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Stewart Maginnis, director del Grupo de Medio Ambiente y Desarrollo de UICN

"Algunos países industrializados no quieren ver una proliferación de mecanismos"

Ente 1990 y 2005, se deforestaron 13 millones de hectáreas anuales en todo el planeta, lo que representa el 17% de las emisiones globales de CO2 al año. Por eso el nuevo acuerdo de Copenhague reconoce el papel crucial del Programa de Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD). Stewart Maginnis, director del Grupo de Medio Ambiente y Desarrollo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), desgrana para SINC todo lo queda por hacer.

Stewart Maginnis en el Bella Center de la Cumbre de Copenhague. Foto: SINC.

¿Cuál es la situación actual de REDD?

En las últimas dos semanas se ha avanzado bastante, pero hay cuestiones clave que todavía están sobre la mesa. Esto incluye el hecho de tener un marco o no a nivel nacional o regional. Si es regional quiere decir que las actividades de REDD pueden realizarse en más áreas, por tanto detener la deforestación en más áreas pero incrementarla en otras. Por ahora hay dificultades de fundamento porque ciertos países no controlan toda su área nacional, por la actividad de los gorilas por ejemplo, y tiene que trabajar a nivel regional. En definitiva, todavía se necesitan grandes resoluciones en el establecimiento de niveles de referencia, sobre todo si se tienen en cuenta las tendencias históricas de deforestación de los países y otros aspectos como el crecimiento de la población o la mayor presencia de campos agrícolas.

¿Dónde están las dificultades para alcanzar REDD?

Un tema muy complicado es el del establecimiento de un objetivo, como reducir la deforestación en un 25% para 2015 o 2020. Tener un objetivo ayudaría a trabajar e ir hacia adelante, pero es un tema bastante difícil. Uno de los problemas es que se centra demasiado en reducir la deforestación. Pero ahora REDD se está expandiendo hacia otras cuestiones como la conservación, la gestión y la restauración de los bosques. De cualquier modo, los países están preocupados por que los que tengan bosques tropicales cumplan un objetivo, Los demás objetivos son problemáticos en estas negociaciones.

Entonces, ¿cómo podríamos definir REDD, como un sub-acuerdo dentro del acuerdo que se ha negociado en Copenhague?

Éste es otro tema que no queda del todo claro. REDD estará dentro del texto de Copenhague, es una de las estrategias de mitigación dirigidas a la sección de mitigación del acuerdo de Copenhague. Sin embargo, también se ha discutido si REDD debería tener otro enfoque que los países industrializados desarrollan como una acción nacional de mitigación, o si necesita mecanismos por separado. Los países están discutiendo ahora cómo debería ser, pero el problema es que algunos países industrializados no quieren ver una proliferación de mecanismos. Lo cierto es que REDD está bastante más avanzado que el resto de temas, y por eso necesita sus propios mecanismos.

¿Todos los países que acepten el acuerdo sobre el cambio climático deberán cumplir los objetivos de REDD?

No, un país puede elegir si quiere unirse al programa REDD. La adhesión es voluntaria, y no hay ninguna obligación. No obstante, debería ser lo suficientemente atractivo y el paquete financiero lo suficientemente bueno para que los países acepten frenar la deforestación, expandir el área forestal, y asegurarse de que los bosques están gestionados de forma adecuada.

¿Qué hay de la financiación?

Esta área es también complicada porque hay un debate sobre si ese dinero debería venir de fondos públicos de los países industrializados para los países en vías de desarrollo, o si los mecanismos del mercado eventualmente funcionarían. El argumento de los mecanismos del mercado se justifica porque, si realmente queremos ver a REDD alcanzar una gran destreza y hacer una contribución significativa, simplemente no hay suficiente dinero público para lograrlo.

Sin embargo, ciertos países están preocupados por el posible comportamiento perverso del mercado, que actúe de alguna forma extraña, o que haya corrupción. Pero una cosa queda clara: funcione o no el mercado, queda mucho trabajo por hacer, y faltan tres o cuatro años todavía para estar totalmente preparados para REDD.

¿Hay algún punto positivo hasta la fecha?

Una de las cuestiones más útiles que han salido adelante en las negociaciones es el enfoque por etapas. Se empezará con la fase 1, que consiste en ayudar a alcanzar un plan, hablar con las personas adecuadas, incluidas las comunidades locales e indígenas, y tomar las medidas necesarias para ponerlo en marcha. La fase 2 consiste en implementar esas políticas, llegar a un acuerdo con los responsables de la deforestación, y animar a la gente a expandir nuevas áreas de bosque. La tercera fase será hacer el trabajo, generar los créditos de carbono...

¿Qué aceptación tiene REDD en los países empobrecidos?

Muchos países están dispuestos a ver actuar en sus territorios algunas formas del programa (aunque no se sabe exactamente todavía a qué se parecerá), y piensan que es una buena oportunidad para afrontar algunas cuestiones de la degradación ambiental y generar recursos. Hay una amplia coalición entre los países que tienen bosques tropicales. En total, son 37 naciones del centro y oeste de África, de Latinoamérica y Centroamérica. En los últimos dos años, los países han puesto en práctica los enfoques y los programas necesarios para trabajar en REDD.

¿A qué esperan ahora?

A una señal clara de que esto va a convertirse definitivamente en una opción de mitigación en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-15). Y no puede ser de otra forma. El programa REDD se necesita de manera urgente. No es sólo una forma de ayudar a los países emergentes. Es también necesario para alcanzar una estabilidad realista de los gases de efecto invernadero en 2020.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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