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En el año 1006, astrónomos de varios lugares del planeta describieron una explosión en el cielo tan poderosa que sus restos fueron visibles durante tres años. Ahora, la revista Nature recoge en portada el trabajo de los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de Barcelona, que han dilucidado el origen de este fenómeno: dos estrellas enanas blancas se fusionaron y desencadenaron la supernova SN 1006.
La Nebulosa del Lápiz se originó por una supernova. Imagen: ESO.
Esta imagen de la supernova 1987A se tomó en 2009 y muestra los restos de la explosión (en el centro) y los discos circumestelares de gas.
Un estudio internacional, publicado en la revista Nature, revela que los rayos-X son la fuente de energía responsable del aumento del brillo observado en la supernova más cercana y brillante de la Vía Láctea, la SN 1987A, desde 2001.
Antes y después de cuatro supernovas o explosiones estelares superluminosas de la clase recién descubierta. Foto: Caltech/Robert Quimby/Nature.
Imagen del remanente de supernova conocido como "Kes 17"
Serie temporal del remanente de la supernova 1987A.
Proceso de formación de SN 2005E. Una teoría de este nuevo sistema de explosión es que una enana blanca roba helio a una compañera, hasta que la masa robada llega a ser muy caliente y densa y se produce una explosión nuclear. El helio se transforma en elementos como el calcio y titanio, que finalmente producen los bloques para construir las futuras generaciones de estrellas.
Simulación en 3D de una explosión unos 0,5 segundos después de que rebote el núcleo.