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Francisco Maciá Pérez, Universidad de Alicante

“Quizá la incorporación de las TIC a nuestras vidas no sea inmediata, pero es un proceso imparable”

Se habla mucho del paso de la Sociedad de la Información a la del Conocimiento, la cual se sirve necesariamente de las TIC, pero, ¿realmente estamos preparados en la actualidad para incorporar las nuevas tecnologías a nuestra vida cotidiana? El director del Departamento de Tecnología, Informática y Computación de la UA, Francisco Maciá, nos explica su postura algo pesimista al respecto. El principal objetivo del grupo que dirige, Grupo M, es contribuir con sus modelos de prestación de servicios a disminuir la brecha digital en la sociedad e impulsar de este modo la Sociedad del Conocimiento en los diferentes ámbitos: la administración, la ciudadanía, la industria… aunque eso implique en ocasiones nadar a contracorriente.

¿Me podría explicar el estado de penetración de las TIC en el tejido social y económico español y cuáles son sus propuestas?

No me gusta parecer desilusionado pero está bastante atrasado. Yo haría la pregunta al revés: como usuaria de la informática, ¿confías en que siempre funcione tu ordenador? Seguro que, precisamente suele fallar justo cuando más lo necesitas. Lo peor de todo es que, aún habiéndose convertido en un servicio fundamental para el funcionamiento de nuestra sociedad, asumimos que la informática “es así” y que es inevitable que esto ocurra. Nuestro grupo de investigación, sin embargo, considera que nuestra actitud debería ser la contraria: la informática es un servicio básico y se debería exigir que estuviera libre de errores. Obviamente, los equipos son máquinas y se pueden estropear, igual que la lavadora, pero lo que el consumidor necesita es que estas averías puedan ser subsanadas de forma transparente y sin afectar a su trabajo. El problema es que no hay ninguna ley que lo regule así que las empresas ofrecen el servicio inmediato pero no el mantenimiento del mismo.

Esta cuestión la hemos solucionado desde la Universidad de Alicante mediante el sistema GAIA que da soporte a toda la Escuela Politécnica Superior, es decir, a unos mil quinientos equipos informáticos, con proyectos en diferentes países. Con este sistema el usuario no tiene más que instalar el dispositivo que hemos diseñado conectándolo a la red y, si un ordenador se “cuelga” o se estropea, en diez o quince minutos estará otra vez operativo sin necesidad de contactar con un técnico y, por supuesto, sin la intervención del usuario.

El sistema funciona perfectamente desde hace años en nuestros laboratorios y, pongamos por caso que los alumnos de una clase hayan dejado los ordenadores desconfigurados, con virus o, incluso, totalmente inoperantes, el siguiente profesor solo tendrá que esperar entre cinco y quince minutos para que todo vuelva a su estado normal. Esto se puede aplicar a todos los ámbitos de la sociedad desde los ordenadores personales de casa a la maquinaria industrial.

Pese a la enorme utilidad de este avance en concreto, me comenta que no está extendida su utilización…

Esa es la lástima. Hace quince años que desarrollamos GAIA y viene aplicándose a una red muy sofisticada como la de la UA. La tecnología está disponible pero no trasciende al público. La típica excusa “el ordenador no me deja” debería ser inconcebible porque un equipo informático no puede dictar nuestras políticas, es una mera herramienta a nuestro servicio. La tecnología es lo suficientemente madura como para que estos inconvenientes no se produzcan. Deberíamos empezar a exigir a fabricantes y proveedores este tipo de servicios. En principio, si las leyes no les obligan, los usuarios están resignados y, para colmo, es difícil que puedan cobrar más por un servicio que ya debería venir de serie, ¿por qué iban a querer incorporarlos en sus equipos?

¿Por parte de la industria y la medicina no se recibe una mayor aceptación de las TIC?

Desde la UA hemos desarrollado algunas líneas industriales y orientadas a la medicina pero surge el inconveniente de la inexistencia en estos sectores de un único interlocutor para presentar propuestas. Existe una inercia que resulta desastrosa. Los fabricantes de maquinaria, por ejemplo, ya tienen sus técnicos y resuelven estas cuestiones a su manera, obviamente de manera ineficiente pero, a la hora de invertir, se echan atrás. Nuestros sistemas son prototipos y para producirlos a nivel industrial es necesario invertir mucho. Nosotros no somos una empresa, sino la universidad por lo que no podemos proponer el producto final.

En el sector de la medicina o el farmacéutico, la situación todavía está peor. Tras ver la respuesta de algunos cirujanos a nuestras propuestas, más interesados en mantener su estatus económico que en los beneficios médicos de la tecnología, decidí dejar esta línea de investigación y que el Grupo M se encargara de temas más “fríos”, es decir, a máquinas y redes.

En la actualidad somos muchos millones de habitantes, las tecnologías son muy sofisticadas y explicarlas no es tan sencillo como antes cuando un “iluminado” mostraba cómo funcionaba un invento en un céntrico parque un día de fiesta. La transmisión del conocimiento ya no es tan directa e inmediata a la sociedad. Existen muchas barreras, como “lobbies” o grupos de poder que impiden el acceso de la competencia en el mercado.

