Las enanas marrones no contienen masa suficiente para comenzar la fusión de hidrógeno, lo que impide su evolución como estrellas. Un estudio, en el que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía, apunta a que la Vía Láctea podría contener entre 25.000 y 100.000 millones de estos objetos subestelares.
Detalle de la maqueta del Observatorio Paranal. / ESO/Frans Snik
Desde hace más de un siglo se observan gigantescos chorros de plasma saliendo disparados de la superficie del Sol: las espículas. Ahora un equipo internacional de astrofísicos, liderado por un español, ha descubierto que se forman por las interacciones entre los campos magnéticos y el gas parcialmente ionizado de la atmósfera solar. Las observaciones de un telescopio de Canarias, otro de la NASA y avanzadas simulaciones por ordenador han permitido el hallazgo.
La Agencia Espacial Europea ha aprobado la construcción de la misión Tránsitos planetarios y oscilaciones estelares (PLATO), que liderará la búsqueda de exoplanetas potencialmente habitables. El Instituto de Astrofísica de Andalucía, el Centro de Astrobiología y el Instituto de Astrofísica de Canarias participan en el proyecto.
Cinco centros de investigación españoles han creado IMaX, un magnetógrafo de la misión SUNRISE, con la que se ha observado el Sol desde un globo estratosférico lanzado desde el Ártico. IMaX ha producido hallazgos clave en la comprensión del campo magnético solar, una magnitud que determina el comportamiento de nuestra estrella.
Hace más de un siglo, el Observatorio de Harvard reclutó a un grupo de mujeres para realizar un trabajo tedioso y mal pagado: analizar estrellas en placas fotográficas de vidrio. Pero con el tiempo aquellas damas se convirtieron en verdaderas profesionales, y nombres como Williamina Fleming, Annie Jump Cannon, Antonia Maury, Henrietta S. Leavitt y Cecilia Payne entraron en la historia de la astronomía. Sus méritos los repasa ahora para Sinc la divulgadora científica Dava Sobel, autora de El universo de cristal.
Científicos del Centro de Astrobiología y otros centros europeos han encontrado, en una región de formación de estrellas parecidas a nuestro Sol, un ingrediente químico básico para la vida: el isocianato de metilo. El descubrimiento se ha logrado gracias al observatorio ALMA y puede ayudar a comprender mejor cómo surgió la vida en la Tierra.
Cien años después de que Einstein presentara su teoría de la relatividad general, los científicos la han utilizado para medir por primera vez la masa de una estrella a partir de la desviación gravitatoria de la luz emitida por otra situada detrás. Así, se ha podido saber que la protagonista de la historia, una enana blanca, tiene aproximadamente el 68% de la masa del Sol.