La evolución en los destellos de una estrella moribunda ha permitido a los astrónomos captar cómo se expande y engulle a uno de sus planetas. La Tierra correrá la misma suerte dentro de 5.000 millones de años.
Un equipo de astrónomos y astrónomas ha observado agua en estado gaseoso, con una firma química que explica su largo viaje, en el disco de formación planetaria de la estrella V883 Orionis. El descubrimiento sugiere que el agua de la Tierra podría ser más antigua que el propio Sol.
El Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC) lideró una campaña de observación con el telescopio espacial James Webb para captar las sombras de la luz estelar producidas por los finos anillos de este planeta menor. Observaciones posteriores han revelado que el hielo de agua cristalina domina el espectro de este objeto y sus anillos.
Con la ayuda del espectrógrafo ESPRESSO desde Chile, un equipo internacional de astrónomos ha confirmado el origen primigenio de la estrella SMSS1605-1443, formada hace 10.000 millones de años en nuestra galaxia. Se trata de una estrella doble, algo que se pensaba muy improbable en estrellas tan primitivas.
Gracias al excepcional brillo del fenómeno, telescopios terrestres han tenido la suerte de observar en distintas longitudes de onda un raro evento de disrupción de marea (TDE), en el que un agujero negro supermasivo emite chorros de radiación mientras desgarra una estrella. La mayoría de los TDE se han observado en el universo cercano, pero este procedía de una galaxia situada a 12.400 millones de años luz.
Algunos de los objetos catalogados como agujeros negros podrían ser en realidad estrellas extremadamente compactas, según un estudio teórico encabezado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía. La clave está en un fenómeno que no considera la relatividad general: la polarización del vacío, que se comporta como si hubiera una nube adicional de materia en ciertas estrellas, haciéndolas mucho más densas de lo que se pensaba.
Los sistemas binarios donde un agujero negro ‘devora’ a una estrella compañera son bien conocidos en astronomía, pero en la vecina galaxia de la Gran Nube de Magallanes se ha encontrado uno donde el agujero negro no está activo, no emite potentes niveles de rayos X, mientras danza junto a una estrella azul.
En 2020 se anunció el descubrimiento de un agujero negro a tan solo 1000 años luz de distancia, en un sistema estelar binario llamado HR 6819. Ahora se informa de que sus dos estrellas están solas, aunque en una etapa rara y corta donde se produce ‘vampirismo’.
El satélite TESS de la NASA ha observado disminuciones de tan solo 30 minutos en la luminosidad de una enana blanca mientras se ‘alimentaba’ de otra compañera, cuando lo habitual es que este fenómeno dure varios días o incluso meses. La detección se ha realizado en el sistema binario TW Pictoris, a unos 1.400 años luz de la Tierra.
El telescopio espacial Fermi de la NASA detectó el año pasado un pulso de radiación de alta energía que, con una duración de tan solo un segundo, batió un récord: fue la explosión de rayos gamma más corta jamás vista al morir una estrella masiva. Ahora un equipo internacional, con participación del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC), analiza el descubrimiento.