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Migraciones, un motor para el cambio social

Los movimientos migratorios hacia sociedades que ofrecen una mayor calidad de vida es un factor más poderoso en la evolución cultural que el conflicto y la conquista. Así lo expresan los expertos en evolución cultural Peter J. Richerson y Robert Boyd en un análisis que esta semana publica la revista británica Nature.

La frontera entre España y Marruecos en Melilla. Foto: SINC.

Tras años de reflexión acerca de cómo cambian las sociedades a largo plazo, Richerson y Boyd han caído en la cuenta, sólo recientemente, dicen, “de que el carácter selectivo de la migración hace que ésta tenga un profundo efecto en el modo en que evolucionan culturalmente las sociedades”. Definen la cultura como el conjunto de ideas, creencias y valores adquiridos socialmente que posee una población de individuos, y mencionan la existencia de varios procesos que modifican la distribución de las variantes culturales a lo largo del tiempo.

“Algunos procesos actúan sobre el individuo, como cuando las personas aprenden ideas de modo selectivo y esas ideas influyen en las posibilidades de que se las enseñe a otras personas o de que éstas las imiten”, explican. Ese proceso hace que ciertas variantes culturales se difundan y otras, en cambio, desaparezcan.

La competencia entre grupos es también un factor promotor de la evolución cultural. Richerson y Boyd ponen como ejemplo la expansión de ideas e instituciones europeas que acompañó a las conquistas coloniales. Apuntan, además, la gran atención que los evolucionistas culturales han dedicado a este tipo proceso, en detrimento de otro, el movimiento de personas desde las sociedades más pobres, más caóticas o más desiguales a otras más ricas, más organizadas y más justas, y que actualmente preocupa a gran parte del mundo desarrollado.

“Las personas emigran para mejorar su patrimonio. Si bien sus objetivos y motivaciones son diversos, la mayoría prefiere la riqueza a la pobreza, la seguridad y la protección al miedo y al peligro, la salud a la enfermedad, la igualdad a la desigualdad”. Y esa migración, creen, genera mucha más evolución cultural que las conquistas.

Actualmente, escriben, los flujos migratorios suelen ser de gran volumen. En Estados Unidos, por ejemplo, alrededor del 11% de la población procede principalmente de América Latina y Asia. Y Suecia, Noruega o Alemania, que en el pasado fueron orígenes de emigración hacia el país norteamericano, hoy acogen a personas procedentes de Asia, de África y de los países europeos más empobrecidos, como Polonia y los estados de los Balcanes.

Las migraciones en el pasado

Richerson y Boyd recuerdan, por un lado, que la asimilación de inmigrantes benefició al desarrollo de los antiguos imperios. Y por otro, que las élites conquistadoras, como los mongoles en China, los mughals en la India y los godos en Roma, se adaptaron en gran medida a las evolucionadas culturas que les acogían –más que en sentido contrario–. De hecho, todas ellas contaban ya con instituciones que han perdurado hasta nuestros días de un modo o de otro, como la burocracia basada en méritos del Confucionismo, el sistema hindú de castas autogobernadas o el Derecho Romano.

Teniendo en cuenta los efectos de la asimilación, subrayan los autores, “los imperios conquistadores posiblemente serán efímeros a no ser que promuevan la inmigración y la integración”. Mencionan a Alejandro Magno y a Genghis Khan, dos grandes conquistadores con una repercusión global que ha resultado ser mucho menor, por ejemplo, que la de Mahoma, Buda, Cristo o que los creadores de las instituciones en las ellos mismos se inspiraron –Constantino y el califato de los Omeyas, respectivamente–. Otros ejemplos que los evolucionistas señalan son el gobierno que concibió Confucio y que implantaron los emperadores de la Dinastía Han siglos después de su muerte, o las sociedades que revolucionarios estadounidenses y los reformadores de la Commonwealth construyeron. En ambos casos, dicen, estas sociedades “han demostrado ser altamente atractivas a los recién llegados”.

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Referencia bibliográfica

Peter J. Richerson and Robert Boyd. “Migration: An engine for social change”. Nature 456: 877. DICIEMBRE 2008

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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