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La última visita de Bacon al Prado

Francis Bacon (Dublín, 1909 – Madrid, 1992) fue un visitante habitual del Museo del Prado durante los años que residió en Madrid, que hoy acoge su tumba en el Cementerio de la Almudena. La pinacoteca del prado, en colaboración con la Tate Gallery de Londres y el Metropolitan de Nueva York, abre ahora de nuevo sus puertas al artista para recibir una nueva y póstuma visita.

El cuadro titulado "Estudio del Papa Inocencio X de Velazquez" es uno de los 62 trabajos de Bacon que se muestran desde hoy en el Museo del Prado de Madrid. Foto: SINC.

Al igual que suele ocurrir con todo arte original y talentoso, los historiadores y críticos no se ponen de acuerdo a la hora de enumerar las influencias en la obra de Bacon. Sus cuadros tratan de encorsetar su propia experiencia en los moldes del expresionismo y el surrealismo, dando lugar a cuerpos y rostros informes y angustiosos untados en bizarros espacios ortogonales.

Probablemente en las paredes del Prado se hallaban algunas de sus influencias: Goya y Velázquez, de cuyo retrato de Inocencio X llegó a hacer más de 40 versiones que hoy cuelgan en paredes como las del Centro de Arte de Des Moines (EEUU) o los Museos Vaticanos. El artista Damien Hirst, quien pagó más de 20 millones de euros por un cuadro del pintor irlandés, interpretó una obra de Bacon metiendo una vaca abierta en canal y un paraguas en un contenedor de cristal lleno de formaldehído.

La exagerada revalorización de sus obras a principios de los años ‘90 (El valor de su cuadro Desnudo tumbado, comprado por el CARS, pasó de 360.000 euros a los más de 25 millones actuales) dificulta ver una retrospectiva tan amplia como la que estará en el Prado desde hoy hasta el próximo 19 de abril. En total son 62 los trabajos que se van a mostrar al público. El museo organiza también conferencias los miércoles de febrero y marzo sobre la obra del pintor, su vida y su relación con el arte español.

Formas de pintura como la de Bacon retaron en la segunda mitad del siglo XX a la representación formal de la naturaleza, como sucesores del movimiento expresionista que sirvió de contrapunto a la creciente demanda por el arte de la fotografía. Bacon llevó la representación racional del ser humano al terreno de la animalidad, creando lo que los expertos denominaron “textos fisiológicos”. La armonía de la superficie o la naturalidad de la textura pasan a ser destrozadas, reducidas, marginadas a sentimientos primitivos: los cuerpos sórdidos son sólo iconos que representan una fascinación, la de Bacon, por reflejar el carácter animal del ser humano.

Como dijera Bacon, "la mayor parte de un cuadro siempre es convención, apariencia y eso es lo que intento eliminar de mis cuadros. Busco lo esencial, que la pintura asuma de la manera más directa posible la identidad material de aquello que representa. Mi manera de deformar imágenes me acerca mucho más al ser humano que si me sentara e hiciera su retrato".

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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