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Tras observar durante casi 30 años los movimientos de la estrella S2 orbitando en torno al agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia, los astrónomos han confirmado que se mueve como predijo la relatividad general de Einstein. Su órbita tiene forma de rosetón, y no de elipse, como decía la teoría de la gravedad de Newton.
La rápida rotación de una lejana enana blanca arrastra el espacio-tiempo de su entorno, modificando la órbita de un púlsar que gira a su alrededor. Este descubrimiento, realizado con datos recogidos durante 20 años por dos radiotelescopios de Australia, ha servido a los científicos para verificar un efecto predicho por la teoría de la relatividad de Einstein.
Un nuevo estudio, en el que ha participado el Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC, confirma la validez de la teoría de la relatividad, gracias al estudio durante 26 años de la órbita de una estrella que ha permitido calcular con detalle la gravedad en entornos extremos.
Por primera vez, los astrónomos han logrado confirmar los efectos predichos por la teoría de la relatividad general de Einstein sobre el movimiento de una estrella, llamada S2, mientras pasa por el potente campo gravitatorio que genera el agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia. El avance se ha logrado gracias a las observaciones realizadas desde Chile con el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral.
Un equipo de astrónomos ha obtenido la prueba más precisa de la teoría general de la relatividad de Einstein fuera de la Vía Láctea. El avance se ha logrado gracias al efecto de lente gravitacional de una galaxia cercana muy masiva, que distorsiona la luz de otra mucho más lejana creando un anillo de Einstein.
La fórmula matemática más célebre del mundo, E=mc2, formulada por Albert Einstein en 1905, permitió entender mejor cómo funciona el universo, la Tierra y nosotros mismos. El astrofísico Christophe Galfard (París, 1976), autor del afamado libro El universo en tu mano, publica una nueva obra consagrada a explicar la conocida ecuación que, junto a su creador, marcaron el devenir del siglo XX.
La Real Academia Sueca de las Ciencias ha anunciado hoy que el Premio Nobel de Física de este año ha recaído en los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne "por sus contribuciones decisivas al detector LIGO y la observación de las ondas gravitacionales". Estas ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo, predichas por Einstein en su teoría de la relatividad, abren una nueva vía para investigar el universo.
Las órbitas de las estrellas que, como S2, se mueven en torno al agujero negro supermasivo que hay en el centro de nuestra galaxia parecen desviarse ligeramente de la ruta calculada por la física clásica y mostrar los efectos que predijo Einstein en su teoría de la relatividad general. Así lo sugiere un estudio basado en las observaciones del supertelescopio VLT del Observatorio Europeo Austral y otros instrumentos.
Cien años después de que Einstein presentara su teoría de la relatividad general, los científicos la han utilizado para medir por primera vez la masa de una estrella a partir de la desviación gravitatoria de la luz emitida por otra situada detrás. Así, se ha podido saber que la protagonista de la historia, una enana blanca, tiene aproximadamente el 68% de la masa del Sol.