Cuando fue descubierto en los años 80 en Argentina, a este hadrosaurio se le diagnosticó una fractura en un pie. Sin embargo, un nuevo análisis demuestra ahora que en realidad, este ornitópodo comúnmente conocido como dinosaurio pico de pato sufrió un tumor hace unos 70 millones de años, así como dos dolorosas fracturas en las vértebras de la cola que, a pesar de todo, no le impidieron sobrevivir un tiempo.
Investigadores de las universidades Carlos III y Complutense de Madrid han simulado numéricamente el avance de una capa de células sobre otra, como ocurre en la invasión tumoral y la metástasis. Además de en estudios sobre el cáncer, el modelo se podría aplicar para avanzar en la cicatrización de las heridas y en la regeneración de tejidos y órganos.
Los equipos de diagnóstico por imagen han mejorado la resolución de sus resultados y han reducido la radiación que reciben los pacientes, pero el principal avance se ha producido en los agentes de contraste. A través de nanopartículas ‘decoradas’ con colorantes o de nanoanticuerpos, que viajan por los vasos sanguíneos, la comunidad científica trabaja para detectar de forma temprana el cáncer y la metástasis, y comprobar si el tratamiento funciona.
La distribución de las mutaciones en los tumores humanos se asemeja más a la que se da en los chimpancés y gorilas que en los humanos, según un nuevo estudio que ha analizado el cáncer desde el punto de vista de la evolución. El trabajo apunta a que la conservación y el estudio de grandes simios podría ser muy relevante para la comprensión de la salud humana.
A caballo entre Argelia, Francia y España, esta investigadora trabaja con un solo objetivo: encontrar dianas terapéuticas para los tumores. Tras ser seleccionada en el programa Ellas Investigan, realiza una instancia sobre inmunoterapia en el grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas en Madrid.
La investigación oncológica se ha centrado en las células tumorales. Aunque la importancia del ambiente donde crecen se conoce desde hace más de un siglo, solo en los últimos años ha alcanzado un papel protagonista. Ahora se diseñan nuevos tratamientos basados en ese entorno, incluida la inmunoterapia.
Las inmunotoxinas tienen aplicaciones terapéuticas en el cáncer de colon, aunque es necesario buscar su mejor versión. Un equipo liderado por la Universidad Complutense de Madrid ha desarrollado un diseño estructural novedoso que, a igualdad de concentración que su versión clásica, presenta una mayor eficacia antitumoral. Es más, con una dosis menor, evita el crecimiento del tumor durante más tiempo.
Un gen mutado llamado KRAS puede ocasionar muchos de los tumores de pulmón y colon. Ahora, la firma biotecnológica estadounidense Amgen ha desarrollado el primer medicamento capaz de inhibir la actividad de este este oncogén. Ya se ha probado con éxito en ratones y en una muestra pequeña de humanos.
Antonio Pérez Martínez, jefe del Servicio de Hematooncología Pediátrica del Hospital Universitario la Paz, es uno de los investigadores españoles que más sabe sobre CAR-T, la técnica que rediseña células de un paciente con cáncer para combatir el tumor. Quiere que esta terapia se desarrolle en el ámbito académico para abaratar costes “porque los hospitales deben ser generadores de conocimiento, no solo de servicios”.
Científicos de la Universitat Rovira i Virgili y de la Universidad de Pensilvania (EE UU) han diseñado unos compuestos que permiten obtener polímeros sensibles a uno o varios estímulos biológicamente relevantes. La utilización de este diseño ha permitido formular en agua partículas de medida nanoscópica. Las nanopartículas resultantes se podrían utilizar, por ejemplo, como vehículos de fármacos antitumorales.