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Digitalizan todos los números de la prestigiosa revista ‘The Transactions’

Desde el próximo 17 de diciembre, se podrá acceder por internet, de forma libre y gratuita, a todos los ejemplares de la revista The Transactions, una publicación perteneciente a la prestigiosa Sociedad Geológica de Londres, que hace accesibles sus hallazgos históricos en su nueva colección digital Lyell. Desde esta semana, se podrá leer desde casa la primera descripción completa de un dinosaurio, los intentos de obtener la evidencia geológica del diluvio de Noé o la formación del moho de Darwin.

Ilustración de uno de los artículos de la revista 'The Transactions'.

The Transactions es la publicación sistemática más antigua de la Sociedad Geológica de Londres, impresa desde 1811 hasta 1856. Durante este tiempo se publicaron cerca de 350 artículos, muchos de los cuales se han convertido en clásicos, aunque las versiones completas eran extremadamente inaccesibles hasta ahora.

La revista ha decidido colgar en la web los artículos de geólogos mundialmente famosos, como Charles Darwin, William Buckland, Charles Lyell y Richard Owen. Este último, por ejemplo, desempeñó un papel importante en la ceración del Museo de Historia Natural de Londres, y en 1842 estuvo detrás de la acuñación de la palabra ‘dinosaurio’, que significa ‘lagarto terrible’.

Darwin, dinosaurios y estiércol

Los dinosaurios aparecen en numerosas ocasiones en The Transactions, entre ellas, en varios trabajos del Reverendo William Buckland, que se convirtió en el presidente de la Sociedad en 1824. En estos trabajos se incluye la primera descripción completa de un dinosaurio elaborada a partir de los huesos de la mandíbula inferior encontrados en una cantera cercana a Oxford y que correspondían a una criatura que los científicos denominaron ‘Megalosaurus’. Los resultados fueron publicados en The Transactions en 1824 con el título “Noticia sobre el Megalosaurus o el gran lagarto fósil de Stonesfield”.

El interés de Buckland por los restos de dinosaurios no se limitó sólo a los huesos, también llevó a cabo un gran número de investigaciones en coprolitos, conocidos como estiércol de dinosaurio. Muchas se publicaron en las páginas de la revista inglesa. Su artículo de 1829, “Sobre el descubrimiento de coprolitos, o heces fósiles, en el liásico de Lyme Regis”, afirma que éstos “no han sufrido ningún proceso de enrollamiento, sino que conservan su forma natural, como si se hubieran caído del animal en el lodo blando y allí se hubiesen conservado”, comparándolo después con ‘guijarros oblongos o patatas arriñonadas’.

De los coprolitos supuestamente pertenecientes a ictiosaurios, Buckland afirma que parecen contener los huesos de otro ictiosaurio, lo que sugiere que ‘estos monstruos de tiempos remotos, al igual que sus sucesores en nuestros océanos modernos, podrían haber devorado a individuos más pequeños y más débiles de su propia especie’. Al igual que muchos otros artículos, éste contiene referencias a Mary Anning, la famosa cazadora de fósiles de Lyme Regis. En otro lugar, Buckland le atribuye directamente el descubrimiento de una nueve especie de pterodáctilo en Lime Regis en 1829, aunque el artículo se publica con su propio nombre.

Los descubrimientos de nuevas especies ocupan un lugar destacado en toda la historia de The Transactions. En uno de los primeros volúmenes de 1821, Henry de la Beche y William Conybeare describen “un nuevo animal fósil que es el eslabón entre el ictiosaurio y el cocodrilo”, al que denominaron plesiosaurio.

En otro número de la revista, Siwalik Hills, Captain Probey Cautley y Hugh Falconer describen con cierta inquietud (en su trabajo de 1840 sobre fósiles) las numerosas especies que han descubierto, especialmente lo que parecen tortugas gigantes: “Al igual que el pterodáctilo representa la idea más extravagante del dragón alado, esta tortuga gigante se acerca a las sublimes concepciones de la mitología hindú: y podríamos revivir a los monstruos, no siendo difícil imaginar a un elefante sobre su espalda”.

Religión y ciencia

El mundo que gradualmente iban descubriendo estos primeros científicos era un mundo cada vez más extraño y desconcertante. En este informe sobre las nuevas especies de pterodáctilo en Lyme Regis, Buckland los describe como “un monstruo que no se parece a nada jamás visto ni oído sobre la tierra, exceptuando los dragones de las novelas románticas y de la heráldica”. Después, considera la naturaleza amenazante de “estos períodos iniciales de nuestro mundo primigenio”, que representaban “bandadas de este tipo de criaturas volando por los aires y enjambres de los no menos monstruosos ictiosaurios y plesiosaurios nadando por el océano y gigantescos cocodrilos y tortugas reptando por las orillas de los lagos y ríos primigenios”.

Con el escenario que estaba describiendo la geología, muchos autores intentaron conciliar lo que descubrían con sus propias creencias religiosas. Buckland, en concreto, utilizó lo que veía para demostrar la historia bíblica de la tierra, arguyendo en un artículo de 1821, que las rocas de cuarzo y los estratos que había visto en Lickey Hill en Worcestershire eran una prueba de un “diluvio universal y reciente”. Prosigue citando numerosos restos de animales encontrados en estos lechos de grava, entre ellos, colmillos de elefantes, dos cráneos de rinoceronte siberiano, cornamentas de venado y los huesos de hipopótamos.

No todos los artículos tuvieron un impacto tan dramático sobre las visiones del mundo de los científicos. Entre ellos, cabe citar un trabajo de Charles Darwin muy diferente a lo que sería su época posterior al Origen de las especies. El artículo de cinco páginas, “Sobre la formación del moho”, describe las investigaciones que Darwin realizó por sugerencia de su suegro Josiah Wedgewood II, sobre los efectos de los procesos digestivos de la lombriz de tierra común en las capas de moho vegetal que se encontraban en los campos cercanos a Maer Hall, el hogar de los Wedgewood en Staffordshire. Publicado en 1840, fue escrito después del regreso de Darwin de su viaje en el buque Beagle, durante el largo período en el que desarrolló su teoría de la selección natural. Posteriormente, Darwin dedicó al tema su último libro científico, publicado en 1881, La Formación del moho vegetal por la acción de las lombrices, con observaciones sobre sus hábitos.

La digitalización de los números de The Transactions:

http://www.geolsoc.org.uk/gsl/publications/journals/transactions/page4809.html

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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