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La Consejería de Fomento de Castilla y León ha acogido una jornada sobre el proyecto europeo Tracc (Técnicas de Carreteras Adaptadas al Cambio Climático), en el que participan administraciones y empresas de Portugal, Francia y la región de Castilla y León. Los objetivos, indagar en nuevos asfaltos que minimicen las emisiones de dióxido de carbono y reducir la temperatura de las mezclas bituminosas (combinaciones de áridos y betunes) para hacerlas más sostenibles.
Durante la jornada se han dado cita expertos internacionales que han difundido nuevas técnicas. El proyecto tiene su origen en las especificaciones adoptadas por la Unión Europea en el marco del Protocolo de Kioto, tal y como ha recordado Luis Alberto Solís Villa, director general de Carreteras e Infraestructuras de la Consejería de Fomento.
El organismo europeo se ha propuesto reducir un 20% las emisiones de CO2, el consumo de energía y aumentar en la misma medida la presencia de las energías renovables, estableciendo como fecha límite el año 2020. Las infraestructuras no son ajenas a estas recomendaciones y los derechos de emisión de gases de efecto invernadero son costosos.
Según SOlís, existe un gran interés “en hallar una tecnología sostenible para crear mezclas asfálticas”. “La intersección de los puntos de vista medioambiental, social y económico es la clave de la sostenibilidad”, subraya el experto, quien añade que éste es el fin último del proyecto, además de mitigar la repercusión económica que generan los derechos de emisión de las mezclas convencionales, reducir el consumo de combustible fósil y mejorar la salud y seguridad de los trabajadores.
Reducir la temperatura
El director general de Carreteras e Infraestructuras ha explicado algunos procedimientos que se están llevando a cabo para reducir la temperatura de las mezclas bituminosas. En el caso de las mezclas semicalientes, por ejemplo, “se adiciona agua para que se produzca una espumación del betún y se favorezca la envuelta con el árido a temperatura inferior”. En otros casos, “se emplean aditivos químicos tensoactivos que permiten la envuelta a 20-30 grados menos”.
La agencia espacial estadounidense volará esta aeronave sobre algunas comunidades para estudiar lo que escucha la gente. De momento, los vuelos supersónicos comerciales sobre tierra están prohibidos por motivos de ruido, pero esto podría cambiar si las pruebas tienen éxito.
Cuando entre en vigor la próxima legislación, ya no servirán las estimaciones de un laboratorio sino los gases liberados por los coches circulando en carretera, según adelanta esta experta española del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. La química considera que ella y su equipo son el 'brazo' científico del órgano ejecutivo continental, anticipando problemas que permitan avanzar hacia una mejor calidad del aire.
