2020 Australia sufrió algunos de los peores incendios de su historia. Más de un millón de toneladas de partículas de humo se emitieron a la atmósfera, alcanzando hasta 35 km desde la superficie de la Tierra. Ahora, un equipo de científicos ha descubierto que el humo desencadenó reacciones químicas en la estratosfera, similares a las de una erupción volcánica, que contribuyeron al agotamiento del ozono.
Incendio en Málaga captado por el satélite Copernicus Sentinel
En otoño de 2018 se produjo uno de los mayores incendios forestales de EE UU en California, cuyo humo alcanzó un centro de investigación con macacos Rhesus, protagonistas del #Cienciaalobestia, en plena temporada de cría. Un proyecto iniciado en ese momento muestra que en primavera se produjeron más abortos que los años anteriores, posiblemente debido a la exposición a la mala calidad del aire durante la concepción.
Los maluros dorsirrojos macho o de cabeza negra, protagonistas del #Cienciaalobestia, mudan sus plumas a colores llamativos que resultan más atractivos para potenciales parejas. Pero el fuego parece disminuir sus niveles de testosterona, fundamentales en la pigmentación, y no les permite acicalarse para la ocasión.
Los fuegos forestales suelen desaparecer con las lluvias y la nieve durante el invierno, pero algunos permanecen agazapados bajo los suelos turbosos de Alaska y Canadá, resurgiendo de nuevo en la primavera siguiente para prender más árboles. El cambio climático parece aumentar la frecuencia de este raro fenómeno, según los científicos que lo han analizado.
Un estudio estadístico elaborado por científicos de la Universidad Jaume I revela que la prevención de fuegos en el ámbito mediterráneo debería incorporar factores humanos, como la proximidad de carreteras. La investigación está basada en datos reales de 663 fuegos registrados en la provincia de Castellón entre 2001 y 2006.
Un equipo de la Universidad Politécnica de Madrid ha diseñado una red inalámbrica de sensores para la prevención y extinción de incendios forestales. La iniciativa forma parte de un proyecto que está desarrollando un sistema multidisciplinar que integrará datos captados por diferentes fuentes como satélites, medios aéreos y sensores terrestres, con el fin de mejorar las gestión de estos siniestros.
Un equipo de ingenieros de la Universidad de Córdoba ha creado una aplicación informática que estima el valor económico de los paisajes. La información que se ofrece puede ayudar a las administraciones públicas para tomar mejores decisiones a la hora de gestionar los incendios forestales y los recursos vinculados a su conservación.
El impacto de los incendios forestales es cada vez mayor en la península ibérica, y el cambio climático es en parte responsable de ello. Para valorar cómo les afectará el incremento de las temperaturas, investigadores españoles y portugueses han cuantificado las áreas que se quemarán de aquí a finales de siglo en la Península. Las simulaciones de los modelos climáticos revelan que las zonas quemadas se multiplicarán por tres como consecuencia del calentamiento.
A partir de la paja de cereales, Serafín González y su equipo en el Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia ensayan estrategias para proteger los suelos quemados por incendios. Una vez extinguidas las llamas, si se producen lluvias intensas la degradación puede ser aún peor, por eso hay que preservarlos, señala el investigador.