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Muchas especies de aves, protagonistas de #Cienciaalobestia, aprovechan la oscuridad de la noche para volar durante sus migraciones de primavera y otoño, pero también lo hacen en temporadas no migratorias. Un nuevo estudio demuestra que los niveles de contaminación lumínica que están en aumento en zonas de América del Norte y Centroamérica aturden a estos animales.
Entre 2012 y 2016 la iluminación artificial nocturna ha aumentado un 9,1% a escala global. Esta contaminación lumínica, producida por una excesiva o mala iluminación, supone un derroche energético que pone en peligro la salud humana y la de los ecosistemas.
La contaminación lumínica, producida por una iluminación nocturna excesiva o incorrecta, supone un derroche energético y es nociva para la salud y el medio ambiente. Ahora un estudio del Instituto de Astrofísica de Andalucía advierte que los sensores que se usan para medirla no registran bien las bandas del color, por lo que en algunas poblaciones se podrían estar sustituyendo las tradicionales lámparas de sodio por LED inadecuados, que contaminan más, sin saberlo.
Más del 80% de la población mundial vive bajo cielos contaminados por luces artificiales, y una tercera parte no puede ver la Vía Láctea por la noche debido al brillo que proyectan. Así lo recoge un nuevo atlas mundial de la contaminación lumínica, una consecuencia del desarrollo tecnológico con efectos negativos para la vida silvestre y nuestra visión directa del cosmos.
Un equipo de científicos españoles, liderado por la Universidad Politécnica de Cataluña, ha creado un sistema innovador para evaluar la contaminación lumínica procedente del alumbrado público en las ciudades, que integra, por primera vez en el mundo, el tratamiento de imágenes obtenidas por satélite.
Los pollos de los petreles abandonan el nido de noche, pero los primeros vuelos de estas aves marinas hacia el mar se ven entorpecidos por la luz de las ciudades. Muchos colisionan o caen al suelo donde son vulnerables a atropellos y predadores. Ahora, un estudio ha evaluado el impacto de la contaminación lumínica en tres especies de petreles en las islas Baleares, incluyendo a la pardela balear, el ave marina más amenazada de Europa, y concluye que entre el 30 y el 47% de las colonias están expuestas a niveles altos de contaminación lumínica.
Miles de jóvenes aves marinas, entre ellas las pardelas cenicienta (Calonectris diomedea), abandonan el nido de noche para realizar sus primeros vuelos hacia el océano. Sin embargo, cada vez son más los casos detectados de polluelos que se desvían de su trayectoria inicial al ser deslumbrados por las luces de ciudades o carreteras, donde muchos de ellos acaban atropellados. Para reducir su mortalidad, un estudio, liderado por el CSIC, ha recogido con tecnología GPS cómo se produce esta desorientación.
Científicos españoles, en colaboración con el Australian Museum de Sídney, han comprobado los efectos de la contaminación lumínica sobre la fauna microscópica marina. Se trata del primer estudio sobre este tipo de especies que, según las conclusiones de los expertos, modifican su comportamiento y procesos de migración con la luz artificial, lo que repercute en el ecosistema.
Investigadores de la Universidad de Granada han patentado un sistema portátil para medir y cuantificar los niveles de contaminación lumínica de una ciudad. Este dispositivo cuantifica al instante los niveles de contaminación lumínica o el brillo artificial del fondo de cielo nocturno, mediante un sistema que incluye una cámara all-sky, así como varios filtros interferenciales.