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José Vicente García Ramos, químico del CSIC

"Hay que apoyar a la clase media de la ciencia"

José Vicente García Ramos es un ‘cazador de espectros’ desde hace casi 40 años. Analizar con precisión la estructura de un cálculo renal, un meteorito o un tumor, a través de los espectros que dejan al recibir el estímulo luminoso, son algunas de sus utilidades. Este químico del Instituto de Estructura de la Materia (CSIC) también compagina su actividad investigadora con la dirección de TeatrIEM. A través de representaciones teatrales, intenta acercar la figura del científico a la sociedad, pero sin renunciar a la diversión. Su última aportación a la divulgación de la ciencia es el libro Las moléculas: cuando la luz te ayuda a vibrar (CSIC-Catarata) sobre la espectroscopía.

José Vicente García Ramos
El químico José Vicente García Ramos. / CSIC

¿Qué es la espectroscopía?

Es la respuesta que da la materia a la luz. La materia está compuesta por molécula. Cuando las iluminas, cada una de ellas tiene una respuesta diferente, única, como si fuera su huella digital. Si mides el resultado de ese estímulo, es decir, cómo modifica la molécula a la luz, obtienes su espectro. Lo más importante es que el espectro es característico de cada molécula.

Y ese espectro particular de cada molécula nos va a enseñar cosas.

Eso es. Nos dará pistas sobre la estructura de esa molécula. No es lo mismo que una molécula esté aislada o interaccionando con otras del mismo tipo, que si la encontramos interaccionando con otras diferentes. Por ejemplo, si tienes una determinada cantidad de agua pura, las moléculas de agua estarán interaccionando con otras similares. Si le añades un poco de azúcar, la mayor parte de las moléculas de agua continuarán interaccionando con otras moléculas de agua, pero algunas lo harán ya con las de azúcar. En el espectro ves todo eso.

Un espectro de cada punto del cálculo renal permite ver sus distintas sustancias

¿Qué aplicaciones tiene la espectroscopía?

Esta técnica, denominada así por el profesor C.V. Raman, se descubrió a principios del siglo XX mediante la colimación de los rayos del sol. El problema es que la respuesta de las moléculas a la luz es muy débil, por lo que necesitas iluminar con muchos fotones (mucha cantidad de luz). Además, toda la luz que le llega a la molécula debe ser de la misma frecuencia. Fue un gran descubrimiento básico, pero Raman no avanzó mucho más en lo que se refiere a sus aplicaciones. Con la Segunda Guerra Mundial se desarrolló la electrónica y con ella la espectroscopía infrarroja –consistente en medir la luz infrarroja que absorbe una molécula–, que tuvo muchas aplicaciones. Pero en los 60 llegó el láser, una fuente potente de luz y toda de la misma frecuencia, lo ideal para el Raman.

Entonces se empieza a estudiar esta técnica espectroscópica...

Sí, y se ve que tiene dos grandes ventajas. Por un lado, el espectro Raman del agua es muy débil, así que si tienes una sustancia disuelta en agua puedes ver fácilmente el espectro de la sustancia, cosa que se complica con el infrarrojo. Por otro, como el efecto Raman se produce con luz visible (a diferencia de la infrarroja, que no es visible para el ojo humano), es mucho más sencilla la óptica y la instrumentación necesarias para obtener espectros. Como inconveniente, el Raman es menos sensible que el infrarrojo y necesitas que la sustancia esté más concentrada en la disolución para detectarla. Más tarde se vio que si se añadían a la disolución nanopartículas de plata o de oro aumentaba mucho la intensidad del espectro.

¿Y para qué nos sirven los espectros moleculares?

Por ejemplo, cuando una persona expulsa los cálculos renales puede estudiarse su composición. Una opción es molerlos, pero el problema es que no son nada homogéneos, sino todo lo contrario. En cambio, si se obtiene un espectro de cada punto, pueden verse las distintas sustancias que lo componen. ¿Qué tiene eso de interesante? Los cálculos pueden ser de calcio, de ácido úrico, de fosfato... Los componentes mayoritarios te indicarán el problema metabólico que tiene el paciente. Si son de calcio, el médico le dirá que no beba leche. Si son de ácido úrico que no coma marisco, etc. Esto es una aplicación ya un poco antigua.

¿Alguna otra más reciente?

Desde que se ha desarrollado la microscopía Raman –antes se iluminaba la sustancia directamente con el láser, pero ahora se puede introducir el haz del láser por el objetivo de un microscopio–, el spot o mancha de luz ilumina solo unas pocas micras. El mismo objetivo del microscopio sirve para recoger esa luz y obtener el espectro Raman a escala mucho más pequeña y además in situ, sin preparación de muestra. Puedes poner la mano o un pelo o la uña debajo del microscopio. Por ejemplo, en los quirófanos ya se está utilizando el Raman en lugar de la biopsia tradicional, que, al ser agresiva, se cree que puede incluso estimular las células y acelerar la enfermedad, si la hay. Si eres capaz de iluminar la manchita o el tumor y obtener directamente el espectro Raman, no estás siendo invasivo.

