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El 15 de febrero de 2013 el mundo estaba pendiente de la aproximación a la Tierra del asteroide (367943) Duende, pero de repente un superbólido cruzó la atmósfera y cayó cerca de la ciudad rusa de Cheliábinsk. Desde entonces se han escrito más de 200 estudios científicos para tratar de explicar la procedencia de este inesperado visitante, que causó daños en edificios y heridas leves a casi 1.500 personas. Conocer de forma precisa su velocidad de entrada en la atmósfera parece la clave para determinar su órbita.
En la madrugada del 30 de marzo, sobre las 4:39 hora local, una brillante bola de fuego surcó los cielos de la provincia de Toledo. Este nuevo fenómeno es similar al registrado en la zona el pasado 20 de febrero. Los dos objetos fueron captados por las cámaras del Observatorio Astronómico de la Hita.
Cráter tras el impacto de un meteorito la noche del sábado en una zona despoblada en Managua (Nicaragua). / Efe
Pilotos rusos han descubierto una enorme y profunda fosa al sobrevolar la península de Yamal, al noroeste de Siberia. Los científicos ya viajan hacia la zona para aclarar si esta estructura geológica está relacionada con procesos periglaciares, liberación de gas o un posible meteorito, aunque descartan las teorías sobre ovnis o pruebas armamentísticas que circulan por internet.
En 1931 una niña de once años recogió un pequeño fragmento de la bola de fuego que acaba de estallar sobre los cielos de Ardón, un pueblo de León. Durante décadas mantuvo su preciado tesoro oculto en una cajita; hasta hoy, que se ha presentado en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Madrid. Se trata de una condrita ordinaria, un tipo de meteorito relativamente común pero que cuenta una historia de 4.565 millones de años.
Superficie aserrada de NWA 7533 mostrando los clastos –material más antiguo– oscuros y claros en la matriz gris. / Luc Labenne
El año pasado cayó en el sur de Marruecos un meteorito procedente de Marte. Ahora un grupo de investigadores ha comprobado que la roca, que presenta un característico vidrio negro, ha llegado con sustancias del interior, la superficie y la atmósfera del planeta rojo.
Asteroides y cometas pueden haber desempeñado un papel esencial en la difusión por el universo de los elementos esenciales para la vida, una fuerza que surge del cosmos, de las estrellas. Esta es la propuesta del astrofísico Josep María Trigo (Valencia, 1970) del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE, CSIC-IEEC) en su libro Las raíces cósmicas de la vida, que acaba de presentar en el Planetario de Madrid.