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Esa es una de las preguntas que ha planteado la Fundación BBVA en una encuesta internacional sobre cultura científica. Albert Einstein es citado en primer lugar, seguido de lejos por Isaac Newton, Marie Curie, Nikola Tesla y Thomas Alva Edison. Entre los encuestados españoles, solo el 8 % menciona a Santiago Ramón y Cajal.
La cultura científica es un componente esencial en una sociedad avanzada, proporcionando a la ciudadanía herramientas para conocer y abordar los retos a los que se enfrenta. La Fundación BBVA ha realizado un estudio sobre ella en 15 países europeos (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Bulgaria, Eslovaquia, Estonia, Hungría, Polonia, República Checa y Rumania) y en tres sociedades diferentes: Estados Unidos, Israel y Turquía. En cada estado se ha encuetado a 1500 personas.
La primera entrega del trabajo ya reveló que la mayoría de los ciudadanos perciben la ciencia como la fuente de conocimiento más fiable, objetiva y veraz. Ahora, una segunda entrega incide en su nivel de conocimiento sobre la ciencia en tres aspectos: la comprensión de conceptos elementales, los principios del método científico y los mecanismos de validación de la investigación a través de la revisión de resultados por pares y la publicación en revistas científicas.
Además, se ha preguntando sobre los tres científicos más importantes de la historia a escala mundial. Aunque la ciencia es un esfuerzo colectivo, hay figuras centrales que han tenido un papel fundamental en la creación de paradigmas o teorías de gran alcance y bien corroboradas. Entre los encuestados de la mayoría de los países hay consenso en dos grandes referentes, ambos del campo de la física: Albert Einstein y, a distancia, Isaac Newton.
Einstein es mencionado en primer lugar en casi todas las sociedades: su mención alcanza el pico en Israel y Alemania (61 % en ambos países) y su valor más bajo en Hungría (33 %) y Turquía (32 %). A mucha distancia, destacan nombres como Isaac Newton (más mencionado en Estados Unidos e Israel que en Europa, con la excepción de Reino Unido), Marie Curie (más en Europa), Thomas Alva Edison o Nikola Tesla.
Las grandes figuras nacionales suelen aparecer con un porcentaje de menciones significativas en los respectivos países: Louis Pasteur y Marie Curie en Francia (36 % y 33 %), Isaac Newton, Charles Darwin y Stephen Hawking en Reino Unido (33 %, 19 % y 16 %), Galileo Galilei en Italia (25 %) y Albert Szent-Györgyi en Hungría (32 %). En Dinamarca Niels Bohr, con un 49 % de menciones, se sitúa incluso por delante de Einstein.
Al poner en perspectiva comparada el caso de España, aparece la anomalía de que una figura de tanta relevancia como Santiago Ramón y Cajal, en un área científica particularmente dinámica en el presente como la neurociencia, no aparezca en las primeras posiciones –ocupadas por Einstein (48 %), Marie Curie (25 %) y Newton (22 %)–, siendo mencionado solo por el 8 % de los encuestados.
La científica Margarita Salas, que ha tenido una amplia y continuada presencia en los medios de comunicación y en el espacio público, alcanza el mismo porcentaje de menciones que Cajal.
Las encuestas, no obstante, se realizaron en 2023. Este año, en 2024, la figura del neurocientífico español y Nobel de Medicina se ha dado a conocer más a través del programa El mejor de la historia de TVE, donde Cajal ha resultado ganador (en dura pugna con Isabel la Católica).
Por otra parte, teniendo en cuenta el impacto y desarrollo de la genética en las últimas décadas, también es llamativa la ausencia en todos los países de dos grandes pioneros de la disciplina, los codescubridores del ADN: ni Francis Crick ni James Watson aparecen entre los científicos con un número significativo de menciones en los 18 países analizados.
Para medir el nivel de conocimiento sobre la ciencia en la población de las sociedades analizadas, se realizó un test integrado por 11 conceptos básicos.
11 preguntas sobre ciencia y porcentaje de respuestas. / Fundación BBVA
Los resultados del estudio muestran que algunas nociones fundamentales son conocidas por la mayor parte de los encuestados: el hecho de que el Sol no gira alrededor de la Tierra (76 % en el conjunto de Europa y EEUU, 72 % en España, 71 % en Israel y 52 % en Turquía) y el origen del universo en la gran explosión del Big Bang (75 % en Europa, 78 % en España, 71 % en EEUU, 67 % en Turquía y 49 % en Israel). En cualquier caso, el porcentaje que es ajeno a estas nociones no es insignificante.
Otros conceptos son también comprendidos por una parte significativa de la población de las sociedades analizadas, como el que el cromosoma X o Y del padre determina el sexo del recién nacido (75 % en Europa, 63 % en España, 76 % en EEUU, 75 % en Israel y 81 % en Turquía) y que las células se dividen (62 % en Europa, 63 % en España, 60 % en EEUU, 52 % en Israel y 42 % en Turquía).
Sin embargo, existe un mayor desconocimiento sobre otras nociones, como la función de los antibióticos: solo el 52 % de los ciudadanos de EEUU, el 48 % de los europeos, el 43 % de los españoles, el 29 % en Israel y casi el 23 % en Turquía responden correctamente que “los antibióticos destruyen los virus” es falso.
Son llamativas las bajas tasas de conocimiento que se dan en gran parte de las poblaciones encuestadas sobre dos cuestiones que aparecen de manera destacada y recurrente en los medios de comunicación y el debate público: la genética. En torno al 40 % de los europeos y de los estadounidenses, el 30 % de los israelíes y el 55 % de los turcos creen que “los tomates comunes que comemos no tienen genes, mientras que los tomates obtenidos por ingeniería genética sí”.
También destacan los resultados sobre las causas del cambio climático: únicamente un tercio de los europeos y estadounidenses, un 27 % de los españoles, un 20 % de los israelíes y un 16 % de los turcos saben que no “se produce por el agujero en la capa de ozono”.
No hay diferencias significativas entre hombres y mujeres, y son débiles en función del nivel educativo respecto a la encuesta en su conjunto. Solo si se atiende a los elementos de mayor dificultad, como la genética, aparecen diferencias según el nivel de educación y seguimiento de medios de información. Comparativamente, España obtiene unos resultados ligeramente por debajo de los del resto de países europeos.
También forma parte de la faceta cognitiva de la cultura científica de una sociedad conocer la forma de operar de la ciencia, y en concreto sus sistemas de comprobación y validación. En esta faceta, amplias mayorías en todos los países analizados comprenden este proceso, otorgando la mayor importancia a la comprobación empírica de las teorías mediante experimentos y a que los resultados de esos experimentos sean reproducibles por otros investigadores (por encima del 85 % en ambos casos).
Al mismo tiempo, la gran mayoría en todas las sociedades entiende también que los resultados de una investigación se transforman en conocimiento público o validado por la comunidad científica a través de su publicación en revistas científicas especializadas y, a distancia significativa, por su aparición en medios de comunicación generales. También se comprende el hecho de que la veracidad de las teorías científicas no es algo fijo, sino que está abierta a avances posteriores.