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‘The Lancet Psychiatry’ nace con un especial sobre suicidio

El 60% de las personas con pensamientos suicidas no recibe tratamiento

La revista The Lancet Psychiatry publica para su lanzamiento un especial sobre suicidio. Uno de los estudios recogidos muestra los factores psicológicos que contribuyen a un comportamiento suicida y revela que alrededor del 60% de las personas que piensan en suicidarse o lo han intentado no cuentan con ningún tipo de ayuda.

El suicidio es una de las 20 causas más importantes de defunción en el mundo para cualquier rango de edad, con un millón de muertes cada año. / Fotolia
El suicidio es una de las 20 causas más importantes de defunción en el mundo para cualquier rango de edad, con un millón de muertes cada año. / Fotolia

El suicidio es una de las 20 causas más importantes de defunción en el mundo para cualquier rango de edad, con un millón de muertes cada año. Este grave problema de salud pública es el motivo de muchos estudios cada año, como los que hoy se publican en la nueva revista The Lancet Psychiatry.

El suicidio es una de las 20 causas más importantes de defunción en el mundo para cualquier rango de edad

En el primero de ellos, investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) y la Universidad de Harvard (EE UU) han revisado los factores psicológicos que pueden contribuir a un comportamiento suicida, como los tipos de personalidad, factores cognitivos y los acontecimientos vitales negativos.

Según Rory O'Connor, investigador de la institución escocesa, "a pesar de que se han identificado una serie de factores que contribuyen a la conducta suicida, no está claro cómo o por qué estos factores aumentan el riesgo de este comportamiento ni de los elementos que protegen entre aquellos que son vulnerables”.

“Son necesarios estudios adicionales para desarrollar tratamientos psicológicos y eliminar las barreras que conducen a la infrautilización de los recursos de salud mental", añade O’Connor.

Los resultados muestran también que alrededor del 60% de las personas que luchan contra pensamientos o conductas suicidas no reciben ningún tipo de ayuda. “Además, existe relativamente poca evidencia de la efectividad de los tratamientos recibidos por aquellos que sí los siguen”, explican los autores.

Por su parte, Matthew K. Nock, de la Universidad de Harvard, afirma que se han hecho avances significativos en la comprensión de la conducta suicida en los últimos años.

“Ahora tenemos una sólida base de conocimiento, así como algunos nuevos descubrimientos sobre los factores psicológicos que ponen a las personas en riesgo de pensar en el suicidio o que incrementan su probabilidad de actuar”, apunta. “Es muy importante que se invierta en nuevos avances para que disminuyamos el sufrimiento y la pérdida de vidas".

Biomarcadores para predecir el riesgo

La teoría del estrés-diátesis de suicidio explica por qué solo una pequeña minoría de personas está en riesgo de quitarse la vida después de la exposición a este tipo de estrés

Otro de los estudios publicados en el primer número de The Lancet Psychiatry expone una posible interacción entre la predisposición de cada persona, experiencias vitales estresantes y enfermedad psiquiátrica aguda con la conducta suicida.

Kees van Heeringen, investigador de la Universidad de Gante (Bélgica) y John Mann de la Universidad de Columbia (EE UU) han discutido la teoría del estrés-diátesis de suicidio, que explica por qué solo una pequeña minoría de personas está en riesgo de quitarse la vida después de la exposición a este tipo de estrés.

El estudio describe varios factores neurobiológicos que pueden desempeñar un papel en esta predisposición. Por ejemplo, los estudios postmortem y de neuroimagen han identificado los cambios estructurales y funcionales en los cerebros de los individuos con antecedentes de conducta suicida que puede afectar a la regulación del estado de ánimo, la respuesta al estrés y la toma de decisiones.

Estos cambios incluyen déficits bioquímicos en función de la serotonina y el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA) de respuesta al estrés. Los autores sugieren que estas anomalías podrían utilizarse en el futuro para desarrollar biomarcadores que ayuden a predecir quién está en riesgo de quitarse la vida, y que pueden servir como un objetivo útil para el tratamiento.

Según van Heeringen, "dado que no existen exámenes clínicos fiables para identificar a las personas más predispuestas al suicidio, los biomarcadores genéticos y de imagen cerebral ofrecen prometedoras vías para la detección de individuos de alto riesgo y de los tratamientos más personalizados para la prevención de la conducta suicida".

El impacto del duelo en el suicidio

Las personas afligidas por el suicidio de una pareja o un hijo adulto corren un riesgo significativamente mayor de suicidio en comparación con las personas en duelo después de la muerte repentina por otras causas.

Las personas afligidas por el suicidio de una pareja o un hijo adulto corren un riesgo significativamente mayor de suicidio

Los hallazgos provienen de una nueva revisión de 57 estudios, publicada en la misma revista, que compararon el efecto de la muerte por suicidio, la salud mental y el funcionamiento social de los miembros de la familia, amigos y otros contactos de los fallecidos en relación con otros duelos repentinos.

Los datos revelan que el impacto psicológico en los otros miembros de la familia también es grave: los niños que pierden a una madre por suicidio tienen un mayor riesgo de depresión, mientras que las personas que pierden a un hijo por esta causa tienen un mayor riesgo de ingreso psiquiátrico debido a una enfermedad mental.

Para Alexandra Pitman, autora principal y experta de la Universidad College de Londres, "tras un cálculo aproximado vimos que entre 48 y 500 millones de personas en todo el mundo viven un duelo relacionado con el suicidio cada año. Aunque el impacto del suicidio parece variar de acuerdo con el parentesco, la verdad es que todos los miembros del fallecido son propensos a necesitar apoyo”.

Hasta ahora, las políticas de prevención del suicidio tienden a tratar a las personas afectadas por el suicidio de un conocido como un solo grupo, en lugar de reconocer que las parejas y madres poseen mayor riesgo de suicidio que otros familiares y amigos.

Factores de riesgo

Las enfermedades mentales, principalmente la depresión y los trastornos por consumo de alcohol, el abuso de sustancias, la violencia, las sensaciones de pérdida y diversos entornos culturales y sociales constituyen importantes factores de riesgo de suicidio.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las estrategias más eficaces para prevenir el suicidio son la restricción del acceso a los medios de suicidio, como sustancias tóxicas y armas de fuego; la identificación y tratamiento de las personas que sufren trastornos mentales y consumo de sustancias; la mejora del acceso a los servicios de salud y la asistencia social; y la cobertura responsable de las noticias sobre suicidios en los medios.

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Referencias bibliográficas:

Kees van Heeringen, J John Mann. “Suicide 1. The neurobiology of suicide”. Lancet Psychiatry May 2, 2014. http://dx.doi.org/10.1016/S2215-0366(14)70220-2

Rory C O’Connor, Matthew K Nock. “Suicide 2. The psychology of suicidal behaviour”. Lancet Psychiatry May 2, 2014 http://dx.doi.org/10.1016/S2215-0366(14)70222-6

Alexandra Pitman, David Osborn, Michael King, Annette Erlangsen. “Suicide 3. Effects of suicide bereavement on mental health and suicide risk”. Lancet Psychiatry May 2, 2014. http://dx.doi.org/10.1016/S2215-0366(14)70224-X

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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