Pero su Departamento no ha tirado la toalla…

No, por suerte, estamos en un entorno en el que podemos seguir trabajando y, sin hacernos demasiadas ilusiones sobre su éxito, ir diseñando productos que en algún momento serán de gran utilidad. Tenemos un grupo en el Departamento que sigue en líneas de medicina pero en desarrollos más prosaicos, como en teleinformática, en gestionar historias médicas en remoto, o colocar una WebCam para hacer una consulta al médico… es decir, cuestiones más sencillas pero que tienen salida directa en el mercado. En cambio, retos más complejos que requieren investigación básica, que realmente justifican nuestra razón de ser y que constituirían verdaderos avances para la sociedad a un plazo más largo, no pueden ser abordados porque es difícil conseguir financiación cuando los nuevos mecenas exigen resultados tangibles que justifiquen de inmediato sus inversiones.

El problema es que en el nivel en el que nos encontramos, la sociedad no sabe qué demandar. Cuando no existían aplicaciones de gestión empresarial, por ejemplo, el cliente empresario tenía identificada esta necesidad pero hoy en día, ¿cómo pide la ciudadanía que los servicios sean proactivos? No los va a demandar, sin embargo, los necesita. Acabas haciendo, no lo que la sociedad demanda, sino lo que sabes que comprará en un futuro próximo porque las empresas interesadas han generado la necesidad.

Otro de los productos patentados que ha desarrollado su Grupo es WOLI, ¿en qué consiste?

Es un sistema para la gestión del encendido remoto de equipos informáticos a través de Internet. El dispositivo en forma de llavero se conecta a la red de comunicaciones y desde cualquier ordenador te permite encender cualquier equipo de esa red. Esto ya era posible, pero lo que hemos conseguido en la universidad es hacerlo de forma muy sencilla, sin que tenga que intervenir un experto y sin que sea necesario instalar ningún programa. Incluso hay una versión inalámbrica que, con solo dejar el dispositivo cerca de la red, también funciona. Este aparato está pensado para la administración remota de ordenadores. Gran parte de los problemas con los que se encuentran los gestores de estos servicios en la actualidad es que los equipos están apagados, bien porque ya no hay nadie en la oficina, bien porque ha habido un apagón. De modo que se envía el dispositivo por correo postal a la entidad en cuestión y el personal lo colocará junto a sus ordenadores, lo que permitirá al gestor del sistema (que puede estar ubicado en la otra punta de España o del Mundo) encender y apagar los equipos cuando quiera.

En este momento está trabajando en el proyecto PHOENIX Computing, ¿qué aplicación tendrá en el futuro?

Para que GAIA sea viable comercialmente, detrás debe existir una estructura informática muy compleja como la que tiene la empresa ONO, por ejemplo. Esta compañía podría adquirir GAIA y ofrecerlo a sus clientes por una pequeña cantidad al mes de manera que un particular pueda aprovecharse de la reparación automática de su equipo informático. Pero existen pocas empresas de telecomunicaciones de ese tamaño, de modo que GAIA no es comercialmente viable. Con el proyecto PHOENIX proponemos desarrollar un dispositivo como el de WOLI para que una persona no experta en informática, pueda adquirirlo y emplearlo en su ordenador de casa, sin tener que depender de un operador. Contamos para ello con financiación del Ministerio hasta el 2009.

Para que el proyecto sea una realidad, desarrollamos modelos de gestión semántica. Podríamos resumir este concepto en sistemas informáticos capaces de reconocerse y cooperar entre sí, coordinando sus acciones para proporcionar servicios más sofisticados, todo ello sin la intervención de equipos de técnicos para mantener este tipo de redes de servicios: si los sistemas son semánticos, la configuración, coordinación y cooperación entre ellos es automática.

¿Qué tienen previsto para el futuro?

Nos centraremos en las aplicaciones industriales. Una de las líneas más importantes del Grupo y en la que llevamos tres años trabajando, es investigar cómo conseguir la convergencia entre los sistemas de gestión empresarial y la maquinaria industrial. En el mundo globalizado en el que vivimos donde se puede comprar casi de todo por Internet, el escaparate ya no es una tienda física donde el cliente entra con una cantidad de dinero que está dispuesto a gastar en una necesidad concreta. En las tiendas convencionales, aunque no se encuentra exactamente lo que uno busca, se adquiere un producto parecido. En Internet esta situación no ocurre: se accede a cientos de precios, colores y características y, si no está disponible el modelo concreto, no se efectúa la compra. Vemos que el cliente se comporta de manera diferente, tiene más conocimiento y poder. Constatado este hecho, es necesario modificar los modelos de producción, los precios tienen que ser más ajustados y el producto personalizado. Sin embargo, los modelos que son viables hoy económicamente son los de producción masiva, en serie. Nuestro objetivo es aplicar las Tecnologías de la Información para conseguir fabricar productos que sean económicamente viables y personalizados.

Esto es posible pero complejo debido a la existencia de una brecha tecnológica en los procesos de producción: cambiar el color de un producto, por ejemplo, significa parar la maquinaria. Nosotros diseñamos máquinas para modelos avanzados de producción que permiten, entre otras funciones, cambiar el color o diseño del exterior del producto automáticamente. Se reconfigura la planta industrial de manera rápida y los operarios que se encuentran trabajando en la misma ni se dan cuenta. De esta manera nos adaptamos a las exigencias actuales del mercado.

A mediados de 2009 saldrá la primera tesis en esta línea y entonces dispondremos de un prototipo para presentar al sector privado. Una de las barreras con la que se prevé que nos encontremos es el tamaño de las empresas de España porque este sistema está diseñado para grandes plantas. Pero de una cosa estoy seguro: aunque no sea inmediata la incorporación de las TIC a nuestras vidas, es un proceso imparable.

Fuente: RUVID
Derechos: Creative Commons
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