Tras el diagnóstico de una enfermedad crónica, los pacientes se pueden sentir enfadados, frustrados o con mucho miedo. Enfocar este tipo de patologías desde la parte médica es crucial, pero también lo es “saber vivir con ellas”, como afirma la psicóloga clínica y colaboradora de la Sociedad Española de Hipertensión, Vanessa Abrines.
La hipertensión es una enfermedad crónica que afecta progresivamente a la salud de las arterias. Pese a que en la mayoría de los casos se desconoce la causa concreta, el estrés y la ansiedad son factores de riesgo para tener en cuenta.
Una investigación reciente, publicada en la revista Medicine, revela que existe una relación bidireccional entre tener presión arterial alta y emociones como la ansiedad, aunque todavía faltan más estudios que señalen los mecanismos biológicos que intervienen en ambos procesos.
La psicóloga clínica Vanessa Abrines, colaboradora de la Sociedad Española de Hipertensión (SEHL-LEHLA), establece una relación directa entre la hipertensión y la posibilidad de sufrir condiciones mentales como la ansiedad.
Esto se produce porque, ante un diagnóstico de hipertensión, es posible que la gente pueda caer en lo psicológico de una “manera circular”. Es decir, los afectados suelen prolongar estados ansiosos, desde la negación a otros en los que “se preocupan muchísimo y empiezan a sentir que no tienen el control de lo que les pasa”, aduce.
Pensamientos recurrentes sobre la salud cardiovascular o la posibilidad de sufrir infartos o ictus llevan a conductas obsesivas perjudiciales como medirse la tensión de forma constante o ir a urgencias recurrentemente. “Esto influye mucho en su vida porque pasan de sentirse sanos a sentirse enfermos”, argumenta Abrines.
Otro estudio publicado en la revista BMC Public Health demuestra que la ansiedad es altamente prevalente en pacientes que habían sido diagnosticados de hipertensión (33,1 %), además de relacionarse con otros factores de riesgo como el estrés crónico, el dolor físico o la mala alimentación.
El miedo y la ansiedad pueden afectar directamente al sistema nervioso autónomo y poner al cuerpo en alerta —en un estado de lucha o huida —, ya que es capaz de detectar amenazas reales o imaginarias sin distinción. “Nuestro organismo está pensado para llevar una vida con cierto estrés puntual, pero no para estar en este estado de forma constante”, apunta.
Asimismo, en hipertensos el estrés o la ansiedad puede tener un efecto perjudicial y “afectar a gente predispuesta”, indica el médico y presidente de la Fundación Española para el Corazón (SEC) Luís Rodriguez Padial.
El aumento de hipertensión en jóvenes también es preocupante, "estamos viendo bastantes casos en adultos de temprana edad debido a factores como el estilo de vida, el sobrepeso, la diabetes o la predisposición genética", afirma.
Para sobrellevar un diagnóstico de hipertensión y la ansiedad que genera, lo más importante es dar pequeños pasos para aceptarlo, indica Abrines. “Cuando un médico nos deriva a una persona con hipertensión arterial, lo que nos suele decir es que no le ocurre nada y que su problema es de corazón”, cuenta.
No obstante, al recibir el diagnóstico y asimilarlo un tiempo más tarde, muchos pacientes pueden generar una respuesta fisiológica al miedo y manifestar características típicas de la ansiedad como taquicardia, tensión muscular o hipervigilancia.
“Hay gente que se lo toma como un duelo y pueden sentir miedo, indefensión o sorpresa al deberse a una condición silenciosa”, explica la especialista.
Para vivir mejor con ello, Abrines recomienda dejar de luchar y no evitar situaciones que nos generan ansiedad. “Lo recomendable es afrontar aquello que me da miedo para que el sistema nervioso pueda autorregularse”, explica.
Además, “todo lo que sea ‘evitar’ nos mantiene en la sensación de ‘yo no soy capaz’ de afrontar lo que pasa, lo que hace que el problema acabe siendo más grande”, sugiere.
Esto tiene especial relevancia en casos en los que la ansiedad por la salud conduce a ataques de pánico y en los que se puede sentir mucho descontrol o incluso pensar en la posibilidad de morir.
“La gente más resiliente es la que sabe que va a estar ansiosa, pero que no le va a pasar nada más”, concluye. Aunque para ello es necesario saber pedir ayuda y un entrenamiento previo, puntualiza la experta.
Referencias:
Liu. Si-Qi BM. et al. A Bibliometric Analysis of hypertension and anxiety from 2004 to 2022. Medicine. 2025
Zahra. F. et al. The silent struggle: assessing anxiety prevalence in Marrakech’s hypertensive population. BMC Public Health. 2025