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Una roca artificial muestra que los meteoritos procedentes de Marte podrían haber transportado la vida

Un experimento realizado en un meteorito artificial diseñado por la Agencia Espacial Europea (ESA) ha mostrado que si hubiera trazas de vida en un meteorito marciano podrían sobrevivir a las altas temperaturas y al violento impacto causados por la entrada en la atmósfera terrestre, según ha expuesto hoy la investigadora francesa Frances Westall en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias, en Alemania. Los resultados del experimento también sugieren que los cazadores de meteoritos deben ampliar su búsqueda, extendiéndola a las rocas blancas, si desean encontrar trazas de vida en los meteoritos de Marte.

The Foton-M3 capsule immediately after landing
La cápsula Fotón M3 inmediatamente después de aterrizar. Foto: EPSC.

Los científicos han probado con el experimento STONE-6 si muestras de roca sedimentaria pueden resistir las condiciones extremas que se producen durante el descenso por la atmósfera terrestre, en el que se alcanzan temperaturas superiores a 1700 grados Celsius. Tras el aterrizaje, las muestras fueron transportadas en contenedores de protección a una sala limpia de laboratorio en el ESTEC (Noordwijk, Holanda), con el fin de verificar si aún permanecían en el meteorito trazas de vida.

Las misiones recientes a Marte han recopilado pruebas convincentes de la presencia de agua y sedimentos en dicho planeta al principio de su evolución. Es más probable encontrar posibles trazas de vida en Marte en sedimentos que se han formado en agua. No obstante, si bien se han identificado aproximadamente 39 meteoritos conocidos procedentes de Marte, todos ellos están formados por roca basáltica, y hasta la fecha no se han encontrado meteoritos sedimentarios.

La doctora Westall ha afirmado: “El experimento STONE-6 muestra que podrían llegar a la Tierra meteoritos marcianos sedimentarios. El hecho de que no hayamos encontrado ninguno hasta la fecha puede significar que debemos cambiar el modo en que buscamos meteoritos. La mayoría de los meteoritos se han hallado en al Antártida, donde su corteza de fusión de color negro se aprecia claramente contra la nieve blanca. En este experimento hemos encontrado que las rocas sedimentarias desarrollan una costra blanca, o ninguna. Ello supone que debemos ampliar nuestra búsqueda a rocas blancas o de color claro”.

El experimento STONE-6 fue montado en una cápsula FOTON M3 lanzada desde Baikonur el 14 de septiembre de 2007. Se fijaron dos muestras de roca sedimentaria terrestre y una muestra de control de basalto al escudo térmico de la cápsula de recuperación, que reentró en la atmósfera terrestre el 26 de septiembre, tras 12 días en órbita. El basalto se perdió durante la reentrada. No obstante, tanto la muestra de arena volcánica de 3.500 millones de años de antigüedad que contenía microfósiles carbonosos, como la muestra de 370 millones de arcilla esquistosa procedente de las Islas Orcadas, y que contenía biomarcadores químicos, sobrevivieron.

Tras el examen realizado en ESTEC, se encontró que la muestra de arena de 3.500 millones de años de antigüedad procedente de Pilbara, en Australia, había formado una costra de fusión de medio milímetro de espesor, de color blanco crema. Aproximadamente la mitad de la roca sufrió ablación, pero los microfósiles y el carbono sobrevivieron en las zonas más profundas de la muestra. Aproximadamente el 30% del resto del sedimento, arena lacustre procedente de las Islas Orcadas, también sobrevivió, al igual que algunas de las biomoléculas. El calor generado por la reentrada produjo cambios mineralógicos en ambas rocas.

Asimismo, las rocas transportaban organismos vivos, un tipo de bacteria denominado Chroococcidiopsis, en la parte posterior de las rocas, alejadas del borde expuesto. Desafortunadamente, el calor generado por la reentrada fue tan elevado que, incluso con un grueso revestimiento de roca de dos centímetros, los organismos resultaron carbonizados. Murieron, si bien sus células se conservaron como formas “pompeificadas”.

Westall declaró: “El experimento STONE-6 sugiere que si los meteoritos marcianos transportan trazas de vida pasada, dichas trazas pueden ser transportadas a la Tierra de forma segura. No obstante, los resultados son más problemáticos si se aplican a la Panspermia, una teoría que propone que se pueden transportar células vivas entre planetas. STONE-6 ha mostrado que al menos dos centímetros de roca no son suficientes para proteger a un organismo durante la reentrada”.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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