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El vehículo Curiosity de la NASA aterrizará en Marte el próximo lunes para estudiar la habitabilidad del planeta rojo, una tarea en la que participará un instrumento español. El rover se posará mediante un complejo sistema de grúas y otros dispositivos que se prueban por primera vez, y los científicos cruzan los dedos para que todo salga bien durante, lo que han denominado, “los siete minutos de terror”.
El vuelo de la misión Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA se aproxima a Marte sin novedad tras la corrección de trayectoria del pasado fin de semana, la cuarta desde que la nave despegó de la Tierra en noviembre de 2011.
En su interior viaja el rover Curiosity, un vehículo provisto de diez instrumentos –incluido uno español– para analizar el potencial del planeta rojo como hábitat para la vida. Aterrizará sobre las 07h30 del lunes (hora peninsular española) en el cráter Gale.
"Este aterrizaje es la misión más dura que jamás ha intentado la NASA a lo largo de la historia de la exploración planetaria con robots", destaca John Grunsfeld, del Directorio de Misiones Científicas de la agencia espacial estadounidense.
El periodo más crítico durará, aproximadamente, siete minutos, bautizados por los técnicos de la NASA como “los siete minutos de terror". Durante este tiempo la nave que transporta el rover , que llegará a unos 5.900 metros/segundo, deberá reducir su velocidad para permitir que este ‘amartice’ a unos 0,75 metros/segundo. El vehículo pesa cerca de una tonelada y funciona con una fuente radiactiva.
“Esos siete minutos representan el momento más crítico de la misión, porque se tienen que producir una serie de pasos perfectamente sincronizados, y cualquier error puede conducir a un aterrizaje más violento del esperado o en un lugar distinto del previsto”, explica a SINC Javier Gómez-Elvira, director del Centro de Astrobiología (CAB, INTA-CSIC) e investigador principal del instrumento español REMS, la estación medioambiental del rover.
El aterrizaje de Curiosity está completamente automatizado y desde la Tierra solo se podrán detectar las señales que informen de la evolución del proceso. El vehículo va plegado dentro de la sonda MSL, que soltará un paracaídas a unos 11 km. Después, a una altura de unos 8 km, se desprenderá el escudo térmico protector durante la entrada en la atmósfera.
Aunque el rover lleva los diez instrumentos científicos, durante el descenso y aterrizaje operará uno adicional: MEDLI (MSL Entry, Descent and Landing Instrumentation), que recogerá datos valiosos para diseñar las futuras misiones al planeta rojo.
Cuando la nave esté a 1,6 kilómetros de la superficie, se soltará su armazón junto al paracaídas. Es entonces cuando entra en acción una espectacular plataforma-grúa equipada con retrocohetes. A unos 20 metros dejará caer el rover, que durante unos instantes quedará suspendido por cables hasta posarse en el suelo sobre sus seis ruedas.
Una vez que toque la superficie de Marte, unas cargas explosivas cortarán los cables y la grúa saldrá disparada para caer a varios kilómetros de distancia. El rover habrá llegado a su destino, aunque los científicos no respirarán tranquilos hasta que las señales, que recibirán en unos 14 minutos, confirmen que todo ha ido bien.
"Algunas etapas de todo este proceso son parecidas a las de otras misiones, pero el concepto, en conjunto –desde la entrada en la atmósfera hasta que el rover se posa en la superficie– es nuevo, no se ha probado nunca", destaca Gómez-Elvira.
La antena de Robledo de Chavela recibirá las señales
Las tres antenas de la ‘red de espacio profundo’ de la NASA –una en Robledo de Chavela (Madrid), otra en Camberra (Australia) y una tercera en el desierto de Mojave (EEUU)– estarán especialmente pendientes para recoger los datos y enviarlos al Jet Propulsion Laboratory (JPL) en Pasadena, desde donde se coordina la misión.
En España, el equipo del CAB y la empresa CRISA que ha desarrollado la estación medioambiental REMS (Rover Environmental Monitoring Station) también seguirá con mucho interés el aterrizaje. SINC se sumará al grupo y contará en detalle lo que vaya sucediendo.
REMS es el primer instrumento español que viaja a Marte y ahora está en juego mucho esfuerzo y años de trabajo. El instrumento registrará la temperatura del aire y del suelo, la presión, la velocidad y dirección del viento, la humedad relativa y la radiación ultravioleta a nivel de la superficie del planeta.
“De momento, a lo largo del vuelo, hemos efectuado dos pruebas en REMS y los parámetros recogidos son los esperados”, confirma Gómez-Elvira que, como el resto del equipo, confía en un final feliz para el aterrizaje de Curiosity.