Un equipo internacional de investigación ha realizado la primera descripción detallada del esqueleto postcraneal de Amphimoschus, un enigmático rumiante sin cuernos del Mioceno. El estudio arroja luz sobre su posición evolutiva, la evolución de los cervoideos (los parientes de los ciervos modernos) y sobre el enigma de la aparición de los apéndices craneales en los rumiantes.
El análisis genómico de un individuo de esta especie, apodado ‘Thorin’ y descubierto en las cuevas del valle del Ródano en Francia, sugiere que su población, aunque coexistió y vivió a unos diez días de camino de otras, se ignoraban.
Los mamíferos primitivos de pequeño tamaño que convivieron con los dinosaurios tuvieron un desarrollo y esperanza de vida más largos que los modernos con una masa similar. Así lo revelan dos fósiles con las dimensiones de un ratón encontrados en una isla escocesa.
Como si se tratase de Pompeya, en Marruecos han aparecido restos de este animal del Cámbrico excepcionalmente conservados al quedar atrapados tras la erupción de un volcán submarino. Gracias a este hallazgo conocemos más sobre cómo era su sistema digestivo o sus apéndices.
Este coloso, denominado Lokiceratops rangiformis, medía unos 6,7 metros de largo y pesaba cerca de 5 toneladas. Pertenece a los ceratópsidos, un grupo que evolucionó hace unos 92 millones de años, y es una de las especies con cornamenta más grande y ornamentada jamás encontrada.
Lo han logrado en seis especies de primates que revelan una enorme variación en el cromosoma Y, además de nuevos conocimientos sobre la evolución humana, enfermedades o la genética para la conservación de simios en peligro de extinción.
Un nuevo estudio indica que esta capacidad de los seres vivos de producir luz mediante reacciones químicas surgió en un grupo de invertebrados marinos, llamados octocorales. Los resultados retrasan en casi 300 millones de años el récord anterior de la aparición más antigua de este rasgo luminoso en animales.
El vuelo de los insectos, el camuflaje de los pulpos y la cognición humana son tres ejemplos de innovación evolutiva que se basaron, en parte, en eventos de duplicación de genes hace cientos de millones de años.
Un equipo internacional, liderado por un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, ha descubierto en linajes de Escherichia coli que la proporción global de mutaciones letales, perjudiciales y neutrales se mantiene prácticamente constante a lo largo de la evolución.
El nombre del género hace referencia a la ciudad de Madrid (fundada como Magerit) seguido de felis (“gato” en latín) y el de la especie, al paleontólogo francés Stéphane Peigné que colaboró en su descripción, liderada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los fósiles de hace más de 15 millones de años de este felino se encontraron bajo la estación de Príncipe Pío de la capital.