También explicas en el libro cómo se utiliza la técnica Raman en el análisis de meteoritos.

Sí. De la misma forma que analizas una piedra, analizas un meteorito. Lleva años haciéndose. Al principio se cogía un trozo de metorito, se molía y se hacía un análisis químico. De ahí se obtenía una media, una aproximación de su estructura. Pero si analizas cada micra del meteorito puedes realizar un mapping Raman, como una cartografía del meteorito, que te dirá más cosas.

¿Hay que insistir para que la sociedad y los dirigentes reconozcan la importancia de la ciencia básica para llegar a la aplicada?

La sociedad no tiene por qué ser consciente. El propio Raman y toda la gente que estuvo trabajando en su técnica casi 60 años en ningún momento pensaron en obtener biopsias in situ, igual que quienes desarrollaron cristales líquidos no tenían en mente hacer pantallas de teléfonos móviles. Es al revés: una vez que has estudiado un material y conoces todas sus propiedades, llegas a la aplicación. Pero es difícil que la gente pueda ser consciente de la importancia de la investigación básica. Los gestores ya son otra cuestión.

¿A qué se refiere?

Creo que tendrían que estar informados como para que no hubiera que contarles todo esto. Yo he llegado a oír a un ministro responsable de ciencia decir que ‘vamos a hacer ciencia rentable’. La ciencia más rentable para un país es la básica, porque la aplicada, si no la haces tú la hacen otros, y a lo mejor hasta ya está hecha. Pero la ciencia básica sí que es tuya. Un país que solamente haga ciencia aplicada a la vuelta de tres o cuatro años ya no tiene nada que hacer. Y no hay que apoyar solo a los que hacen grandes trabajos en Nature y Science, sino a la clase media de la ciencia. Es como en la sociedad: en un país sin clase media, los ricos tienen que protegerse y no podrán salir a la calle porque se los comen los pobres, que a su vez se mueren de hambre. En un país sin clase media científica, la élite de la ciencia se irá a trabajar con los de fuera porque necesitará apoyos...

Un país que solamente haga ciencia aplicada, en tres o cuatro años ya no tiene nada que hacer

¿Las políticas de ciencia de la UE están muy orientadas a la tecnología y las aplicaciones?

La UE no partió de cero en ciencia, sus programas marco tenían un fin y partían de una serie de países que tenían un sistema nacional de ciencia básica y que vieron que lo que le faltaba a Europa era poder competir con EEUU y Japón (ahora ya también con China). Entonces se destinó mucho dinero a hacer proyectos. Había otra cuestión: las industrias europeas no se dedicaban a la ciencia ni sabían lo que era, con lo cual compraban todo fuera. Por eso los programas europeos se orientaron mucho a la ciencia aplicada. Pero más tarde se fundó el European Research Council, que está dedicado a la ciencia básica. Y el programa Horizonte 2020 tiene en cuenta las dos vertientes; lo que ocurre es que siempre se resalta más la ciencia aplicada porque para los medios es más fácil hablar de un fármaco que de las vibraciones de las moléculas.

Pero hay investigadores que se quejan de que la ciencia básica está cada vez más marginada.

En el CSIC hay centros como el Instituto de Física Teórica, el Instituto de Ciencias Matemáticas o el Instituto de Física de Materiales que se dedican a la ciencia básica y tienen proyectos europeos. No sé si esas quejas tienen algún valor estadístico o responden a casos particulares. Los investigadores siempre nos quejamos mucho, somos inconformistas en el trabajo y en general.

¿Qué importancia tiene trasladar el conocimiento científico a la sociedad?

Yo le doy mucha. Es una tarea muy difícil, pero personalmente creo que forma parte de nuestro trabajo, sobre todo en el caso de los investigadores públicos. Hay dos aspectos: por un lado está el fomento de las vocaciones científicas entre los niños y escolares, que es complicado. El otro día escuché a un músico en la radio que criticaba que en los colegios el profesor de educación física fuese también el de música. Con la ciencia pasa un poco lo mismo, aunque sé que es difícil tener un profesor de física, otro de química y otro de biología en niveles muy bajos del sistema educativo. Otro asunto de la divulgación tiene que ver con los medios, que suelen ir a la vertiente aplicada y a veces es peligroso. No puede decirse que porque dos ratones con parálisis hayan conseguido mover la pata en un laboratorio haya una gran esperanza para los tetrapléjicos de todo el mundo. Por otro lado, el 80% de las noticias de ciencia que se dan en los telediarios tienen que ver con la medicina.

