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El estudio ha sido desarrollado por investigadores del CSIC

Un péptido antimicrobiano de la saliva humana puede matar al parásito de la leishmaniasis

Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que la histatina, un péptido antimicrobiano presente en la saliva y que el organismo utiliza como primera línea de defensa frente a patógenos, es capaz de matar al parásito que provoca la leishmaniasis. El hallazgo abre una nueva vía de intervención contra esta enfermedad, que afecta a unos 12 millones de personas, principalmente en países en vías de desarrollo.

Imagen de microscopía electrónica. En la sección A, aparece el parásito de la leishmaniasis no tratatado. La sección B muestra al parásito tratado con el péptido objeto de este estudio, la histatina. Fuente: CSIC.

El investigador del CSIC Luis Rivas, del Centro de Investigaciones Biológicas (del CSIC), en Madrid, explica que el grupo decidió centrar su trabajo en péptidos antimicrobianos, entre otros aspectos, por su alta capacidad de acción frente a patógenos. “Este tipo de agentes constituyen la primera barrera defensiva del organismo. Por eso, se encuentran o son inducidos rápidamente en localizaciones o fluidos corporales que establecen el primer contacto frente a patógenos como es el caso de sudor, lágrimas o saliva”.

De los posibles péptidos, los autores optaron por la histatina por su probada actividad protectora frente a hongos. Este péptido nunca entraría en contacto con el parásito que provoca la leishmaniasis, cuya principal ruta es la picadura de un mosquito, de la familia Phlebotomus. En menor medida, también puede contraerse a través de una transfusión de sangre contaminada o por compartir jeringuillas.

Rivas aclara la decisión: “Dado que ciertos fármacos efectivos frente a la leishmaniasis proceden de un desarrollo anterior como fármaco antifúngico, pensamos que la actividad específica de la histatina podría utilizarse contra esta patología”.

El investigador del CSIC, cuyo equipo ha contado con la colaboración de un grupo de la Universidad de Ámsterdam, explica cómo actúa la histatina frente al parásito de la leishmania: “El péptido se acumula en la mitocondria del patógeno y compromete su abastecimiento energético, que depende en un 70% de la actividad mitocondrial”.

Nueva vía terapéutica

El poder leishmanicida de la histatina describe una nueva diana contra esta patología, diferente de la farmacología habitual. Asimismo, su capacidad para penetrar en las células sin necesidad de que exista un receptor, sugiere su uso como herramienta nanotecnológica para avanzar en el conocimiento del parásito. “Fármacos, ácidos nucléicos u otros péptidos podrían introducirse en la leishmania, unidos a la molécula de la histatina”, apunta Rivas.

El investigador del CSIC puntualiza que esta nueva línea de investigación también presenta inconvenientes: “El principal problema práctico que podría presentar una terapia basada en histatinas es el alto costo de su síntesis, comparado con fármacos habituales. Sin embargo, una terapia génica, induciendo la expresión del péptido en el lugar de infección, podría solucionar el problema del coste económico”.

Glosario: Leishmania, una enfermedad olvidada

La leishmaniasis es una patología causada por diferentes especies de parásitos, todos ellos pertenecientes al género de protozoos Leishmania. Sus manifestaciones clínicas van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta inflamaciones severas del hígado y del bazo, que llegan a ser letales si no son tratadas a tiempo. En total, la patología afecta a unos 12 millones de personas, con una incidencia anual de nuevos casos cifrada entre 1,5 a 2 millones, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Esta organización califica a la leishmaniasis como una enfermedad olvidada, dado que su mayor prevalencia sucede en países en vías de desarrollo. En concreto, en América Central y del Sur, en Oriente Medio y Oriente Próximo, India y China. Además, en la actualidad hay un foco epidémico en el Cuerno de África y países vecinos: Sudán, Somalia y Etiopía, que suma ya más de 50.000 muertes.

Como explica Luis Rivas, esta patología se encuentra estrechamente asociada a condiciones de pobreza y salubridad, agravada por la resistencia creciente a los fármacos de primera línea, los antimoniales orgánicos.

En España, como el resto de los países europeos de la cuenca mediterránea, la leishmaniasis humana es esporádica y está especialmente asociada a situaciones inmunodepresión, como la coinfección por el virus VIH. Los casos que requieren hospitalización en el país son alrededor de un centenar por año y, según apunta el investigador del CSIC, la mortalidad de pacientes con VIH -Leishmania ha desaparecido prácticamente tras la aplicación de las nuevas terapias retrovirales.

Según Rivas, es preciso valorar la incidencia del calentamiento global sobre la enfermedad, que está desplazando la presencia de su insecto vector hacia latitudes más septentrionales. Así, en España podría extenderse a Galicia y la costa cantábrica, únicas regiones del país donde la presencia del vector no es endémica. “Una fenomenología similar de nuevos focos establecidos de leishmaniasis ha sido citada en Lombardía y Alemania, donde hasta hace pocos años los casos de leishmaniasis eran únicamente importados”, añade el investigador del CSIC.

A la hora de tratar la leishmaniasis, el primer fármaco de elección son los antimoniales orgánicos. “Esta terapia es efectiva por regla general, excepto en pacientes inmunodeprimidos. Sin embargo hay un incremento constante de cepas resistentes, y por otra parte, poseen efectos secundarios muy importantes”, indica Rivas.

La segunda línea de actuación es la anfotericina B, con una eficacia muy alta pero elevada toxicidad, excepto cuando se administra bajo formulación liposomal.

Un fármaco de reciente aplicación es la miltefosina, actualmente en utilización en India y Nepal en la leishmaniasis visceral asociada a resistencia a antimoniales. “Su gran ventaja es la escasez de efectos secundarios y administración oral. No obstante, la inducción de cepas resistentes en el laboratorio es muy sencilla, por lo que su aplicación masiva como monoterapia hace muy factible la aparición de resistencias clínicas en un futuro cercano”, puntualiza Rivas.

Fuente: CSIC
Derechos: Creative Commons
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