Santiago Sánchez Beitia es doctor en Física e imparte clases en el primer y segundo ciclo, así como de Doctorado, en la Escuela de Arquitectura de la UPV/EHU. El equipo de investigación que dirige es pionero en el análisis de estados de conservación del patrimonio por haber adaptado técnicas de otros ámbitos de estudio para ese fin.
Un equipo de investigadores de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago (USC) está logrando avances importantes de cara a mejorar la conservación del pescado congelado. En esta línea, trabajan en la obtención de antioxidantes naturales procedentes de residuos de la industria cervecera, con el propósito de incorporarlos en envases activos. Este proyecto, denominado ACTIPLAST (www.actiplast.org), está financiado por el Plan Gallego de I+D+i.
El Banco de Germoplasma del Jardí Botànic de la Universitat de València (UV) aporta su experiencia en conservación de especies raras, endémicas o amenazadas de la Comunitat Valenciana a un proyecto europeo llamado “European Native Seed Conservation Network” (ENSCONET).
La decisión de asignar fondos para la conservación de especies implica complejas relaciones entre la preocupación social, la información científica y los intereses políticos. Por un lado, las políticas de conservación de especies deben basarse y estar justificadas con la información científica existente. Por otro lado, dichas políticas deben estar consensuadas socialmente. Sin embargo, las preferencias sociales de preservación de especies no siempre responden a las necesidades de conservación.
Un estudio auspiciado por la Fundación Oso Pardo en la que participa un profesor de la Universidad de Alcalá de Henares concluye que, aunque las dos poblaciones de osos pardos que viven en la Cordillera Cantábrica se están recuperando, su situación continúa siendo crítica. Los investigadores insisten en que las líneas de actuación necesarias para la conservación de esta especie no son nuevas.