Porque es algo que despierta el interés de todo el mundo.

Claro, pero a mucha gente que está sufriendo se le da esperanza con cosas que no son reales. Si Nature publica un estudio que dice que posiblemente el zumo de pomelo es anticancerígeno, puede ser efectivamente una investigación muy seria y válida, pero de ahí a que se hagan las pruebas y llegue a fabricarse un fármaco igual pasan 20 años o incluso no llega a producirse. Y noticias de este tipo abren a veces los telediarios.

Subrayas una falta de rigor en los medios de comunicación...

Uno de los problemas que tenemos los investigadores cuando nos hacen una entrevista es el titular. A veces se elige como titular algo que no es ni lo más importante ni lo más riguroso. Una vez discutí con una periodista que me echaba en cara que fuésemos tan rigurosos porque sostenía que somos así más por nuestros colegas que por el público en general. Venía a decir que como el público no se entera de muchas cosas, no hay que ser tan riguroso. Yo creo que sí. Si no se entera, tienes que bajar el nivel sin renunciar al rigor. También hay cosas que quizá no merezca la pena que sean divulgadas, no porque sean secretas, sino porque es difícil que el gran público las vaya a entender.

¿Hay que seleccionar?

Sí. Por ejemplo, no puedes hablar siempre del escarabajo, aunque sea más bonito, porque el CSIC es mucho más, de hecho es mucho más potente en física, química y biología básica que en recursos naturales o alimentación, que son áreas muy concretas. También he dicho que hay cosas que igual no merece la pena divulgar; sin embargo, hay situaciones paradójicas. Por ejemplo, cuando se conoció el descubrimiento del bosón de Higgs, que es algo que casi nadie entiende, tuvo un gran apoyo mediático.

Cuando se descubrió el bosón de Higgs, algo que casi nadie entiende, tuvo un gran apoyo mediático

¿Te extrañó que se convirtiese en un fenómeno mediático algo que la mayoría de la gente no entiende?

Sí, pero sucedió porque hubo gente que trabajó para lanzar eso. Igual que las últimas noticias sobre la expansión del universo han ido en la primera página de todos los periódicos... Lo que se ha descubierto es algo tan indirecto como la espectroscopía. Unos científicos han visto las fluctuaciones de las ondas gravitatorias y nosotros vemos las fluctuaciones de la luz.

Diriges TeatrIEM, un grupo de teatro en el que representáis obras con contenido científico. ¿Crees que una actividad artística puede ser un buen vehículo para divulgar la ciencia?

Hay dos tipos de teatro científico: uno, que es el más habitual y el que menos me interesa, consiste en representar obras en las que se introducen conceptos científicos que solo va a entender el público con un nivel intelectual alto. A mí me interesa más acercar los científicos al público. ¿Cómo? A través de pinceladas o escenas que muestran que los científicos somos personas normales. Generalmente las encuestas reflejan que la sociedad nos respeta mucho, pero creo que en parte es porque casi nadie conoce a un científico, excepto aquellos que lo tengan en la familia. También aprovecho para introducir contenidos de ciencia pero hasta cierto nivel. Quiero que la gente venga al teatro a divertirse y no a aburrirse.

¿Consideras que en España hay un alejamiento entre la sociedad y los científicos?

Claro. España es un país sin tradición científica. Somos poquísimos. Pasa lo mismo que con las disoluciones de moléculas diluidas en agua de las que hablaba al principio. Aquí los científicos somos una disolución muy diluida en la sociedad española.

¿Consideras obligatorio que el investigador acerque el conocimiento científico a la sociedad?

No se trata de hacerlo obligatorio, sino de dar unos incentivos para que si dedicas tiempo a la cultura científica, esté reconocido en tu currículum. Si voy a un congreso me lo reconocen, si doy una asignatura de doctorado, también, pero si vienen unos chavales de instituto y les explico cómo funciona el laboratorio, no. Y entonces dices: ¿para qué lo voy a hacer? Pero si te lo reconocen, sobre todo la gente más joven puede ir incorporándolo. Y eso me parece bien.

¿Es fácil o difícil compaginar la carrera investigadora con la vida personal?

En esto hay mucha leyenda. ¿Cómo lo tiene de difícil un taxista para compaginar el trabajo con su vida personal? ¿Y un portero de noche de un hotel? ¿Y un periodista? Un científico lo tiene tan fácil o tan difícil como quiera ponérselo. Ni más ni menos que otras profesiones. Por otro lado, esta es una de las profesiones más agradecidas. Puedes irte a Nueva Zelanda, Cuba o China y encontrar a alguien que esté investigando lo mismo que tú, es decir, por encima de diferencias políticas o culturales, hay un lenguaje común, y cuanto más básica es la investigación que se hace, más sucede esto. Y eso es muy de agradecer.

Fuente: CSIC
Derechos: Creative Commons
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